viernes, 9 de septiembre de 2005

Minisón de la Universidad

MISIÓN DE LA UNIVERSIDAD

Como es sabido, Ortega y Gasset escribió un libro con el mismo título. No pretendo hacer un resumen del mismo sino exponer unas pocas ideas sobre la Universidad española actual. De Ortega sólo recordaré su miedo a que la Universidad se dedique a formar ‘técnicos bárbaros’, es decir, estudiantes formados técnicamente pero no (además) en un sentido más amplio, que ayude a convertirles en buenos ciudadanos y no sólo en buenos técnicos. A pesar de las acusaciones de elitismo que ha recibido, finalizaré mi referencia a Ortega con una frase que debería mostrar que las personas inteligentes rara vez son lineales. Dice, ‘las instituciones existen- son necesarias y tienen sentido- porque el hombre medio existe. Si sólo hubiese criaturas de excepción es muy probable que no hubiese instituciones ni pedagógicas ni de poder público. Es, pues, forzoso, referir toda institución al hombre de dotes medias...’

En unas recientes declaraciones, Juan Iglesias, Premio Príncipe de Asturias, decía, ‘me parece una desgracia social que la Universidad haya perdido su vocación educadora y se haya dedicado simplemente a la capacitación profesional y la investigación.’ En un sentido parecido J.A. Marina, ‘al haber perdido su vocación educativa, la Universidad ha perdido su alma, no tiene un proyecto ético sino pragmático.’ No se trata de promover las charlas de café, o las algaradas para no trabajar. Se trata (además de una buena preparación profesional) de crear una conciencia crítica responsable. Así pues, ni ‘técnicos bárbaros’ ni ‘profesionales de la protesta.’ Terminaré esta primera parte con la opinión de V. Pérez-Diaz, ‘la Universidad tiene algunos deberes con los semidioses locales pero su deber principal es impulsar su comunidad local a que sea respetuosa de la verdad y abierta al mundo.’

Poco espacio queda para decir algo sobre algunos males de la Universidad. Pero quede claro que no soy un masoquista al uso. Aunque algunos se solacen relatando un rosario de miserias (algunas ciertas y otras no) la Universidad tiene, ciertamente, aspectos positivos. Es inevitable que algunos amargados y rencorosos se nieguen a ver lo bueno y se recreen solamente con lo malo. En este sentido, conviene recordar lo que decía uno de los miembros del Círculo de Viena, O. Neurath: que sólo podemos arreglar el bote mientras seguimos remando; no podemos partir de cero.

Uno de los aspectos negativos de la Universidad (hablo de mi experiencia y no pretendo formular leyes generales) tiene que ver con el caciquismo, más finamente llamado endogamia. Ahora se quieren hacer algunas modificaciones a la Ley de Reforma Universitaria. Aunque las leyes buenas y bien formuladas suelen tener efectos beneficiosos resulta más importante que se produzca (aunque sea en forma de proceso) un cambio ético, que vea cada vez con mayor repugnancia estas prácticas. Ha sucedido, afortunadamente, con la violencia doméstica y puede suceder en otros ámbitos. Como es obvio, hay de todo, como en botica. La Universidad no podía ser una excepción y hay gente estupenda, tanto humana como profesionalmente.

Pero mi experiencia me permite decir esto: para hacer carrera académica lo mejor es ponerse a la ‘sombra’ de un catedrático. Si te portas bien, tanto en el ámbito académico como en el personal, el jefe irá preparando el terreno para que el discípulo vaya subiendo las escaleras académicas. Llegado el momento sugerirá, telefoneará, y llegará a acuerdos (hoy por ti, mañana por mí). Estos acuerdos harán que se intercambien votos en las oposiciones. Si votas al ‘mío’, la próxima vez yo votaré al ‘tuyo.’ Alguien podrá preguntar, ¿es que no hay catedráticos honestos? Claro que sí. Lo que sucede es que el mecanismo existente (el que suele funcionar en la práctica) pone las cosas más difíciles a los que no trapichean, especialmente si son catedráticos con poca influencia.

Yo he presenciado (en una cena en la que había tres catedráticos y yo mismo) lo que decía- literalmente- uno de ellos: ‘si X tuviera un ‘padrino’ hace años que sería catedrático.’ El que lo dijo es un catedrático honesto que, con sus palabras, quería mostrar su desprecio a la situación reinante. Solucionar esto es difícil. No lo ha hecho el PP ni lo hizo el PSOE en su momento. Esta situación favorece el servilismo, el caciquismo y la falta de libertad intelectual e investigadora, porque es mejor tener contento al jefe y seguir los caminos que él prefiera. Estos problemas no se solucionarán eliminando el derecho de cada Universidad a elegir dos miembros del tribunal para favorecer (en su caso) al aspirante de la casa. El motivo es sencillo: además de grupos caciquiles- locales o autonómicos- también los hay nacionales que protegen, también, a los miembros de su grupo.

Una vez más, sin un cierto nivel ético, es muy difícil que las instituciones, o lo que sea, funcionen mejor. Tal vez, estas últimas palabras remitan al principio de este artículo. Es decir, tal vez, deberíamos replantear la misión de la Universidad.

Sebastián Urbina.

Junio 2001.

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