El gallina
Nos vamos enterando ahora de que nuestro chulesco gallito del corral, el que se promocionaba chorreando testosterona en ese tratado de autobombo llamado “Manual de resistencia”, no es tan gallo como parecía. La road movie castiza que protagonizó desde finales de 2016 -a lomos de un Peugeot 407- recorriendo -supuestamente- durante seis meses todos los pueblos de España no fue más que una más de sus performances trucadas. Salida de caballo con llegada de pollino. Que, con el tiempo, ha ido degenerando en gallina.
Aparte de su imposibilidad actual de salir a la calle sin su numeroso séquito de seguridad y su caravana de coches oficiales, pues resulta abucheado allá donde va, también sabemos hoy que a nuestro Presidente Pedro Sánchez le gusta muy poco rendir cuentas y dar explicaciones ante sus ciudadanos. En especial si alguien le puede llevar la contraria, o hacerle preguntas incómodas que siempre evidencia no poder soportar. Sólo le gusta explicarse con quienes le dejan hablar y no le preguntan nada. Ante quienes babean de forma patética ante su narcisista y ególatra personalidad.
Ya hemos comentado en artículos previos las artimañas que organizó el sujeto, con la colaboración de la presidenta del Congreso de los Diputados Meritxell Batet, para suspender de forma ilícita la rendición de cuentas parlamentaria durante el confinamiento. Cosa que resultaba insólita en la historia del parlamentarismo occidental, puesto que jamás había sucedido algo así ni en tiempo de guerra. Hasta que el Tribunal Constitucional les sacó los colores de una forma vergonzante, declarando la inconstitucionalidad de esa y otras varias medidas adoptadas por el Gobierno para restringir la información y las libertades aprovechando la pandemia.
Recientemente hemos conocido en detalle que tampoco le gusta explicarse en los medios de comunicación si no tiene garantizada de antemano una sesión intensiva de spa, baño y masaje. El pasado lunes 10 de enero, Pedro Sánchez fue entrevistado en el programa de Àngels Barceló de la Cadena SER. Era la cuarta entrevista que concedía a la radio del grupo Prisa desde el comienzo de la presente legislatura. Mientras que a la competencia todavía no le ha concedido ninguna.
En los dos últimos años, quien se presentaba a sí mismo como un modelo de resistencia no se ha dignado a pisar los estudios de la COPE, ni de Onda Cero, ni de Es Radio y ni siquiera de Radio Nacional de España. Ese mismo lunes 10 de enero, uno de los afectados por los reiterados desplantes y ausencias de Sánchez, el periodista Carlos Alsina, lo comentaba irónicamente en su programa aludiendo a la evidente “pluralidad informativa del Presidente”.
Algo muy parecido ha sucedido también con las televisiones y los periódicos nacionales. Sánchez ha concedido entrevistas sólo a La Sexta, a Telecinco y a Televisión Española, pero nunca ha querido saber nada de las invitaciones para acudir a Antena 3 a ser entrevistado por el incisivo Vicente Vallés. También se ha prodigado en las páginas de El País o La Vanguardia, o en el digital eldiario.es, pero jamás se ha dignado a aparecer en ABC, La Razón, El Mundo, El Español, El Confidencial, Vozpópuli o en OK Diario. A nuestro presumido maniquí gallináceo sólo le gusta jugar en casa. Y siempre que esté arropado por las carantoñas habituales de los pelotas de siempre.
Otra muestra evidente de esa desquiciada estrategia de comunicación podemos contemplarla en las ruedas de prensa que se celebran en el palacio de La Moncloa. En las comparecencias de Pedro Sánchez organizadas en la sede de la Presidencia o bien no se admiten preguntas, o la Secretaría de Estado de Comunicación permite exclusivamente las de los medios más afines al Gobierno actual. Como ha contado detalladamente Jaime Cervera en elliberal.com, en la rueda de prensa dada en el palacio presidencial el pasado 29 de diciembre de 2021 sólo se admitieron preguntas de seis medios de comunicación, todos de titularidad pública o de línea editorial cercana al Gobierno. Concretamente de La Sexta, la SER, TVE, EFE, El País y eldiario.es. Todos los demás medios parecen no existir para el gallina que nos gobierna, con el consiguiente desprecio a un buen número de ciudadanos españoles, que tratan legítimamente de informarse a través de lo que esos medios publican.
¿Cómo se puede explicar que el Presidente del Gobierno de una democracia occidental haya implantado semejante política de comunicación típica de una república bananera? Varias claves interesantes nos pueden aportar luz en este asunto. La primera es, ante la ausencia de proyecto, la enfermiza obsesión de Pedro Sánchez y su numeroso equipo -el actual de Félix Bolaños y el anterior de Iván Redondo- por la imagen y la propaganda. Prefieren no dar explicaciones antes que hacer el ridículo, incurrir en contradicciones, o que queden en evidencia sus recurrentes mentiras, su improvisación permanente y su escaso bagaje personal. Recuerden que nuestro Presidente es un orador limitado, carente de recursos para replicar eficazmente, a quien se le crispa dramáticamente el rictus ante la más mínima contrariedad. Cuando le sacan del rollo que lleva preparado ofrece una pésima imagen que combina chulería, autoritarismo y ausencia de empatía personal.
Existe luego una gran responsabilidad de los medios de comunicación, muchos de los cuales han renunciado hace tiempo a cumplir su sagrada función de controlar al poder, sucumbiendo a los cantos de sirena de las subvenciones públicas y las ayudas europeas monopolizadas por el poderoso dedo de Sánchez, Montero y Calviño. Hoy ejercer de contrapoder, elemento consustancial a toda prensa libre, constituye una actitud heroica y prácticamente inexistente. El peloteo, el incienso y las genuflexiones han sustituido hace tiempo a la crítica sana y a las preguntas incómodas. El día en que los medios habituales en las comparecencias de Moncloa se plantasen exigiendo la presencia activa del resto de sus colegas la actitud totalitaria del Gobierno duraría dos telediarios. Pero, con semejante pastoreo mediático, ese noble gesto jamás va a suceder.
De esta infamante forma entiende el gallina de Pedro Sánchez lo que llama la “resistencia”. Ya veremos cuánto le dura.
(MallorcaDiario/24/1/2022.)
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