La conquista catalana no fue
en el Siglo XIII: la vivimos ahora
- MATEO CAÑELLAS TABERNER
Actualizado:
30/12/2022 08:35
La conquista
catalana no la protagonizó Jaime I de Aragón cuando el 31 de diciembre
de 1229 entró en Medina Mayurka. La conquista catalana de Baleares
la estamos padeciendo estas últimas décadas.
La conquista de Mallorca de Jaime I
no fue ninguna conquista catalana. Y no lo fue por dos motivos fundamentales.
Primero, la empresa de Mallorca fue la
continuación de la reconquista cristiana iniciada trescientos años atrás
desde los condados de la antigua Marca Hispánica. Fue una Cruzada cristiana
contra el Islam y llevada a cabo en la misma época de la Sexta Cruzada para la
recuperación de Jerusalén. De hecho, el papa Gregorio IX promovió la
conquista y poblamiento de Mallorca con diversas bulas, concediendo a sus
participantes las mismas indulgencias dadas a los cruzados de Tierra Santa.
Y segundo, como en todas las conquistas de la
Corona de Aragón, sus participantes procedían de muy diversos territorios,
básicamente de Provenza, Barcelona y Aragón.
Así es, la
conquista catalana la estamos viviendo actualmente, no fue hace ocho siglos.
Antes éramos el Reino de Mallorca, ahora somos “les Illes”. Antes teníamos
una lengua con gramática, ortografía y diccionarios, ahora tenemos unas tristes
modalidades de la lengua catalana, totalmente marginadas y maltratadas.
Antes teníamos el mar balear entre la península ibérica y nuestra tierra, ahora
tenemos el mar catalán. Antes teníamos una bandera dada por los reyes de
Mallorca y ahora tenemos una bandera inventada que no quiere nadie.
Antes un sapo era un “calàpet”, ahora es un “gripau”. Antes una
codorniz era una “guàtlera”, ahora es una “guatlla”. Antes un
pato era una “ànnera”, ahora es un “ànec”.
Antes teníamos el “Mapamundi de
1375” de Cresques
Abraham, ahora tenemos el “Atlas
Catalán”. Antes sabíamos que Ramón Llull, en su testamento de 1313, destinó
140 libras para que se copiasen sus diez obras más recientes en romance y en
latín (“scribantur libri in pergameno in romancio et latino”) y que
era el traductor de su “Libro de Contemplación en Dios” del árabe al
romance (“romançador d’aquesta obra d’arabic en romanç”), ahora tenemos su nombre para el Instituto Ramón Llull, que tiene como objetivo “promover en el
exterior los estudios de lengua y cultura catalanas” (www.llull.cat).
Antes
teníamos la Universidad Literaria de Mallorca, ahora tenemos la UIB.cat. Antes cada 31 diciembre teníamos la
ofrenda floral a Jaime I en la plaza de España, ahora es en la plaza de la
Puerta Pintada (es el mismo lugar, pero ya han quitado la palabra España). Antes
se podía colocar una bandera de España en las aulas, ahora altera la convivencia
(pero la colocación de banderas esteladas en las fachadas de los colegios no
va contra la convivencia). Antes se impartían clases en castellano,
ahora sólo en catalán.
También sabíamos
de la resistencia de los mallorquines durante las invasiones aragonesas de 1285
y 1343, tanto en la capital como en los castillos roqueros de Alaró,
Santueri y Pollensa. Sabíamos que los héroes Cabrit y Bassa
habían sido ajusticiados por el infante aragonés por su defensa del castillo de
Alaró en 1285. Como también que el mismo Ramón Llull, durante los más de
diez años en que Mallorca estuvo en manos de Aragón, no puso pie alguno en
ningún territorio aragonés en protesta por la invasión, y que, además, en
su obra “Blanquerna” así lo denunció por boca del mismo Jaime II de
Mallorca: “ahora me he vuelto pobre y menospreciado de las gentes por un
rey orgulloso e injurioso quien por su gran poder y por avaricia me ha quitado
mi tierra”.
También sabíamos lo que le
contestaron los mallorquines al usurpador Pedro IV de Aragón en 1343: “el Rey de
Mallorca (Jaime III) era su señor natural” (“Cronicón Mayoricense”).
Y que durante las siguientes celebraciones de la Fiesta del Estandarte los
nobles mallorquines se negaron a llevar la insignia de las cuatro barras.
