lunes, 10 de enero de 2022

CONSPIRANOICOS Y VACUNACIÓN

 

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LAS CONSPIRACIONES SANITARIAS SIGUEN EN CANDELERO

Publicado el enero 10, 2022 por Gustavo Catalán (médico)

            Sin la suficiente información y capacidad para su adecuado manejo, actitudes y comportamientos no pasan de bufonadas y es lo que está sucediendo con los negacionistas respecto a la actual pandemia, con los peligros que ello conlleva, aparte de para ellos mismos, respecto a la población en su conjunto. Porque la utilidad de las vacunas es objetivamente incuestionable por más que atribuyan la enfermedad y su prevención a oscuras maquinaciones, lo que es sin duda resultado de una estupidez que no tiene visos de ceder por ser inmune a las evidencias y es que, como apuntara Andrés Trapiello, los imbéciles, al igual que sucede con los cornudos, son los últimos en enterarse de su condición.

Es sabido que las creencias, cual es su caso, son impermeables a los hechos y así viene ocurriendo en el ámbito sanitario desde mucho tiempo atrás, con consecuencias que no por conocidas modifican unas elecciones sin base empírica y que, como se ha demostrado hasta la saciedad, pueden incluso provocar la muerte si sustituyen a eso que determinadas cohortes de necios ha dado en llamar, con desprecio, “medicina convencional”. En sustitución de la misma, dietas milagro, homeopatía, orinoterapia, Flores de Bach o lejía para tratar el autismo… En España, casi un 10% de la población acepta las pseudoterapias y, en el caso de cánceres, aproximadamente 1/3 de los enfermos creen en su utilidad, aisladas o en paralelo con el tratamiento médico, aunque ello pueda duplicar –como se ha comprobado- la mortalidad a medio plazo.

Contra la COVID, negar la eficacia vacunal, la misma existencia del virus o atribuir las medidas sanitarias a oscuros intereses, sigue en la línea de irracionalidad antedicha, por otra parte no exclusiva de este país. En una encuesta publicada hace siete u ocho años en EEUU, casi la mitad de adultos (49%) interrogados creían por lo menos en una de las sugerencias que se presentaron para recabar su opinión y, entre ellas: El sistema sanitario evita que se propaguen remedios naturales, No se evita el uso de vacunas a pesar de saberse que producen autismo, Se introducen organismos genéticamente modificados para reducir la población mundial, Se infecta a gran número de afroamericanos con el virus del Sida, Se sabe que el uso de teléfonos móviles produce cáncer pero no se dice… Seguidamente, se comprobó que un 35% de quienes creían en 3 ó más de estos u otros infundios usaban terapias alternativas y eran más proclives a abandonar las prescripciones médicas, vs un 13% de quienes los rechazaron.

Se concluyó de lo anterior que una mayor facilidad para asumir teorías conspiratorias, en comparación con la información científica, siempre más compleja y con altas dosis de incertidumbre, explicaría el predominio de las creencias por sobre la realidad, de lo que se deduce, entre otras cosas, la necesidad de una mayor y mejor divulgación por lo que respecta a la medicina y sus logros: desde la epidemiología y profilaxis, al tratamiento si es el caso. Es precisamente lo que viene sucediendo con la actual pandemia y la cohorte de peligrosos visionarios frente a la misma. Sólo cabe esperar que la amenaza termine pronto, así que esperemos, remedando a Machado, un mañana por ventura pasajero. Merced a la ciencia y pese a ellos.

 

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