jueves, 5 de enero de 2017

MÁS MENTIRAS PROGRESISTAS


 MÁS MENTIRAS PROGRESISTAS.





 ENTRE POPULISMO E ISLAMISMO

Los sabios del lenguaje han elegido populismo como la palabra del año. Es una elección políticamente correcta, así lo veo. Populismo no es ni remotamente la palabra más pronunciada ni la que mayor efecto ha causado en la población mundial. La palabra más usada y la que peores resonancias posee en la actualidad es islamismo. Pero ¿quién se atreve a reconocerlo? Nadie.

Detrás de la palabra islamismo podrían haber escogido terrorismo, pero tampoco. Huy, qué miedo. Y sin embargo, quién puede dudar de que de lo que más se habló en 2016 fue de terrorismo.

Sucede entonces que populismo es la palabra de moda entre la izquierda para designar al fenómeno ocurrido en Estados Unidos con Donald Trump, y basta. Entonces, hay que recordarla hasta el exceso y el aburrimiento.

 Por el contrario, islamismo y terrorismo son palabras que pudieran arriesgar verse contenidas dentro de los propósitos correctísimos de la izquierda, puesto que esa misma izquierda reacia frente al catolicismo y el judaísmo resulta muy benévola con y hasta defensora del islamismo, sin preocuparse de lo que sucede con las mujeres y con los homosexuales bajo la égida del islamismo, inquietándose a duras penas por el terrorismo cometido una y otra vez, casi a diario, bajo el amparo del Corán.

Ahora que están de moda las encuestas, debiera hacerse una encuesta seria sobre qué piensan los ciudadanos acerca de esas palabras y bajo cuáles de ellas se sentirían más inseguros. Creo que una gran mayoría se sentirían menos protegidos por el islamismo, pero ¿lo dirían?

Populismo nunca fue palabra del año durante las cinco décadas de populismo tiránico de Fidel Castro, seis con Raúl, incluso allí nunca ha aplicado, y tampoco durante la época de Hugo Chávez, y menos en la de Nicolás Maduro, ni en la de todos esos regímenes populacheros, como los de Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina con los esposos Kirchner y Brasil con Dilma Rousseff. Qué va. Esos eran para algunos, y para los sabios de la lengua, regímenes más que normalitos para una región donde el caudillismo es apreciado como la única opción que se merecen los inditos, que ya bastante lejos han llegado con tener incluso hasta mujeres que los gobiernen y los metan en cintura robándoles todo y asesinando, como Cristina Kirchner en Argentina.

No, populista es Trump, según se dijo, por su forma de hablar, de acusar, de poseer, de ser capitalista, de insultar, y hasta de tuitear y de dormir. Populista no era Hillary, tampoco Obama, que usaron todos los medios que usan grandes populistas como los Castro para arengar al pueblo, como echar mano de conciertos protagonizados por artistas famosos de dudosa calidad que responden como soldados a su ideología, defensores todos del islamismo, sin tener en cuenta siquiera las otras causas por las que ellos mismos abogan, contra la homofobia, a favor del feminismo, etc., por las que el islamismo no está muy por la labor. No, a eso no lo llaman populismo.

Lo que es una realidad es que la funcionalidad del mundo se reduce hoy en día a esos dos supuestos contrarios: populismo e islamismo. Pero son pocos los que quieren ver y mucho menos aceptar la invasión nefasta y criminal del segundo.
Personalmente, yo no hubiera elegido populismo como la palabra del año. Yo hubiera elegido islamismo, por la connotación destructora y perjudicial para la vida que lleva implícita, siendo a mi juicio peor que cualquier populismo, aunque sean los populismos de extrema izquierda los que se hayan aliado al islamismo, viéndolo como una religión reivindicadora de justicia y demás tonterías izquierdosas.

Sin embargo, en verdad la palabra que más me ha gustado este año desde el punto de vista netamente literario la descubrí en Facebook, la inventó un amigo llamado Alfonso del Pozo y es cojoño, una mezcla de cojones con coño. ¡Cojoño! Es lo que hay que exclamar ante tanta corrección política frente al islamismo y al populismo de receta.

(Zoé Valdés/ld.)

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