jueves, 28 de noviembre de 2013

¿CATALUÑA HACIA EL FASCISMO?

 (¿Casualidad? ¿Cosas de chavales sin maldad?
 Usted verá.)

Hemeroteca > 02/10/2007 > 

Dos jóvenes de ERC, presuntos responsables de las amenazas de muerte a Albert Rivera.


Un grupo de entre 30 y 40 personas ha entrado esta tarde en la sede de UPyD en Barcelona para desplegar una pancarta. Para acceder al edificio, empujaron y golpearon a un trabajador que, según denuncia el partido, ha sufrido lesiones leves en una muñeca.

Ninguno de los atacantes ha sido detenido. El partido ha denunciado que salen de la sede "como si fueran ciudadanos pacíficos", sin que los mossos hayan arrestado a nadie.

Rosa Díez ha explicado en Facebook que este grupo de energúmenos entró "con violencia" a la sede y se ha preguntado si "volveremos a tener el silencio del conjunto de fuerzas democráticas por respuesta". "Nosotros ni toleraremos ni callaremos. Y, desde luego, no nos iremos de Cataluña", avisa.

El portavoz del partido en Cataluña, Ramón de Veciana, ha calificado lo ocurrido de "ataque a la democracia" y también ha avisado que pese a "este tipo de ataques" su partido "no se irá de Cataluña". (LD).



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LA DERIVA TOTALITARIA DEL NACIONALISMO CATALÁN.


Me enseñaron hace tiempo que los periodistas no eran noticia, lo que es gran verdad en una democracia con libertad de expresión. Desgraciadamente, los periodistas sí son noticia en las guerras donde mueren y en los Estados totalitarios, como objeto de represión. Y, mire usted por dónde, algunos periodistas han sido noticia aquí, entre nosotros, en la España constitucional subdivisión Comunidad Catalana, por obra y gracia de un comité censor autotitulado Consejo Audiovisual Catalán, CAC en sus siglas.

El tal Consejo emanado de la legislación local catalana ha decidido elaborar y exponer públicamente con gran ruido un informe contra algunos destacados comunicadores españoles, afincados en Madrid, y contra otros no tan relevantes, puesto que a mí me incluye. Los otros y más importantes sujetos pacientes de su diatriba son Federico Jiménez Losantos, Alfonso Merlos, Xavier Horcajo, Melchor Miralles, Gabriel Albiac, Hermann Terstch y una diputada de Ciudadanos, Inés Arrimadas.

Según parece, la gran acusación del informe es la incitación al odio y la banalización del totalitarismo. Para que nos entendamos, el tal CAC se cuida mucho en reprochar que haya críticas al nacionalismo catalán, como, por ejemplo, a sus reflejos totalitarios, sino se queja de que se banalice el totalitarismo al hablar de los nacionalistas.

La realidad es justo al revés, pero el órgano censor constituido en el oasis catalán no puede entenderla o se cuida de revelarla, porque vive en la realidad virtual de Matrix. No se banaliza el totalitarismo cuando se habla del nacionalismo catalán. Se le da la máxima importancia. Por eso es tan preocupante la deriva totalitaria del Gobierno de Artur Mas.

Lo más interesante del CAC es justamente que aporta con su informe contra los periodistas la prueba del algodón de eso mismo, del totalitarismo progresivo que se está instalando en Cataluña. Porque esas listas negras, esa persecución a la opinión crítica, esa amenaza (con tribunales y multas) a la libertad de expresión es exactamente el primer síntoma del totalitarismo.

Lo de menos es el contenido concreto de las acusaciones del CAC, pues su airada expresión de escándalo tropieza con la evidencia, ya que los fragmentos que analiza, más o menos acertados, son opiniones fundadas. Y normalmente son respuestas a provocaciones separatistas del nacionalismo, a desafíos contra la Constitución, o a simples estupideces de los políticos nacionalistas. Lo que produce inquina al CAC y a los nacionalistas no es la incitación al odio, como dicen, sino la crítica a la gestión de su sociedad, el rechazo al adoctrinamiento, la repulsa a la simbología de antorchas y banderas que acompaña a los independentistas… En suma, la terrible semejanza entre el moderno nacionalismo catalán y el antiguo nacionalismo de la mitad del siglo pasado en Europa.