Pero ahora resulta que la resistencia de los mallorquines a las invasiones no
fue tal, ya que “los isleños no movieron ni un dedo en lo que era una pelea
entre parientes” (www.arabalears.cat).
Desde la
muerte de Jaime III en Llucmajor a manos de Pedro IV el recelo a todo lo
catalán fue la constante histórica de los mallorquines. Y que se intensificó desde el
momento en que Pedro IV sometió al reino a un terrible expolio fiscal
para financiar sus campañas para las guerras de Cerdeña y de Castilla, lo
que obligó al reino a emitir deuda que fue suscrita mayoritariamente por
comerciantes catalanes. Durante siglos
nuestros antepasados lucharon para defender la personalidad propia del reino,
ante las ansias fagocitadoras catalanas.
Durante las
negociaciones que llevaron al Compromiso de Caspe de 1413 para elegir al nuevo
rey de Aragón los
mallorquines fueron excluidos del proceso de elección, hecho que comportó
la protesta del síndico mallorquín Berenguer de Tagamanent ante el
parlamento general de Cataluña. Tagamanent pidió a los catalanes que se
definiesen, dejándoles muy claro que Mallorca no formaba parte de Cataluña,
motivo por el cual parecía que los mallorquines quedaban excluidos: “se diga si
para algunos hay duda que el Reino de Mallorca es reino por si, o miembro del
Principado de Cataluña”. Como también recordó que Mallorca, Valencia,
Cataluña y Aragón eran entes independientes: “es similar a dudar si jamás
los reinos de Aragón, de Valencia y de Mallorca tuvieron rey, ni señor alguno,
ni el Principado de Cataluña, conde o príncipe”.
Después de
la guerra catalana de 1462 llegaron las negociaciones para evitar nuevas
sublevaciones contra el rey. Uno de los puntos a tratar fue la deuda
mallorquina en manos catalanas. Durante los diez años de guerra, el rey Juan
de Aragón había confiscado los pagos de los mallorquines correspondientes a
los catalanes para sufragar la guerra. Pero una vez restablecida la paz, aunque
cesaron las confiscaciones, los mallorquines continuaron ocho años más sin
pagar a los catalanes, motivo por el cual se tuvo que llegar a una
Concordia en 1481.
Fue en ese
momento que los mallorquines recordaron a los catalanes su deslealtad hacia
su rey como también el rencor que mantenían hacia Mallorca por no querer
aliarse con ellos contra Juan II: “la voluntad de los acreedores de
Cataluña, que hacen su instancia no tanto por su interés como por el odio, el
cual concibieron contra este Reino, por no querer oír las peticiones y
persuasiones de los catalanes durante las perturbaciones de Cataluña, cuando levantaron
la obediencia al señor rey don Juan”.
El conflicto
entre mallorquines y catalanes continuó en el siglo XVI. En 1517, el Consejo de Mallorca
envió a la Corte Real de Gante al notario Juan Crespí con la misión de
aclarar la denuncia hecha por los jurados mallorquines a la gestión del regente
de la Cancillería, el abogado catalán Miguel de Gualbes. Dada la
condición de catalán de Gualbes, como la del antiguo lugarteniente del reino, Juan
de Aymerich, el embajador mallorquín volvió a sacar a la luz la hostilidad
mallorquina hacia Cataluña debido a la mala administración del regente:
“bien es verdad han sido procesados dos catalanes (Gualbes y Aymerich) que han
presidido el Reino y destruido aquel, y que pues no nos convienen, no los
queremos en nuestra compañía”.
Cuando
Crespí relató cómo Gualbes le dijo que los catalanes habían conquistado
Mallorca (ya se lo pensaban), el notario mallorquín Crespí le replicó diciendo
que no era así, que “los conquistadores del Reino hemos sido nosotros mismos
que permanecimos en él”, en clara identificación con la población mozárabe
mallorquina que siglos atrás vivió la conquista de Jaime I de Aragón.
Para dejar
las cosas del todo claras en relación a los catalanes, en el año 1600 el Consejo
Supremo de Aragón dictaminó que los catalanes eran considerados extranjeros en
Mallorca, y que, por tanto, debían satisfacer el derecho del forastero que
pagaban a la administración mallorquina todos los extranjeros que residían en
Mallorca.
