(No se
engañe. Es una forma delicada de decir ‘la España gilipollas’.
Más aún,
‘más gilipollas que nadie’. Al menos en Europa.
PD. No es para tomárselo a broma. Cuando una persona crece en años pero no madura, hay un problema. Esta generalizada actitud infantil impide afrontar los problemas con la necesaria madurez. Un ejemplo entre miles. El expresidente Zapatero no se levantó al paso de la bandera de Estado Unidos. Esto es- hasta cierto punto- comprensible en un adolescente, pero no en una persona que debería haber madurado. Mucho más si es presidente.
Pues bien, los que le votaron son como él. O parecidos. Este es el grave problema.)
PD. No es para tomárselo a broma. Cuando una persona crece en años pero no madura, hay un problema. Esta generalizada actitud infantil impide afrontar los problemas con la necesaria madurez. Un ejemplo entre miles. El expresidente Zapatero no se levantó al paso de la bandera de Estado Unidos. Esto es- hasta cierto punto- comprensible en un adolescente, pero no en una persona que debería haber madurado. Mucho más si es presidente.
Pues bien, los que le votaron son como él. O parecidos. Este es el grave problema.)
LA ESPAÑA
BAMBI.
Cuentan que
fue Alfonso Guerra, tan aficionado a los motes, quien llamó Bambi a Zapatero
por primera vez. Eran las formas de la vieja guardia socialista para despreciar
aquello del talante, el optimismo antropológico del ex presidente, la izquierda
amable, la alianza de civilizaciones, los cafés a 80 céntimos y eso de que la
Tierra no pertenece a nadie salvo al viento. Si uno busca buenismo en wikipedia, aparece Zapatero. En
serio.
Pero... ¿Y
si en realidad todos somos un poco ZP? Un poco Bambi, vamos. ¿Y si los
españoles somos irremediablemente de izquierdas?
La Fundación
BBVA presentó ayer la primera parte de su estudio internacional sobre valores
y actitudes en Europa acerca de la esfera pública y el retrato que traza
de los españoles dibuja un panorama casi enternecedor. Los españoles somos más
solidarios que nadie, más empáticos que nadie, más generosos y tolerantes que
nadie, más europeístas que nadie y, sí, más de izquierdas que nadie.
España es el
país con más ciudadanos situados ideológicamente en el extremo izquierdo del
espectro político (un 20% frente al 10% de Francia o Alemania, el 11% de Reino
Unido o el 8% de Italia). Los ciudadanos que se declaran claramente de izquierdas
duplican en nuestro país a los de derechas, justo al contrario de lo que
ocurre en países como Italia.
"Esta
autodefinición ideológica no es un indicador directo del voto", advirtió
durante la presentación del informe el director de la Fundación BBVA, Rafael
Pardo. "Sino que encapsula un modo de ver y estar en el mundo".
Y resulta
que nosotros, tras el boom de las políticas neoliberales de los años 80,
con la socialdemocracia en el diván, en pleno auge global de los movimiento de
extrema derecha y con PSOE y Podemos disfrazados de Pimpinela desde hace meses,
aún vemos el mundo desde la izquierda. ¿Por qué?
Ignacio
Urquizu, profesor
de Sociología en excedencia en la Universidad Complutense y alcalde socialista
de Alcañiz publicó este año ¿Cómo somos? Un retrato robot de la gente
corriente, una radiografía
del hombre medio en España que ya buceaba en los anclajes ideológicos de nuestra sociedad. "El
español medio es progresista", dice su libro, publicado justo antes de las
últimas elecciones generales, las que dieron un amplia (e insuficiente) mayoría
al PSOE de Pedro Sánchez, favorito en todas las encuestas en caso de inminente
repetición electoral.
"En
España, la memoria histórica ha desempeñado un papel muy importante en la
conformación de los principios y valores de nuestra sociedad y la ideología
no es algo que cambie de año a año", advierte Urquizu a Papel.
"La ideología tiene un fuerte componente emocional que racionalizamos a
posteriori, es decir, la gente decide a quién votar y luego busca los
argumentos que justifiquen su decisión. Y aquí el vínculo con el pasado es
más fuerte que en otros países porque no hace tanto que vivimos la Guerra
Civil, la última guerra romántica ideológica del siglo XX".
La memoria
histórica ha desempeñado un papel muy importante en la conformación de los
principios y valores de nuestra sociedad
Ignacio Urquizu
El trabajo
de la Fundación BBVA ha recopilado las respuestas de 1.500 personas de más de
18 años de cada uno de los cinco países más poblados de la Unión Europea:
Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España. Sus conclusiones no son
nuevas, pero ayudan a situarnos en tiempos de tormenta. Desde la
Transición, cuando arrasaban los cómics de la editorial Bruguera, siempre ha
habido más españoles que se reconocían de izquierdas, incluso cuando
gobernó la derecha.
Así lo ratifican todas las series del CIS,
independientemente de lo que después pasara en las elecciones.
"Que
los indicadores de izquierda-derecha mantengan cifras similares a pesar de los
cambios (de Gobierno) podría explicarse si los atributos asignados por el
conjunto de la sociedad a la izquierda fueran considerados mejores valores, con
mayor preferencia moral que los asignados a la derecha, de tal forma que cada
individuo tienda a considerar esos valores cercanos a sí mismo y a sus
preferencias morales", escribía el profesor Manuel Herranz Montero en un
estudio publicado en 2014 bajo una pregunta: ¿España es un país de
izquierdas?.
"Siempre
ha sido así y no es algo que salga de la nada. La forma de ser progresista de
los españoles es coherente con lo que piensan antes distintas cuestiones y con
cómo articulan esos pensamientos", apunta la socióloga Belén Barreiro, presidenta
del CIS entre 2008 y 2010 y autora del libro La sociedad que seremos, un
ensayo que decía, entre otras cosas, que la crisis económica nos ha hecho más
empáticos y mejores personas.
