Resulta
que los socialistas saben- eso dicen- que ‘la brutalidad de las Azores’ es la
causa de un efecto, que es el terror del Estado Islámico de Irak.
El terror del
Estado Islámico (EI) sería "una consecuencia directa de las Azores
Consecuencia
directa", dice.
(ld)
El enfermizo sectarismo de la
izquierda.
Decía
D. Hume que no existe la experiencia de ‘causación’ como tal y que lo que
llamamos ‘causalidad’ es, más bien, una serie de relaciones entre experiencias.
Supongamos
que cualquier suceso está originado por una causa y que hay tres condiciones
para que A sea la causa de un efecto, al que llamaremos B. Pues bien, A debe ocurrir antes que B; siempre que ocurra
A tiene que ocurrir B; y A y B deben ser cercanos en tiempo y espacio. Esta última
condición incorpora, lamentablemente, un término vago, como ‘cercano’, que
puede interpretarse de diversas maneras.
Resulta
que los socialistas saben- eso dicen- que ‘la brutalidad de las Azores’ es la
causa de un efecto, que es el terror del Estado Islámico de Irak.
Recordemos, para vergüenza de los socialistas y compañeros de viaje, el país que, según ellos, ‘estaba funcionando’. Aparte de la desvergüenza de hablar de ‘consecuencia directa’. El socialismo español ha caído muy bajo. Esperemos que los ciudadanos se enteren.
La mejor réplica a este retorcido análisis es un sobrio
volumen académico de 700 páginas recientemente publicado en Francia. Le livre
noir de Saddam Hussein (El libro negro de Sadam Husein) es una robusta denuncia
del régimen de Sadam que no cae en la trampa de ver todo lo que sucede en Irak
a través de un prisma centrado en Estados Unidos.
Los autores –árabes, americanos, alemanes, franceses e
iraníes– han elaborado el trabajo más completo hasta la fecha sobre los
crímenes de guerra del ex presidente iraquí,
manejando una masa de pruebas que hacen superfluos los argumentos contra la
intervención.
"El primer arma de destrucción masiva era Sadam
Husein", escribe Bernard Kouchner, que lleva siguiendo las
atrocidades perpetradas en Irak desde que encabezó la primera misión de Médicos
Sin Fronteras, allá por 1974. "Preservar la memoria de los arrestos
arbitrarios que realizaba cada mañana la policía de Sadam, de la tortura
horrible y humillante, de las violaciones organizadas, de las ejecuciones
arbitrarias y de las prisiones llenas de gente inocente no es solamente un
deber. Sin eso, uno no puede comprender ni qué era la dictadura de Sadam ni la
urgente necesidad de derrocarle". (Rebeca Weiss/ld)
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