lunes, 12 de mayo de 2014

LA FINURA ESPIRITUAL



 

 

 

LA FINURA ESPIRITUAL.



Folch (El Periódico):

 "Los años que Otegi lleva en la prisión son una vergüenza jurídica y humanitaria"

 (Periodista Digital)


Ernest Folch: Director de Ediciones B y  presidente de la Associació d'Editors en Llengua Catalana y vicepresidente del Gremi d'Editors de Catalunya, así como asiduo colaborador en diferentes medios de comunicación de radio, televisión y prensa. Ha sido director Editorial del Grup 62; editor del grupo RBA; fundador y consejero delegado de Ara Llibres y consejero delegado de 36L Books SL i Leqtor.com.



El Tribunal Constitucional ha rechazado este martes suspender la condena impuesta al ex portavoz de Batasuna Arnaldo Otegi y al que fuera secretario general del sindicato LAB Rafael Díez Usabiaga mientras se tramitan sus recursos de amparo contra la sentencia del Tribunal Supremo que les condenó en mayo de 2012 por intentar reconstruir la ilegalizada Batasuna a través del denominado proyecto Bateragune.
La decisión fue adoptada este lunes por la Sala Primera del Alto Tribunal, presidida por el magistrado Pascual Sala, que entiende que libertad a los ex líderes de Batasuna podría suponer una "grave pertubación" social, tal y como había defendido hasta ahora el Ministerio Fiscal.
En un auto el TC explica que los criterios que se aplican para ordenar excarcelaciones mientras se resuelven los amparos son dos: por un lado, ponderar si los delitos por los que ha sido condenado el reo conllevan penas de cárcel menores o mayores de cinco años –para determinar si son penas graves o menos graves-; y por otro lado, atendiendo a las trascendencia social de los delitos cometidos.


En este sentido, la Sala señala que "debemos considerar que en este caso los demandantes fueron condenados todos ellos a penas superiores a cinco años de prisión (Otegi y Usabiaga concretamente a 6 años y medio) que se hallan por encima del citado margen de gravedad con que, como regla general, opera este tribunal en materia de suspensión". "Junto a ello no cabe desatender que la condena se basa en la pertenencia a organización terrorista de los recurrentes”, añaden los magistrados. (Angela Martialay/ld)




LA FINURA ESPIRITUAL DE ERNEST FOLCH.


O sea, la prensa libre y comprometida sabe que el Tribunal Supremo condenó a Otegi a seis años y medio por tratar de reconstruir la ilegalizada Batasuna. Y, como suele suceder, está cumpliendo la condena. Ignoro si la cosa intolerable y de vergüenza jurídica y humanitaria comienza aquí, o no.

 En cualquier caso, sigamos. Este condenado recurre y el Tribunal Constitucional le dice que utiliza dos criterios para resolver el recurso. Uno, digamos, técnico, que tiene en cuenta si el reo ha sido condenado a más de cinco años, o a menos de cinco años. Pues bien, Otegui fue condenado a seis años y medio.

El otro criterio es, digamos, de contenido. O sea, que depende de la trascendencia social del delito cometido. Aquí debe entrar en juego la vergüenza jurídica y humanitaria que tanto afecta al fino y espiritual Ernest.

Resulta que los antiguos y casposos magistrados consideran que tratar de reconstruir una organización ilegalizada, brazo político de la banda terrorista ETA, tiene trascendencia social. ¡Es el colmo de los colmos! ¿Cómo va a tener trascendencia social dar una ayudita a los terroristas? Esto les pasa por ser magistrados españolistas que odian las ansias de libertad de las nacionalidades oprimidas por la bota castellana.

Además, con el precedente de De Juana Chaos. Este líder de las libertades oprimidas vascas no tuvo más remedio que asesinar a 25 personas. Sí, han oído bien. Pero, que conste, que no lo hizo por gusto. Fue para liberar a las provincias vascongadas de la opresión españolista. ¡Qué he dicho! Quería decir Euskalerría.

Pues bien, a este luchador, a este romántico gudari, le cayeron 18 años de cárcel. Por tanto, pagó diez meses por cada asesinato. ¡Diez meses! En consecuencia, Otegui ya debería estar tomando chiquitos en Rentería y recibiendo homenajes.

Debemos comprender a las personas sensibles como Ernest. Y después de haberlas comprendido, decirles que son unos impresentables apestosos. Lo que da vergüenza es que los asesinos, y sus terminales mediáticas y de todo tipo, estén en las instituciones supuestamente democráticas.

¡Esto sí que es una vergüenza jurídica, política y humanitaria!
Mariano ¿te enteras de qué va la cosa? ¿O eres tan gilipollas como Ernest?

Sebastián Urbina.



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