miércoles, 17 de marzo de 2021

NI MEJOR NI PEOR (II)

 

Ni mejor ni peor (II)

Por el contrario, si las reflexiones de estos profesores (su metalenguaje) es normativo o prescriptivo, están diciendo que las creencias/opiniones de los ciudadanos están equivocadas. ¿Por qué? Porque los ciudadanos creen que hay ‘mejor y peor’, y ellos (los profesores citados), afirman que no hay ‘mejor y peor’. Por tanto, los ciudadanos deberían actuar como si no hubiera ‘mejor y peor’.

Dice el autor del libro, el profesor Badenas: ‘Sartre cometió una tremenda estupidez (seguramente cegado por su ideología) cuando dijo que era imposible hablar de calidad literaria respecto de una novela escrita por un hombre de derechas, y como este se podrían citar muchos ejemplos’.

Estoy de acuerdo en que Sartre cometió una tremenda estupidez. Pero esto no es ningún argumento para justificar lo que dicen los profesores Haidt y Lakoff, de que no hay ‘mejor ni peor’, refiriéndose a las morales básicas, progresista y conservadora. ¿Por qué?

Sartre dice una idiotez, porque afirma que la izquierda es ‘buena’ y la derecha es ‘mala’. Por definición. Para evitar esta idiotez, deberíamos decir- como afirman los profesores Haidt y Lakoff- que no hay ‘mejor ni peor’, en relación con la derecha y la izquierda. Así evitaríamos cometer la idiotez de Sartre.

Pero esto es un error.

Una buena manera de evaluar si una política es ‘mejor o peor’, es atender a las consecuencias, o determinadas consecuencias. Lo incorrecto es afirmar, apriorísticamente, como Sartre, que la izquierda es buena y la derecha es mala. Al margen de las consecuencias que se puedan producir. Esta es la idiotez de Sartre.

Recapitulemos. Sólo en el caso de que los ciudadanos pasaran olímpicamente de las consecuencias- o determinadas consecuencias- de la políticas conservadoras o progresistas, y atendieran, exclusivamente, a su fanatismo ideológico apriorístico, tendría sentido decir que ‘lo mejor y peor’, no importa. ¿Por qué’? Porque el fanatismo político les impediría elegir. Ya habrían elegido para siempre. Es decir, los míos son siempre ‘buenos’. Los otros, son siempre ‘malos’. Esta es la idiotez que cometió Sartre, criticada por los profesores norteamericanos citados y por el profesor Badenas. Y por mí.

¿Tenemos, en España, este nivel de fanatismo político? En una minoría creo que sí. Aunque no tengo datos sociológicos y no puedo precisar su magnitud. Veamos. En 1982, el Congreso de Diputados, tenía 202 diputados del PSOE y el Senado, 134 senadores del PSOE. En 2016, el PSOE tenía 85 diputados en el Congreso y 43 senadores en el Senado. ¿Cómo se explican estos cambios si los ciudadanos son tan fanáticos como Sartre? Es decir, los míos siempre lo hacen bien y los otros, siempre mal.

Por otra parte, hubo una derrota electoral del PSOE en 1996, después de tres mayorías absolutas seguidas. ¿No tuvo nada que ver la crisis económica de 1993, la permanencia de España en la OTAN, el clientelismo, amiguismo y corrupción socialista?

Si la respuesta es que sí tuvo que ver, es que la mayoría de ciudadanos valora ciertas consecuencias como ‘peor y mejor’. Aunque haya una minoría- desconozco lo grande que es- que actúa fanáticamente, como Sartre. La izquierda siempre es buena. La derecha siempre es mala.

Resumiendo, si el discurso de los profesores Haidt y Lakoff es descriptivo del comportamiento político ciudadano, no es cierto. Y si su discurso es normativo/prescriptivo, acerca de lo que los ciudadanos deberían hacer, parece contraintuitivo. ¿Por qué los ciudadanos deberían rechazar ‘mejor y peor’ en política, cuando su comportamiento habitual, en la vida diaria, es valorar las cosas como ‘mejor y peor’?

Creo que los ciudadanos seguirán votando lo que crean que es mejor. Sin llegar, esperemos, al fanatismo de Sartre.

En todo caso, me parece más realista lo que decía el economista K. Galbraith: ‘No votamos entre buenos y malos, sino entre malos y peores’.

Y los ciudadanos razonables elegirán, generalmente, el ‘malo’. Porque es el ‘mejor’ de lo que hay.

O, tal vez, estos ilustres profesores estén anunciando- sin querer- lo que se nos viene encima. Que se vote lo que se vote, los ciudadanos estaremos igualmente fastidiados. Porque no habría mejor, ni peor. Todos igualmente malos. Sin embargo, creeremos ser felices. Se encargarán de ello, Google, Apple, Amazon, Facebook, Twitter y las innumerables ‘franquicias’ progresistas. Con el rotundo (y estúpido) fracaso mediático de la derecha centrada descafeinada.

Por cierto, imagino que ha visto la brutal violencia callejera, amparada públicamente por el vicepresidente del gobierno y su tropa comunista. ¡Y Sánchez calladito! Valorada por la izquierda mediática como ‘manifestaciones pacíficas’. ¿Qué más se necesita para entender la enorme gravedad que esto supone para la estabilidad democrática?

Claro que podemos decir, como el cardenal Omella, que se debe a la injusticia social. ¿Una justificación de la violencia catalanista?

En todo caso, quejándose desde el sofá, mirando la tele, no será suficiente. A veces, hay que hacer algo más, para rechazar ‘lo peor’ (un Frente Popular actualizado, o una República Bolivariana españolizada) y hacer ‘lo mejor’, que es defender la democracia amenazada.

Amenazada por socialistas, comunistas, podemitas, filoetarras, golpistas, y mayoritarios medios de manipulación. De progreso, naturalmente.

Es mejor enterarse.

 

(MallorcaDiario/17/3/2021.)



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