(PELIGROSO FRACASO DE LA UE)
NO DEBE HABER IMPUNIDAD PARA
PUIGDEMONT.
El proceso de integración judicial en territorio comunitario
recibió ayer un varapalo con la decisión del Tribunal Superior de
Schleswig-Holstein de limitar la extradición de Puigdemont por el delito de
malversación, descartando así el de rebelión.
Resulta inaudito y lamentable que
esta Corte se permita entrar en el
fondo de la acusación cuando debería limitarse a calibrar
la equivalencia de los delitos argumentados por el juez Llarena. Esta
resolución pervierte
el funcionamiento de la euroorden, un procedimiento pensado no para enjuiciar a fugados como el ex president sino para facilitar
la cooperación judicial entre Estados miembros de la UE.
El Tribunal Supremo no aceptará la entrega de Puigdemont solo
por malversación. El juez Llarena baraja ahora dos opciones: retirar la euroorden o elevar el asunto
ante el Tribunal de Justicia de la UE para consultar al
máximo intérprete de la normativa europea si la decisión marco que puso en
marcha la euroorden permite una actuación como la de Schleswig-Holstein.
En todo caso, el
veredicto hecho público ayer es firme y, por tanto, no cabe recurso. Pese a la
contundente documentación remitida por Llarena, los magistrados alemanes
consideran que no se produjo el grado de violencia "suficiente"
durante el golpe perpetrado el pasado octubre. Por tanto, no ven equivalencia
con el delito de alta traición recogido en el artículo 81 del Código Penal
alemán.
Esta posición es tan incomprensible como la inadmisión del delito
de perturbación del orden público. Asimismo, el hecho de que los magistrados nieguen que Puigdemont
ejerciera de "líder espiritual" de la asonada secesionista y
consideren que éste tan solo quería "negociar" con el Gobierno no
puede considerarse más que un insulto a la inteligencia.
Primero, porque Puigdemont fue el principal
instigador del proceso soberanista en calidad de presidente de la Generalitat. Y,
segundo, porque no solo es que buscara la secesión sino que se atrevió a
proclamarla de forma unilateral el 27 de octubre.
Mientras el independentismo
arremete contra la Justicia española, el Gobierno acepta mansamente juzgar a
Puigdemont por un delito menor. Sánchez afirmó que las
sentencias no se califican sino que se respetan, lo que contradice su conducta
en casos como el de La Manada,
donde no ha evitado posicionarse. La realidad es que los líderes del procés encarcelados no son
presos políticos, por mucho que Torra lo repita de forma machacona.
Tampoco hay razón para desconfiar de las garantías procesales
que ampara nuestro Estado de derecho. Por tanto, el Gobierno no puede enmudecer cuando se pone en entredicho
el sistema judicial.
Puigdemont no quería negociar nada. Se alzó contra el orden constitucional, lo
que constituye un delito gravísimo que no puede quedar impune.
(Edit. El Mundo/13/7/2018.)
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