No estamos tan mal financiados
Joan Font Rosselló
“Baleares, segunda comunidad que
más aportó y novena en financiación en 2014”,
así, de esta guisa, con el tono reivindicativo acostumbrado, la prensa del
archipiélago ha titulado las conclusiones extraídas del estudio que la
Generalitat de Cataluña ha realizado en torno a la liquidación de la
financiación de dos años atrás. Nada nuevo bajo el sol, ni en el tono de la
prensa ni tampoco en los datos. El estudio no aporta nada que no sepamos ni
hayamos dicho antes. Si situamos el promedio nacional en los 100 puntos, en
2014 Madrid fue la comunidad autónoma que más recursos per cápita aportó al
sistema (137,5 puntos), seguida de Baleares (119,5
puntos) y de Cataluña (117,6 puntos). Por otra parte, y situando de nuevo el
promedio en los 100 puntos, la comunidad de Madrid fue la que menos recursos
per cápita recibió (sólo 80,3 puntos, nada menos que 19,7 por debajo de la
media), Baleares fue la novena en recursos recibidos (99,4 puntos,
prácticamente en la media) y Cataluña la décima
(98 puntos, a dos puntos de la media). Traducido en euros por habitante, cada
madrileño aportó 2.830 euros al sistema de financiación y recibió sólo 1.872
euros. Cada catalán aportó 2.422 euros y recibió 2.196 euros.
Cada balear aportó 2.460 euros y recibió 2.229 euros, o sea, aportó 231
euros más de los que recibió. Si multiplicamos estos 231 euros por el censo
balear de 2014 (1.101.794 personas) las Islas aportaron 255
millones más de lo que recibieron, lejos, lejísimos –incluso añadiendo el “maltrato” en inversiones del Estado a cargo de los
PGE– de las estratosféricas cantidades que los nacionalistas suelen manejar en
su afán por exagerar el “expolio”. Hasta aquí los datos.
¿Cómo hay que interpretar estos datos? Madrid
sigue siendo la comunidad peor tratada, con mucha diferencia, por el modelo de
financiación actual. Cataluña y Baleares están a la par. Aportan más de lo que
reciben, siendo como son dos autonomías con gran capacidad recaudatoria, pero
lo que reciben está prácticamente en la media, en los 100 puntos. Por lo tanto,
si evaluamos la financiación vigente desde el punto de vista de “estar en la
media”, Baleares y Cataluña apenas tienen motivos para protestar. Dos años
atrás, en 2014, José Ramón Bauzá y Artur Mas tuvieron casi los mismos recursos
que el resto de presidentes autonómicos para hacer frente a los servicios
educativos, sanitarios y sociales de Baleares y Cataluña, respectivamente. Ese
es el correlato de estar casi en la media.
Quiero recordar que no siempre ha sido así,
al menos para el caso balear. Con el anterior modelo de financiación (2001,
Aznar) Baleares estaba unos 15 puntos por debajo de la media. O sea, Jaume
Matas (2003-2007) o Antich (1999-2003, 2007-2011) tenían bastantes menos
recursos que el resto de presidentes autonómicos a la hora de conformar sus
presupuestos anuales. Entonces sí podíamos hablar de un agravio real al que se
puso fin gracias al nuevo modelo (2009) sellado por Carles Manera y Rodríguez
Zapatero. Manera siempre se ha mostrado muy orgulloso de la mejora lograda con
el modelo vigente ya que, al margen de algunos inconvenientes como la
liquidación diferida de algunos fondos, permitió terminar con el agravio que
históricamente habíamos sufrido los baleares por el simple hecho de ser baleares.
Efectivamente, no teníamos los mismos recursos para educación, sanidad o
servicios sociales que el resto. No olvidemos que con Gabriel Cañellas de
presidente, Felipe González creía que aquí atábamos los perros con longanizas.
Para que se hagan una idea de cuál era el agravio de Baleares hasta 2009 decir
que era similar al que sufre ahora mismo la comunidad de Madrid. Ahora, en
cambio, seguimos aportando más de lo que recibimos, es cierto, pero recibimos
los mismos recursos que el resto de autonomías de régimen común, lo que nos
permite cubrir los frentes de gasto en igualdad de condiciones que el resto.
Cambia la
cantinela. Sin embargo, esta no es la impresión que se trasluce de los titulares de
la prensa de las islas. No es que la prensa mienta, simplemente
destaca lo que, imbuida del victimismo acostumbrado, le conviene para acentuar
la sensación de que “Madrid” nos sigue “expoliando”. Efectivamente, en el titular “Baleares, segunda comunidad que
más aportó y novena en financiación en 2014”
se está utilizando torticera e implícitamente un criterio distinto al que yo he
aludido antes para evaluar el actual sistema de financiación. Hasta hace
relativamente poco el deseo de Cañellas, Matas, Antich o Manera era “estar en
la media”. Se conformaban con eso, nada más. Pues bien, ya estamos en la media
(99,4 sobre 100), punto arriba punto abajo. Y este hecho no lo constata
únicamente este último informe de la Generalitat sino todos los estudios, de
Fedea, de FAES o del Banco de España, que se han efectuado al respecto. ¿Y
ahora qué? ¿Por qué siguen llorando nuestros políticos? Lloran porque quieren
gastar más y “ya” no les basta con lo
que reciben. Repito, pese a las mejoras sustanciales que se han producido, “ya” no les basta. De ahí que Armengol –y
detrás de ella, todos los demás– esgrima otro criterio para mejorar la
financiación: la “ordinalidad”. Antes la cantinela para mejorar los recursos
era “estar en la media”. Ahora es la “ordinalidad”. Armengol quiere que si
Baleares es la segunda en aportar (119,5 puntos),
también sea la segunda en recibir. Armengol querría pasar de los 99,4 puntos
actuales, o sea, de estar prácticamente en la media (100 puntos), a recibir “bastante más” que la media, por
ejemplo, situarse en los 115 puntos. De este modo, la diferencia entre lo que
aportamos y recibimos disminuiría.
El
criterio de la “ordinalidad”, perfectamente legítimo por otro lado, se
compadece poco con la redistribución de la riqueza que predican los
socialistas. Sin decirlo, están asumiendo el mismo principio que sostiene que
si un rico paga más impuestos debe recibir mayores prestaciones y servicios. No
menos ni iguales servicios, sino más. Todo lo contrario de aquella famosa
máxima de Karl Marx, tan socialista, que afirmaba aquello “de cada cual según
sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. Conscientemente o no,
Armengol predica todo lo contrario de aquello que ha predicado siempre su
partido. Y de hecho, no es difícil aventurar el San Quintín que va a estallar
en el seno del PSOE nacional en cuanto Armengol y Miquel Iceta se atrevan a
plantear la “ordinalidad” como el criterio básico para cambiar el modelo de
financiación vigente. Los andaluces, los aragoneses o los extremeños se les van
a echar a la yugular. La división del PSOE está servida. Una nueva muestra de
que la farmacéutica de Inca no piensa como una dirigente de izquierdas en un
contexto español y de solidaridad redistributiva entre españoles. Piensa como
una nacionalista reciclada –que sólo admite la solidaridad dentro de su
nacioncilla– a mayor gloria de su supervivencia política.
INDICACIONES
EDICION
1.- los entrecomillados “...” deben ir en cursiva cuando
lo edites.
2.-
En cambio, “maltrato”, “Madrid” y “expoliando” (indicado en azul) deben ir
entre comillas. Poner algo entre comillas indica dudas de que sea verídico
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