Al parecer, la Generalitat de Artur Mas ha decidido perseguir a los desafectos, y los busca más allá de Cataluña. Incluso los busca en emisoras que no pueden emitir en Cataluña, porque ahí están vetadas. Y los busca, nos busca, en tertulias y programas, exactamente igual que lo hacían durante el franquismo los censores, y exactamente igual que lo hacen los regímenes autoritarios cuya expresión permanece todavía en algunos países comunistas.
No es tampoco importante que persigan a unos por hacer analogías entre el nacionalismo independentista catalán y el totalitarismo mientras, a la vez, los propios altos representantes del soberanismo no se callen sus acusaciones de “fascistas” a sus adversarios ideológicos como, sin ir más lejos, ayer mismo hizo Joan Tardá, de ERC, a la periodista Carmen Tomás. Ni que esos mismos independentistas se repriman jamás de llamar franquista al PP, o sus simpatizantes quemen banderas españolas o retratos del Rey. Eso, al parecer, no es incitar al odio. Pero denunciar esa actitud sí lo es, según esta versión mejorada de la ley del embudo.

Nada más lejos de mí intención que poner medallas a periodistas. A veces acertamos y a veces no, pero no va por ahí la cosa. El nacionalismo catalán no va contra los periodistas desafectos por capricho, sino por táctica. De hecho, amedrentar a la Prensa siempre ha sido la debilidad de las autocracias. Lo que sucede ahora es que el independentismo catalán se está empezando a dar cuenta de que sus esperanzas se debilitan, y tiene que dar una vuelta de tuerca.

En primer lugar, para conseguir una reacción “española” contra ellos, porque necesitan otra ración de victimismo. Pero es difícil verles como víctimas, cuando realmente actúan como verdugos de la libertad. De lo que no se dan cuenta, por cierto, porque viven en un universo lógico paralelo. Insisto, en Matrix.

Pero en segundo lugar, y fundamentalmente, el acoso y denuncia a los periodistas críticos que trabajan en Madrid es un aviso para los periodistas que al independentismo preocupan: los que trabajan en Cataluña. Por eso, lo primero que hizo la Generalidad al elaborar su panfleto denuncia fue enviarla a los periodistas catalanes, para que vean lo que vale un peine. Para que no se descarríen, para que no se les ocurra dudar de la verdad oficial, y si se les ocurre, para que sepan lo que puede pasar si se convierten en disidentes. Y vale para los periodistas individuales y para los medios, porque ya sabían lo que era la zanahoria de la subvención y ahora saben también lo que es el palo.

La libertad de expresión no es, quizá, la principal de las libertades sometidas por el totalitarismo, pero suele ser la primera, el aviso para lo que viene después. Pues ya estamos en ello. Poco a poco y con sutileza se elaboran las listas de desafectos y, a la vez, la de los afectos al separatismo (como sin vergüenza alguna ha previsto ya el Gobierno catalán). Pero, al parecer, eso no es incitar al odio, eso es lo normal: la persecución de la disidencia. Lo normal en Cuba, o en la antigua Unión Soviética, o en el franquismo. ¿Pero ahora, en la España democrática del siglo XXI? Asombrosamente sí.

Pero los poderes públicos pueden quedarse tranquilos. A fin de cuentas, sólo se trata de periodistas que, por añadidura, no son sólo críticos con el nacionalismo. También con otros. Quizá no vaya con ellos y, de hecho, no deja de ser sorprendente que partidos como el PP, con presencia en el CAC, no haya decidido abandonar ese organismo, aunque votó en contra del proceso inquisitorial abierto contra los periodistas. Nos quedará el consuelo de que Alicia Sánchez Camacho ha pedido la desaparición del CAC lo que, si se me perdona, es un brindis al sol.

En fin, si el problema fuera el de media docena de informadores u opinadores, quizá podría relativizarse el asunto, sólo quizá. Pero aquí hay cosas más importantes en juego. La libertad y los derechos fundamentales. De los españoles pero, fundamentalmente, de los catalanes, que son quienes tienen que sufrir el arbitrismo de una autoridades dispuestas a lo que sea (siempre que no sea demasiado incómodo para ellos, claro) para conseguir sus objetivos.

