NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE
NO QUIERE VER.
(Los mismos errores de
siempre. Esta vez le toca a Luís María Ansón. En este artículo, termina
diciendo:
‘una
reforma constitucional razonable que incorpore al sistema a las nuevas
generaciones. A la vez, se podría establecer para Cataluña una fórmula que
hiciera posible su continuidad en el conjunto de España sin traumas ni
violencias.’
Me parece muy bien que se
incorpore al sistema a las nuevas generaciones. Aunque me gustaría saber qué
propone Ansón para este objetivo.
Lo que más sorprende es la
última frase. ¿Cómo es posible que una persona de la amplia experiencia
política de Ansón cometa este palmario error?
La continuidad de Cataluña en
España no necesita reformas constitucionales. Es suficiente que se cumpla la
ley. ¿Tan bajo hemos caído que aplicar la ley se considera un agravio? Si así
fuere el problema no sería de los catalanes sino de los dos grandes partidos
supuestamente nacionales.
Por otra parte, es un grave
error hablar de ‘los catalanes’. Mas, Junqueras, Pujol y compañía no son,
afortunadamente, ‘los catalanes’. Hay unos catalanes que son y se sienten
españoles, además de catalanes, que han sido abandonados por los partidos
supuestamente nacionales PP/PSOE. Y este abandono va de la mano de la casi
desaparición del Estado español en Cataluña. Para no molestar a los separatistas.
En fin, una fracaso histórico del PP/PSOE.
Finalmente, no hay reforma
constitucional que valga si las competencias educativas siguen en manos de los
separatistas catalanes. ¿Tan difícil es entenderlo?
Lo siento, pero lo repetiré
una vez más. El periodista y escritor barcelonés Félix de Azúa, antes de
marcharse a vivir a Madrid con su familia, declaró a la prensa: ‘No queremos que nuestra hija sea enseñada en
el odio a España’.
Es sólo un ejemplo entre
muchos.
¿Tan ciego está Luis María
Ansón?
LA VÍA DE LA REFORMA CONSTITUCIONAL
Mariano Rajoy lo ha dicho con
claridad: “Hay una puerta abierta para aquellos que no están conformes con
el actual estado de cosas: iniciar los trámites para una reforma de la
Constitución”. España es un país libre y, por mucho que se discrepe de los
soberanistas catalanes, nada habría que reprochar legalmente a los que propugnan
la secesión de Cataluña si acatan la Constitución y se someten a lo que en el
texto de la Carta Magna se especifica.
El Gobierno no ha sabido
difundir de manera eficaz el contenido del artículo 168 de la Constitución. Para reformar nuestra Carta Magna en sus aspectos
sustanciales, quien proponga esa reforma deberá obtener los dos tercios de los
votos del Congreso y a continuación la misma proporción en el Senado. Después
se procederá de forma inmediata a convocar elecciones generales y la propuesta
reformista deberá ser aprobada por los dos tercios del nuevo Congreso y del
nuevo Senado. A continuación se celebrará referéndum nacional para que decida
definitivamente el pueblo español. Los catalanes ejercerían así su derecho a
decidir junto al resto de los españoles.
Parece claro que la secesión
de Cataluña sería rechazada en el primer envite en el Congreso de los
Diputados, como ocurrió con el Plan Ibarreche. En cambio, los dos grandes
partidos podrían ponerse de acuerdo para impulsar una reforma constitucional
razonable que incorpore al sistema a las nuevas generaciones. A la vez, se podría establecer para
Cataluña una fórmula que hiciera posible su continuidad en el conjunto de
España sin traumas ni violencias.
(Luis Maria Ansón/El Imparcial)
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