ODIO CONTRA USA.
(El odio contra USA es típico de la izquierda. 'La obsesión antiamericana' es un recomendable libro de J.F. Revel, en el que retrata las falsedades e idioteces de la izquierda anti-USA.
Pero este odio enfermizo no es exclusivo- aunque sí mayoritario- de la izquierda. También en la derecha- por simplificar 'derechas/izquierdas- se cultiva este odio aderezado con falsedades. Juan Manuel de Prada es un ejemplo. La izquierda estará orgullosa. Aunque sea por una vez.
Juan Manuel de Prada ‘defeca’ su
bilis contra Estados Unidos. Lo pueden leer, si les apetece. Pero miente.
Comentaré dos aspectos del artículo, que confluyen en una misma falsedad.
Fueron los Estados Unidos los que enfermaron
Irak, defecando bombas, y defecando bombas pretenden ahora sanar Irak.
Pues no. Irak estaba enfermo desde
mucho antes. Sorprende que sea capaz de decir estas falsedades: este remanso de paz logrado por Sadam Husein
...
¿Cómo se atreve a
llamar ‘remanso de paz’ a una cruel y despiadada dictadura?
La mejor réplica a este retorcido análisis es un
sobrio volumen académico de 700 páginas recientemente publicado en Francia. Le livre noir de Saddam Hussein (El
libro negro de Sadam Husein) es una robusta denuncia del régimen de Sadam que
no cae en la trampa de ver todo lo que sucede en Irak a través de un prisma
centrado en Estados Unidos. Los autores –árabes, americanos, alemanes,
franceses e iraníes– han elaborado el trabajo más completo hasta la fecha sobre
los crímenes de guerra del ex presidente iraquí, manejando una masa de pruebas
que hacen superfluos los argumentos contra la intervención.
"El primer arma de destrucción masiva era Sadam
Husein", escribe Bernard Kouchner, que lleva siguiendo las atrocidades
perpetradas en Irak desde que encabezó la primera misión de Médicos Sin
Fronteras, allá por 1974. "Preservar la memoria de los arrestos
arbitrarios que realizaba cada mañana la policía de Sadam, de la tortura
horrible y humillante, de las violaciones organizadas, de las ejecuciones
arbitrarias y de las prisiones llenas de gente inocente no es solamente un
deber. Sin eso, uno no puede comprender ni qué era la dictadura de Sadam ni la
urgente necesidad de derrocarle". (Rebeca Weiss/ld)
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POLVOS Y LODOS.
Fueron los Estados Unidos los que enfermaron Irak, defecando bombas, y defecando bombas pretenden ahora sanar Irak.
Los Estados Unidos se han puesto otra vez a defecar bombas en
Irak; en lo que actúan con aquella malicia socarrona del ciego del Lazarillo de
Tormes, que después de descalabrar al protagonista estampándole una jarra de
vino se burlaba de él, aplicándole vino en las heridas y diciéndole con sorna:
«¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud». Pues, en
efecto, fueron los Estados Unidos los que enfermaron (e infernaron) Irak,
defecando bombas sobre Sadam Husein hasta destronarlo y liberando a los
demonios que él había logrado encadenar; y defecando bombas pretenden ahora
sanar Irak, sin saber (o tal vez sabiéndolo, como suele ocurrir entre gente
proterva) que las bombas hacen más fuertes a los demonios.
En su libro Las grandes herejías, Hilaire Belloc nos
explica lo que distingue a la secta mahometana de las demás herejías que han
florecido, a modo de hongos ponzoñosos a lo largo de la historia. En efecto,
todas las herejías nacen con gran pujanza hasta que sobreviene su gradual
declinación, que suele durar un par de siglos, y posterior deceso, para
resucitar después metamorfoseadas (así, por ejemplo, la herejía calvinista, en
la que ya nadie cree, engendró sin embargo el aislamiento de las almas, el
retroceso de la acción social, la competencia irrestricta y la veneración del
dinero que darían lugar al capitalismo).
Pero con el Islam nada de esto ha sucedido, excepto la primera
fase de expansión, de feroz virulencia desde el principio. En realidad, la
secta mahometana ha vivido siempre encerrada en un bucle: por un lado,
enfrentadas entre sí sus diversas facciones; por otro, anhelante de restaurar
el califato y alcanzar la umma (unidad de todos los mahometanos),
imponiendo la sharia y declarando la yihad al «infiel».
En este bucle violento y quimérico (y, al mismo tiempo,
simplicísimo) se ha desenvuelto siempre el Islam, desde su asalto inicial al
Levante cristiano hasta nuestros días; y tal vez ese bucle le haya prestado el
ardor que les ha faltado a las demás herejías, permitiéndole perdurar sin necesidad
de metamorfosearse. Precisamente una de las pocas fórmulas que se probaron
exitosas para detener la dinámica del bucle mahometano fueron las dictaduras al
estilo de Sadam Husein, que a la vez que mantenían aquietadas a las diversas
facciones mahometanas hacían añicos el sueño quimérico del califato, otorgando
además un trato benigno a los cristianos (en Irak católicos de rito caldeo) y
logrando unos niveles de prosperidad notables para su pueblo (de los cuales,
como cualquier corrupto catalán o andaluz, Sadam Husein pillaba cacho).
Con este remanso de
paz logrado por Sadam Husein acabaron —en volandas de la codicia— los
ataques anglosionistas que comenzaron hacia 1990 (con la España felipista
actuando como penoso títere) y que se habrían de rematar (con la España aznarí
actuando como orgulloso mamporrero) con una invasión que, bajo la excusa de
destruir unas inexistentes armas de destrucción masiva (variante neocón de la
caza del gamusino), convertiría Irak en un Estado fallido para los restos, con
masacres diarias en las calles y una persecución sin precedentes de la minoría
cristiana, obligada a elegir entre el éxodo y el martirio.
De los polvos de aquella guerra provocada por los Estados Unidos
(con sus títeres y mamporreros) vienen los lodos que ahora Estados Unidos viene
a remediar del único modo que sabe: defecando bombas que sólo servirán para
extender el incendio de la violencia mahometana. Todo sea por la sacra auri
fames de la que se nos hablaba en la Eneida, que los neocones —mucho más
finos en la elección de metáforas que Virgilio— llaman sarcásticamente
«defensa de la libertad y la democracia».
(Juan
Manuel de Prada/El Manifiesto)
1 comentario:
Creerse el puto amo y el sherif del mundo tiene sus inconvenientes.
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