Terminaré, por justicia con mis amables lectores, explicando la acusación que a mí me ha tocado, para que sean otros los que juzguen. Preguntado en un programa de Intereconomía TV, El Gato al Agua, mi opinión sobre la comparación que se hizo Artur Mas con Martin Luther King, equiparando la lucha independentista con la lucha contra la segregación racial, continué su metáfora diciendo que “en Cataluña los negros son los no nacionalistas”. Y como cualquiera sabe que los no nacionalistas en Cataluña no son de raza negra, puede deducirse con bastante sencillez que la referencia era a su situación de víctimas de segregación. El CAC me acusa de banalizar el racismo. A mí, no a Artur Mas-Luther King, el que apela a los negros para agitar a los catalanes.

Me reafirmo. Y diría otro tanto después de las sucesivas banalizaciones de Mas (en Israel, con el Holocausto; en India, con Gandhi). Y añado que, probablemente, después de la segregación vendrá la persecución. Al menos, con los periodistas, ya ha comenzado.

(Juan Carlos Sentís/El Imparcial) .


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Carlos Herrera. (Periodista Digital)
EP

OPINIÓN / Afilando columnas

Carlos Herrera: "Si los nacionalistas catalanes fueran nazis darían miedo, pero lo que producen es ira y bochorno".

 

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 ASCO Y RABIA. (Es lo que se merecen)

 
El portavoz de UPyD en Cataluña, Ramón de Veciana, relató a Dieter Brandau en esNoticia de esRadio el asalto a su sede en Barcelona ayer por la noche. Veciana explicó que dos chicas hicieron como que iban a pedir información y cuando se les abrió la puerta un grupo de personas que se había ocultado empujó y ocupó la sede con violencia e intimidación, lesionando a un trabajador. Dos horas y media permanecieron los asaltantes en la sede de UPyD en Barcelona sin que la policía interviniera. Según explicó Verciana, finalmente abandonaron el lugar sin que la policía, que estaba fuera, detuviera a los asaltantes.

"Esto ocurre en Cataluña", dijo Veciana a Dieter Brandau. "Hay un delito flagrante, un delito de lesiones, ocupación, daños y no se detiene a nadie".

El portavoz de UpyD aseguró que la policía, que permanecía fuera en varios furgones, "recibió una llamada de políticos para que no se detuviera a nadie. Salieron como héroes, entre vítores" de otro grupo de independentistas.
(ld).

 

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Cataluña 2013-11-28

La impostura del sectarismo catalanista



Es difícil imaginar una impostura mayor que la del Gobierno de la Generalidad contra la libertad de prensa. A través de su brazo ejecutor que lleva por nombre Consell de l'Audiovisual de Catalunya (CAC) pretende encausar a Intereconomía TV y a 13TV, como antes hizo con la COPE.
La estrategia la conocemos. ¡Son tan previsibles! Satanizarlos de salida, indignarse, rasgarse las vestiduras para convertir al otro en maltratador. El objetivo es darse coartadas morales, y si es posible legales, para pertrechar la fechoría. Puro teatro, detrás están las verdaderas razones: impedirles conseguir una licencia de emisión en Cataluña o quitársela si la tuvieren. Se han de blindar las 12 editoriales, la identidad no soporta el contraste. A eso se llama mentalidad totalitaria.

Digo que es difícil una impostura mayor, porque la acusación de agentes del odio contra Cataluña amparándose en la descalificación de nazismo que presuntamente han realizado contra los nacionalistas es la estrategia por excelencia que ha seguido el nacionalismo durante los últimos 30 años contra cualquier ciudadano o institución que osara cuestionar sus fines.

Si el nacionalismo ha logrado la hegemonía moral sobre cualquier detractor de sus métodos y fines es porque desde los años ochenta utilizaron por sistema la descalificación de ultraderechistas contra cualquiera que les cuestionase y contra toda referencia a España, su cultura o su lengua común. No son palabras, en el libro, pendiente de publicación, Historia de la Resistencia al nacionalismo en Cataluña se recogen cientos de citas desde los años ochenta en que el recurso a la satanización del otro por medio de la acusación de ultraderechistas o franquistas es constante.

