Perfección y fanatismo
La imperfección es la existencia
de defectos que impiden que una persona, una cosa, una sociedad, sean
perfectos. El fanatismo es una adhesión radical, exagerada y apasionada a
una idea, causa o doctrina.
Empecemos por la imperfección. No
me refiero a una actitud superficial y momentánea, del tipo, ‘No somos
nadie’, o algo parecido. O el reconocimiento de que ‘no soy perfecto’.
Me refiero a la asunción de que la imperfección es un elemento
consustancial de los hombres. ¡Y de las mujeres! Una vez estaba hablando
con una persona de las que creen en la perfección (aunque sea con
minúsculas), es decir, de personas que están permanentemente irritadas e
indignadas porque el mundo real está lleno de errores e imperfecciones.
Dado que no tenía interés en iniciar una discusión, traté de
terminar con una frase. ‘Pues mira, a mí me asombra, cada vez que salgo
de casa por la mañana, que sigan pasando los autobuses y no haya tiros
por las calles’. Y me fui, deseándole un buen día. Tal vez exageré un
poco. Pero no mucho.
André Malraux, en ‘La condición humana’,
se refiere a los que ‘combaten contra un enemigo superior para devolver
la dignidad a aquellos por quienes combaten: los miserables, los
humillados, los explotados, los esclavos…’
¿Qué tiene esto que
ver con la imperfección? No se trata de criticar- no lo hago- a los que
luchan (realmente), para sí mismos o para otros, para conseguir la
debida dignidad, que todo ser humano debe tener. Esta es una muy
justificada lucha contra la imperfección que no va de la mano del
fanatismo.
Pero va ligado al fanatismo cuando se trata de
terminar, para siempre, con las lacras de la humanidad. Y, para ello,
hemos de alcanzar ‘un mundo feliz’, con un ‘hombre nuevo’. Estos
objetivos son tan sagrados que pasan obligatoriamente por encima de
cualquier otra consideración.
La distopía, ‘Un mundo feliz’ de
Aldous Huxley, muestra un mundo feliz, sin guerras, sin pobreza,
tecnológicamente avanzado y dirigido por un Estado mundial. Se aplica el
‘soma’, una sustancia que impide que tengamos frustraciones. La
creación humana está diseñada genéticamente para conseguir niños ¡y
niñas! que sean felices. Un mundo en el que los individuos creen ser
libres, pero no lo son. Como dice el propio Huxley: ‘Sería esencialmente
un sistema de esclavitud, en el que, gracias al consumo y el
entretenimiento, los esclavos amarían la servidumbre’.
Esta es
la perfección, una prisión sin muros. Este tipo de perfección,
dramáticamente deshumanizada, va de la mano del fanatismo. Perfección
tan fanática que no comprende al hipotético discrepante. Algo parecido a
lo que sucedía en la antigua Unión Soviética. Los disidentes políticos
eran considerados enfermos. Muchos de ellos- otros se fusilaban
directamente- eran ingresados en clínicas psiquiátricas. ¡Sólo un loco
puede oponerse a la perfección!
En la España actual no sucede
lo mismo que sucedía en la Unión Soviética. Estamos en la UE y somos
reconocidos internacionalmente como un sistema democrático.
Solamente
nuestros queridos racistas y xenófobos catalanistas proclaman- a los
cuatro vientos- que España es una terrible dictadura. Tan dictadura que-
en Cataluña- gobiernan los separatistas antiespañoles. Pero este es
otro tipo de fanatismo. Sólo decir que es un fanatismo identitario de
buenos y malos. Con tintes racistas y xenófobos. Los buenos son los
catalanistas puros (la perfección) y los malos el resto. Con
adoctrinamiento a todos los niveles. Incluso a los niños, en los
recreos.
En la España actual, un gobierno socialista sobrevive
políticamente gracias al apoyo de comunistas, golpistas catalanistas y
filoetarras. Algo inaudito. ¿Cómo es posible?
Hay varias razones. Este gobierno, aunque sea indirectamente y con
palabras adecuadas, quiere situarse en el mundo de la perfección. ‘Somos
la izquierda’.
En primer lugar, este gobierno social comunista
carece del ‘soma’ del que habla Huxley, pero tiene sustitutivos.
¿Cuáles? La mayoría de los medios de comunicación son medios de
manipulación a favor de este gobierno. No en vano han recibido mucho
dinero público. De nuestros impuestos. Esta es una tarea muy parecida a
la que hacía
Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler. O sea,
repetir mil veces una mentira, para convertirla verdad. En realidad, no
es que se convierta en una verdad, es que mucha gente lo traga como si
fuera una verdad. ¿Por qué? Por la repetición mediática incansable.
Directa, o subliminalmente, la idea que se lanza es que la izquierda es
buena (la perfección), y la derecha es mala. Aquí se pueden introducir
los matices que se consideren oportunos.
Hasta tal punto tiene
efecto la manipulación de los medios, supuestamente informativos, que- a
veces- se pasan de frenada. Unas veces sin querer, y otras queriendo.
Un ejemplo. Si no viviéramos en una sociedad (parcialmente) enferma-
políticamente hablando-, se habría producido un escándalo de enormes
proporciones. Pero la enfermedad ya es muy grave. Digo de paso, que el
Partido Popular, parece no enterarse de la preocupante situación que
vivimos y de lo que nos estamos jugando. Un vergonzoso ‘Centro centrado’
descafeinado. Irresponsables.
Noticia: Una youtuber
entrevistada por Rufián pide "matar" a los miembros de Vox, y Abascal va
a los tribunales. “No es un programa en directo, así que Rufián tuvo la
oportunidad de haber editado o evitado lo que es una clara amenaza",
sostiene Vox.
Es decir, la izquierda moralmente superior, puede
verse ‘obligada’ a matar a los malos/la imperfección. Primero, hay que
deshumanizar a la derecha, luego...
PD. El diputado de Vox por
Lérida en el Parlament, Toni López, denunció este viernes haber recibido
una amenaza de muerte en su vivienda.
Repita, con indignación progresista: ¡Vox, fachas!
(MallorcaDiario/8/9/2021.)
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