La constante histórica de la tensión
entre mallorquines y catalanes se siguió manteniendo. Durante una nueva sublevación
catalana contra el rey, esta vez le tocó a Felipe IV de España en 1640, los
mallorquines no volvieron a ayudar a los catalanes y apoyaron nuevamente al
monarca, convirtiéndose en base de operaciones para la guerra. Finalizada
la guerra en 1652 fue motivo de agradecimiento real la importante cooperación
mallorquina: “he querido significaros la aceptación y memoria que me queda de
todo y daros muchas gracias por la demostración y firmeza con que habéis
continuado vuestras asistencias y socorros”.
El primer y
único intento catalán de conquista de Mallorca por las armas tuvo lugar durante
la Guerra Civil. El 16 de agosto de 1936 año desembarcaron
en Porto Cristo las fuerzas de la Generalidad de Cataluña al mando del capitán
Alberto Bayo. Como en los siglos anteriores la decisión de los
mallorquines fue firme. Los más de 8.000 milicianos de las fuerzas
invasoras catalanas fueron rechazados por unos 3.000 efectivos mallorquines de
las milicias de Manacor, Artá, Villafranca y Palma, además del Tercio de
Voluntarios de Palma Jaime I. La expedición catalana fue un rotundo
fracaso. Bayo y sus milicianos recibieron la orden de retirada del Gobierno de
Madrid el día 3 de septiembre.
Y volvamos al
siglo XXI, a la verdadera conquista catalana de Mallorca. Es la
usurpación, sustitución y expolio de nuestra lengua, de nuestra cultura y de
nuestra historia mediante la introducción del dominio punto.cat, de
festejos importados desde Cataluña como los “correfocs” y los
“castellers”, y, sobre todo, la incesante labor de tergiversación,
falsificación y catalanización de los libros de texto de Baleares durante
las últimas décadas. Los libros
de los alumnos de Baleares están editados en Cataluña y en lengua catalana
estándar y usan una nomenclatura totalmente pancatalanista.
Las Baleares
son “les Illes”, la comunidad Valenciana es “el País Valencià” y
añadiendo “el Principat” suman “els Països Catalans”. La Guerra
de Independencia es “la Guerra del Francés”. La Corona de Aragón es “la Corona
catalano-aragonesa”. Jaime I de Aragón es “el rei català”. Y no falta el
mantra pancatalanista de la conquista catalana de Mallorca: “La conquista de
Mallorca (1229) (…) supuso su anexión a la Corona de Aragón y la adopción del
catalán como lengua. La población musulmana fue expulsada de Mallorca y de
Ibiza. Estas islas fueron repobladas exclusivamente por catalanes”. Y como
no, que “Llull elevó el catalán a lengua universal”.
Ha sido en
estas décadas, con el catalanista Estatuto de Autonomía de 1983, que después de
un largo periplo iniciado en 1829 con la sustitución la Universidad
Literaria de Mallorca por la Universidad de Barcelona (en la misma época de
la “Renaixença” catalana) cuando se está culminando el proceso de
subordinación intelectual y cultural de nuestra clase cultural y, por ende, de
nuestra clase política al catalanismo, y que consiste en hacernos catalanes….
Y para que no nos desviemos del camino (ni los habitantes de Baleares, ni
muchos menos, los políticos que implantan las leyes catalanistas), los
tentáculos de los entes quintacolumnistas (subvencionados por la
Generalidad de Cataluña) llegan a todos los niveles administrativos, periodísticos,
culturales, educativos y políticos de Baleares. Ahí tenemos a la
Obra Cultural Balear, al sindicato de enseñanza STEI, al partido políticos Més,
al periódico Ara Balears, y como no, a la UIB.cat dirigiendo la orquesta.
La pregunta
planteada por el politólogo e historiador argentino Marcelo Gullo y la
respuesta que da es la triste realidad que estamos viviendo en Baleares: ”¿Qué
pasaría si a un pueblo se le tergiversa o se le falsifica su pasado? ¿Qué le
sucedería a un pueblo si sus niños y sus jóvenes estudian una historia, la de
su propio pueblo, intencionadamente falsificada? La respuesta es simple:
ese pueblo perdería su ‘ser’, su ‘ser nacional’”. Así de sencillo, la
conquista catalana y el expolio catalanista de Baleares es ahora
(www.illesbalears.cat, www.conselldemallorca.cat, www.palma.cat,
www.culturamallorca.cat…) y lo “celebramos” cada 31 de diciembre, en la plaza
de España, no, en la Puerta Pintada.
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