  No crean que fue porque las personas o los grupos acusados de ultraderechistas tuvieran nada que ver con tal ideología o actuaran con sus métodos, sino por reivindicar enseñanza en castellano o simplemente por defender la Constitución española.
El 19 de septiembre de 1993 El País comenzaba así su editorial "Lengua y paz": "Sectores ultraderechistas (…)". Tales sectores eran simples madres de Cadeca que reivindicaban para sus hijos enseñanza en su lengua materna. El mantra lo venían repitiendo todos los medios afines al nacionalismo desde 1979. 

Comenzó contra el libro Lo que queda de España, siguió contra el Manifiesto de los 2.300 en 1981 (el secuestro y tiro en la rodilla al profesor de literatura castellana F. J. Losantos vino de estos ataques mediáticos), y así siguieron contra la Asociación por la Tolerancia, contra los firmantes del manifiesto "En castellano también, por favor" a principios de los noventa, contra Foro Babel a finales y contra cualquier intelectual que se opuso al pensamiento único catalanista, fuera catalán, como Albert Boadella, vasco, como Fernando Savater, o peruano, como Mario Vargas Llosa. No importa sexo, color o nacionalidad, solo si se amolda o no a su ideario nacionalista. 

El libro recoge docenas de citas donde el recurso a la pedagogía del odio es el pan de cada día.
Por ello, la impostura no es ya su osadía por pretender amordazar la libertad de prensa, sino por su desvergüenza al acusar a los demás de lo que son consumados maestros. Se llama proyección y es un mecanismo de defensa teorizado por Freud para definir a quien no pudiendo soportar la responsabilidad de sus actos la proyecta sobre los demás.

Hay algo en todo esto enfermizo, un complejo de superioridad moral cruzado de autocompasión, que lleva a su más refinado impostor a derrochar los recursos de nuestros bienes públicos para suplantar a Luther King y al Mahatma Gandhi, o profanar el templo del Holocausto en el mismo Israel. Mientras en Cataluña excluyen a la mitad de la población de sus derechos lingüísticos, multan por rotular en castellano, envenenan la mirada de millones de españoles quemándoles sus símbolos constitucionales, insultan y les acusan de saquear sus bienes para tapar su incompetencia, se pasea en corbata sobre la humilde túnica del hombre que dio su vida por la unión de musulmanes e hindúes. 

¿Qué tiene que ver Artur Mas, instigador del desprecio contra todo lo español, con aquel humilde hindú que jamás despreció a nadie y que inició una huelga de hambre indefinida que solo depuso cuando hindúes y musulmanes entregaron sus cuchillos y prometieron vivir juntos como hermanos? ¿Qué tiene que ver este adinerado catalán blanco con aquel negro humillado y humilde, que convirtió su vida en un sueño y murió por él? "Tinc un somni en què un dia, sobre el turons vermells de Geòrgia, els fills d’aquells que van ser esclaus i els fills d’aquells que van ser amos d’esclaus serán capaços de seure junts a la taula de la fraternitat". (Lo escribo en catalán no fuere que al leerlo en castellano lo tuviere por sospechosa jerga ultraderechista). Barrunto que Sudáfrica y Nelson Mandela será el próximo destino. Estas suplantaciones de cartón piedra sí que es banalizar el mal.

Las cavernas mediáticas son muchas y siembran las dos orillas del río. No seré yo quien afirme vivir fuera de alguna de ellas; es materia a discutir. Pero es un hecho que durante estos 30 años nadie de los medios acusados de incitar al odio contra Cataluña ha cerrado medio alguno, ni subvencionado prensa, radio o televisión para secuestrar la libertad de información, ni ha prohibido que los hijos de los demás puedan estudiar en catalán, ni multado a nadie por rotular en catalán; mucho menos ha secuestrado, ni disparado contra profesores o controlado su labor docente. Tampoco ha revisado la historia, levantado museos del pasado para manipular el presente. Por el contrario, quienes han instigado la denuncia contra Intereconomía TV y 13TV sí lo han hecho, lo hacen, y todo parece indicar que lo seguirán haciendo.
 (Antonio Robles/ld).

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Cataluña.

Atacan a pedradas la sede de Ciutadans en Barcelona

El partido denuncia el «nuevo intento de coacción», que acaba con la rotura de varias ventanas.

(ABC/1-Dic. 2013.)

 

 


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