(Resulta que las agencias de calificación califican a Cataluña como 'BONO BASURA' pero Montoro dice que Cataluña es el motor de España. Da gusto.
El que hace de 'locomotora' está al nivel de 'bono basura'. Los demás debemos estar en el sumidero. ¡Gracias Montoro!)
PD. En la foto puede verse el papel moneda que se usa en los retretes de Cataluña.)
BONO BASURA. CAT.
bono basura
S&P rebaja la calificación de Cataluña en un escalón, a 'B+', por su debilidad financiera.
En un nota, S&P justifica su decisión por los problemas de esta comunidad para refinanciar su deuda a corto plazo. (El Confidencial.)
Montoro contecta con Junqueras: "Ahora Cataluña es el motor de España"
Hacienda ha mantenido siempre abiertas las vías extraordinarias de financiación a la Generalidad, pese a sus reiterados incumplimientos. (LibreMercado.)
(CATALUÑA, RUANDA, ALBANIA ...)
Montoro rescata a Cataluña con 350 millones: «Aquí no quiebra nadie».
S&P degrada la deuda de Cataluña al nivel de la de Ruanda y Albania.
(Periodista Digital.)
(LAS MENTIRAS DE MONTORO. ¿LOCOMOTORA EN BONO BASURA?)
Cuando
en 2010 CiU recuperó la Generalitat, las finanzas de la administración
autonómica ya eran un caballo desbocado. Únicamente entre 2006 y 2010, la deuda pasó de 14.000 a 30.000 millones,
y lo que era peor, la herencia legada en forma de emisiones a
particulares -los llamados bonos patrióticos que el Ejecutivo de Artur
Mas renovó- o los métodos de pago diferido (método alemán), llevaron en
los sucesivos años a un deterioro acelerado de las finanzas catalanas.
El quebranto financiero catalán, no compensado por los ajustes en el gasto durante el primer periodo de Mas, coincidió con el inicio del proceso soberanista,
al que buen número de economistas atribuyen que la región no presente
ahora unos números más aseados.
Aunque el gasto en «diplomacia», más de
150 millones desde 2010, es minimizado desde el soberanismo -el
chocolate del loro, se viene a decir-, otras partidas, como las de los
medios públicos, son más abultadas: más de 1.700 millones en los últimos
cinco años. Ni una cosa ni la otra explican por sí solas la zona abisal
en la que están las finanzas catalana, un deterioro que los mismos
expertos atribuyen al empeoramiento del clima económico de la comunidad
fruto de la desconfianza generada por el «proceso».
En este contexto, las cuentas públicas han encajado esta deriva y los mecanismos de liquidez del Estado han
jugado un papel clave para que Cataluña no haya caído en situación de
impago. Es la comunidad con un mayor importe de deuda, unos 72.274
millones de euros en 2015, de los que el 60% está en manos del Estado
-frente al 4% que tenía en 2012-.
Este apoyo del Estado desde 2012, además, no ha estado acompañado por
una mayor disciplina de la Generalitat, sino todo lo contrario.
Cataluña cerrará este año con un déficit mayor al de 2012, ya que
entonces acumuló un desvío entre ingresos y gastos del -2,26% del PIB y
hasta noviembre el desfase llegó al -2,21%. Es decir, desde que comenzó
el desafío independentista, la reducción fiscal de la región ha sido prácticamente nula.
En
este juego de ajedrez entre el Estado y la Generalitat, la deuda juega
un papel crucial. La Autoridad de Responsabilidad Independiente Fiscal
(Airef) ya ha avisado que el pasivo de la Generalitat amenaza con ser
«insostenible».
En un ejercicio hipotético, el Airef calculó qué
ocurriría si Cataluña volviera a los mercados el año que viene sin el
sostén del Estado, y el resultado sería en el impago, un colapso como el
de Grecia en 2010 y 2015.
El quebranto financiero catalán, no compensado por los ajustes en el gasto durante el primer periodo de Mas, coincidió con el inicio del proceso soberanista, al que buen número de economistas atribuyen que la región no presente ahora unos números más aseados.
Aunque el gasto en «diplomacia», más de 150 millones desde 2010, es minimizado desde el soberanismo -el chocolate del loro, se viene a decir-, otras partidas, como las de los medios públicos, son más abultadas: más de 1.700 millones en los últimos cinco años. Ni una cosa ni la otra explican por sí solas la zona abisal en la que están las finanzas catalana, un deterioro que los mismos expertos atribuyen al empeoramiento del clima económico de la comunidad fruto de la desconfianza generada por el «proceso».
En este contexto, las cuentas públicas han encajado esta deriva y los mecanismos de liquidez del Estado han jugado un papel clave para que Cataluña no haya caído en situación de impago. Es la comunidad con un mayor importe de deuda, unos 72.274 millones de euros en 2015, de los que el 60% está en manos del Estado -frente al 4% que tenía en 2012-.
Este apoyo del Estado desde 2012, además, no ha estado acompañado por una mayor disciplina de la Generalitat, sino todo lo contrario. Cataluña cerrará este año con un déficit mayor al de 2012, ya que entonces acumuló un desvío entre ingresos y gastos del -2,26% del PIB y hasta noviembre el desfase llegó al -2,21%. Es decir, desde que comenzó el desafío independentista, la reducción fiscal de la región ha sido prácticamente nula.
En este juego de ajedrez entre el Estado y la Generalitat, la deuda juega un papel crucial. La Autoridad de Responsabilidad Independiente Fiscal (Airef) ya ha avisado que el pasivo de la Generalitat amenaza con ser «insostenible».
En un ejercicio hipotético, el Airef calculó qué ocurriría si Cataluña volviera a los mercados el año que viene sin el sostén del Estado, y el resultado sería en el impago, un colapso como el de Grecia en 2010 y 2015.
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