INTRODUCCIÓN.
Si usted
ha caído en el pozo de la beatería progre, ¡Dios le ampare! Si todavía es joven, y así lo dice el DNI, todavía
tiene esperanzas. De todos modos, ser joven no es sólo una cuestión cronológica.
Hay ‘jóvenes’ carcamales de vetustas meninges y matusalenes de espíritu
indomable. O sea, no hay garantías absolutas. Nunca.
En
cualquier caso, por el módico precio de este libro, le ayudaré a trepar por las
ásperas paredes de la fosa. De mis años de habitante de la gruta, retomo esta
rescatable idea de Marx:
‘No hay vía regia para la ciencia y
sólo pueden llegar a sus cumbres luminosas aquellos que no temen fatigarse
escalando sus escarpados senderos’.
Se trata,
no sólo de la ciencia, sino de la beatería progre. El virus de la ‘superioridad
moral’ y del ‘buenismo’, que tanto daño ha hecho, y sigue haciendo, a millones
de mentes cargadas de buenas intenciones. Ahora bien, a partir de una cierta
edad, aunque no hay reglas absolutas, estará condenado para siempre a respirar
el ‘soma´beatífico (u otros opiáceos
ideológicos) de la revolución pendiente.
Aunque los
afeites y ungüentos milagrosos logren disimular el paso inevitable de la vida,
la chochez ideológica persistirá implacable. Asentirá impávido a las grotescas
proclamas y denuncias de estrafalarios personajes sin el menor sentido del
ridículo, y sin el mínimo respeto por los hechos. Los adversos, claro está. No
querrá ni leer lo que ponga en duda el catecismo emancipatorio Tal vez, como
muchos otros, insultará a los que han escrito en contra del oasis progresista.
Le ha sucedido a tantos, que sería demasiado largo y triste recordar.
‘La
primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira’, dijo J.F.
Revel.
Pero si
sale del oasis buenista y emancipador, no encontrará un camino de rosas.
Encontrará el pedregoso camino de la vida. Y no se sentirá moralmente superior,
ni creerá en utopías de hojalata. Tan ensangrentadas y cubiertas de cadáveres,
como enseña la Historia. Pero intentará ser mejor. Lo que esto signifique lo
aprenderá en los libros, pero no sólo en ellos.
Ulises, en
su largo viaje de regreso a Itaca, después de la guerra de Troya, se topó, en
una isla del Mediterráneo, con unas sirenas cuyos cantos melodiosos atraían
fatalmente a los marinos. Hundidos los barcos en los arrecifes, las sirenas
remataban a los supervivientes. Para evitar tan trágico final, Ulises hizo
atarse al mástil del barco y taponó con cera sus oídos, para no caer en la
tentación...
No pediré que se dejen de oír los falsos cantos de sirena. La vida moderna no permite taparse con cera los oídos. Pero, al menos, deberá leer, con honestidad y reflexión profunda, algunos libros de los que ponen en cuestión las verdades indiscutibles del progreso sin regreso. Y deberá mirarse al espejo para escudriñar el fondo de su alma. Si se ríe (a menos que se ría de sí mismo) es que no ha entendido la gravedad de la empresa. ¡La apuesta es usted mismo!
Este nuevo
libro que presento a mis lectores, es
una selección de artículos que he venido escribiendo estos últimos ocho
años, aproximadamente. Mi deseo es que ayuden a entender, un poco más y un poco
mejor, la realidad en la que vivimos. Y al entender mejor nuestro entorno, nos
comprenderemos mejor a nosotros mismos. Porque no debemos olvidar que nosotros,
usted y yo, siempre vemos y entendemos desde ‘dentro’. No existe un lugar
privilegiado desde el que contemplarnos a nosotros mismos y el mundo entorno,
el llamado ‘ojo de Dios’. No hay un ‘desde fuera neutral’ que nos permita
alcanzar la verdadera y auténtica objetividad. No podemos comprender ‘sub especie aeternitatis’.
Pero esto
no significa que ‘’todo vale’’ y que cualquier comprensión y explicación de la
realidad sea igualmente respetable. Si así fuera, tan respetable sería la
opinión del nazi y la del demócrata, la del torturador y el torturado, del
competente y el incompetente, del educado y el grosero. Pero no es así. Las
personas, salvo raras excepciones, desean estar con los educados, competentes y
honestos. Si todo fuera relativo, estas preferencias no tendrían sentido, y
daría igual preferir la compañía de unos u otros.
Además,
decir ‘’todo es relativo’’ es una contradicción. Si así fuera, y ‘todo’ fuese
relativo, ya tendríamos algo absoluto. O sea, la propia afirmación de que
‘’todo es relativo’’. Olvídese, pues, esta perniciosa estupidez. Ni usted ni yo
vivimos suponiendo que todo da igual. No es cierto, ni lo ha sido nunca.
Usted
decide. Es su vida. Pero recuerde que no vive solo. Ni su lenguaje, ni sus
reflexiones caben en un mundo estrictamente privado. Y al relacionarse con los
demás, hay dos vías fundamentales y muy diferentes. Una es la argumentación y
la otra es la violencia y el dogmatismo. Yo prefiero la primera, por motivos
morales y, también, prudenciales. Estoy convencido de que mis lectores
comparten esta preferencia.
Sebastián Urbina.
(De mi libro 'Escribir nuestro tiempo'.)
Libros que le ayudarán a salir del pozo progre.
Horacio Vázquez Rial, 'La izquierda reaccionaria'.
J.F. Revel, 'El conocimiento inútil'.
Pascal Bruckner, 'La tentación de la inocencia'.
Andrew Anthony, 'El desencanto'.
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