"Cuando se pregunta en las encuestas por
asuntos que tengan que ver con la redistribución o con el apoyo al estado del
bienestar, siempre salen posiciones más socialdemócratas que en otros países,
incluso entre gente que dice votar a la derecha.
Hay una tradición de
solidaridad en España incluso entre los más conservadores, quizás por los
valores católicos y por esa visión más compasiva de la sociedad que marca
nuestra forma de pensar. También somos más abiertos y tolerantes en todo
lo que tenga que ver con los estilos de vida. El apoyo al matrimonio
homosexual, por ejemplo, es bastante transversal porque colocamos nuestras
formas de vida por encima de los prejuicios".
Volvamos a
nuestro retrato robot. Los españoles no sólo somos más de izquierdas que los
ingleses, los alemanes, los franceses o los italianos, sino que la diferencia
entre nuestros jóvenes y los jóvenes de los otros países es aún mayor. Casi
cuatro veces mayor. El 31% de los españoles de entre 18 y 24 se sitúa en
la extrema izquierda, frente al 8% del resto de países. Y la
identificación con esta ideología crece conforme es mayor el nivel educativo:
el 44% de los ciudadanos que estudiaron hasta al menos los 20 años son
progresistas.
Hay una
tradición de solidaridad en España incluso entre los más conservadores, quizás
por los valores católicos.
Belén Barreiro
Somos los
europeos que menos representados se sienten por los partidos políticos
tradicionales, los más hartos de la corrupción (junto a los italianos), los
menos activistas pero a la vez los que acuden a más manifestaciones y secundan
más huelgas, los que apuestan con mayor convicción por la
responsabilidad del Estado y su intervención para garantizar la cobertura
sanitaria de todos los ciudadanos, las pensiones, el control de los
precios y los salarios y hasta los beneficios de las empresas. Y nos
apartamos del promedio también al sostener que los ingresos de los españoles
deberían ser más equilibrados, al margen de la formación de cada uno.
"A
diferencia de lo que ocurre en otras sociedades europeas, en España las
personas que se definen de derechas también defienden la igualdad",
sostiene Barreiro.
También
somos los más europeístas. El 63% de los españoles valora de forma positiva o muy positiva la
pertenencia a la Unión Europea, 15 puntos por encima del promedio del resto de
países. "En este aspecto somos más racionales que emocionales",
apunta Urquizu. "No es que seamos europeístas convencidos, es que en Europa
nos ha ido bien, nos ha beneficiado mucho".
"Sentimos
que dentro estamos mejor y que Europa nos da más de lo que damos",
sostiene Barreiro. "Pero es verdad que la tradición europeísta en nuestro
país siempre ha sido fuerte, al menos hasta la crisis, que debilitó ese sentimiento".
¿Nos
preocupa la inmigración? Pues tampoco mucho. Al menos no tanto como a nuestros
vecinos. En plena
metástasis de los discursos xenófobos y los proyectos para levantar un muro en
cada esquina, los españoles decimos que nos preocupa más un ciberataque (7,4
sobre 10) que la inmigración (6,7).
"Es
curioso porque nosotros tenemos la frontera más desigual del mundo. Sólo nos
supera Corea", dice Urquizu. El PIB per cápita de España es casi diez
veces mayor al de Marruecos. "Sin embargo nuestros valores de tolerancia
se han impuesto siempre".
A diferencia
de otras sociedades europeas, en España las personas que se definen de derechas
también defienden la igualdad
Belén Barreiro
Según el
informe de la Fundación BBVA, el 49% de los españoles cree que el Gobierno
debería permitir la libre entrada de las personas que buscan oportunidades en
nuestro país siempre y cuando haya puestos de trabajo disponibles. El
15% aboga, incluso, por la libre entrada de inmigrantes. Ningún otro país de
nuestro entorno llega a esas cifras y casi todos apuestan mayoritariamente
por establecer cupos de entrada, una opción que en España sólo defiende un 25%
de los encuestados.
"La
idea de los cupos no está presente entre los españoles, pero la población sí
espera que la entrada de inmigrantes no comprometa el mercado laboral, así que no se defiende
mayoritariamente una apertura indiscriminada", matizó ayer Rafael Pardo.
La encuesta
también nos dice que España es el país más abierto a los refugiados.
Estamos mayoritariamente de acuerdo con recibir a las personas que huyen de
territorios en guerra, personas que huyen de una persecución política, étnica o
religiosa e incluso a quienes huyen de la pobreza, un motivo que genera mucho
más recelo en el resto de estados. Ningún otro país cree con tanta
convicción que acoger refugiados es "un deber moral" y
"enriquece a la sociedad".
Qué nos
preocupa entonces. Principalmente el cambio climático, quizás el asunto que mejor nos
retrata. Somos el país más alarmado por el calentamiento global y el más crítico
con la responsabilidad del ser humano, pero también el más optimista al
respecto. ¡Qué narices! El 44% de los españoles aún cree que el cambio
climático es reversible.
¿Ingenuos?
La España Bambi es así.
(Rodrigo
Terrasa/ElMundo/17/9/2019.)
(UN EJEMPLO MÁS DE LO GILIPOLLAS QUE ES ESTE PAÍS. ESTO NO PASARÍA EN NINGÚN SITIO EXCEPTO EN ESTA SOCIEDAD ABORREGADA Y BAMBINA.)
(UN EJEMPLO MÁS DE LO GILIPOLLAS QUE ES ESTE PAÍS. ESTO NO PASARÍA EN NINGÚN SITIO EXCEPTO EN ESTA SOCIEDAD ABORREGADA Y BAMBINA.)
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