CASO BLANQUERNA.
Manuela Veracoracho
Carta al Supremo de la madre de un condenado por el caso Blanquerna.
Manuela Veracoracho es la madre de Pedro Chaparro, uno de los jóvenes que participó en la protesta realizada en la librería Blanquerna en septiembre de 2013 y condenado, como el resto de encausados, a cuatro años de prisión por el Tribunal Supremo.
Esta es la carta abierta que envía a los magistrados del Alto Tribunal:
"Señores magistrados del Supremo:
Soy Manuela Velacoracho, madre de Pedro Chaparro, uno de los encausados del caso Blanquerna.
Supongo que mi ignorancia en asuntos judiciales me impide ver el alcance y la transcendencia de la protesta política que mi hijo, junto a otros jóvenes, llevó a cabo en la susodicha librería, e imagino, por otra parte, que mi condición de madre tiende a minimizar su responsabilidad en el hecho.
Pero me dirijo a ustedes, ya no como madre, sino como ciudadana española, yo, que creo en la justicia.… (¿O quizá debería decir creía?)
Señorías, no voy a recordarles algunas sentencias en las que ustedes, el tribunal superior en todos los órdenes, el ‘Supremo’, no han utilizado la misma medida para condenar. Humildemente, yo pensaba que la ley se aplicaba de igual manera a unos y otros, sin mirar su condición política o religiosa, ni su clase social.
Ni que decir tiene que la actual resolución adoptada por sus Señorías me tiene, no ya perpleja y confusa, sino más que severamente intranquila y desconcertada, aunque no aturdida. Yo que viví en el norte de España en los años ochenta y sufrí por desgracia el terrorismo muy de cerca (perdón Señorías por sentir rabia) no puedo comprender que terroristas como José Ignacio de Juana Chaos hayan cumplido nueve meses por cada asesinato y que estos jóvenes, entre ellos mi hijo, sean condenados por ustedes... a casi cuatro años de prisión, tan solo por expresar sus sentimientos sobre la unidad de España.
En estos últimos días llenos de desazón y desesperación, no sé el motivo, pero se me viene a la memoria esa balanza de la justicia, totalmente equilibrada, sostenida por una mujer con los ojos vendados. No les quiero ofender, ustedes son la justicia, pero les pido, les ruego, les suplico... sujeten la balanza sin poner banderas en ella, pónganse la venda en los ojos y escuchen la voz de su conciencia, por favor.
Confío que sus Señorías tomarán cartas en el asunto y reconsiderarán el evidente desafuero punitivo que el más elemental sentido común reclama.
Y por último, esto como madre afligida... dígnense en leer esta sentencia... mirándome a los ojos".
Manuela Veracoracho
Madrid, 30 de enero de 2017
(La Gaceta)
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