El Juzgado de lo Penal número 2 de La Coruña ha absuelto a una madre que había sido acusada de dos delitos de lesiones leves en el ámbito familiar por haber dado un bofetón a un hijo de once años y haberle arañado en el cuello para evitar que el menor se marchase de casa.
El juez José Antonio Vázquez Taín, magistrado que ha emitido la sentencia, ha explicado en 'Herrera en COPE' que
"hay una conciencia entre los menores de edad de que son intocables", y
apunta que una sentencia contraria a la madre podría haber supuesto una
medida de alejamiento de la madre, por lo que justifica "incidentes
puntuales no pueden determinar una ruptura familiar".
(La Linterna/Juan Pablo Colmenarejo/Herrera en Cope.)
3 comentarios:
Arcoiris
dijo...
En una ocasión, una mamá muy angustiada me confesaba que su hijo, de unos seis añitos, le había aplicado (no era la primera vez) una somanta de palos por el delito de haberlo castigado retirándole un juguete. Sospecho que había otras, vergonzantes, escondidas en el silencio. Tengo para mí que esta política de hijo único (es decir, las circunstancias económicas y laborales, entre otras, que llevan a esta respuesta defensiva de las parejas jóvenes), si se puede y Dios mediante, puede llevar fácilmente a la divinización de los pequeños y a su intangibilidad privada y social. Antes, en el seno de las familias más nutridas y en las numerosas, no podía darse el fenómeno y los críos aprendían en el grupo ciertas virtudes sociales esenciales como la obediencia, el sacrificio, la colaboración, la empatía, el respeto y afecto hacia el otro sexo, etc. Yo no me cansaba de recordarles a los padres que en la vida extrafamiliar, había maestros, jefes, guardias, jerarquías… y que es imprescindible conocer los propios límites y respetar los de los otros. Para ello creo que siempre fue muy útil la palabra “no”.
Así es. Tenía un amigo, de una familia de diez hijos. Cada mayor se responsabilizaba de otro más pequeño. Por ejemplo.Actualmente, hijo único y ambiente desfavorable para la responsabilidad, el respeto, etcétera.
Coincido en todo. Solo apostillar que cuando se planifica "extremadamente bien" la parejita y se deja pasar 4 o más años entre hijo e hijo, estos se crían en la práctica como casi hijos únicos.
Ya sé que hay circunstancias... pero las circunstancias ATENUAN LA CULPA PERSONAL, pero no la realidad.
3 comentarios:
En una ocasión, una mamá muy angustiada me confesaba que su hijo, de unos seis añitos, le había aplicado (no era la primera vez) una somanta de palos por el delito de haberlo castigado retirándole un juguete. Sospecho que había otras, vergonzantes, escondidas en el silencio. Tengo para mí que esta política de hijo único (es decir, las circunstancias económicas y laborales, entre otras, que llevan a esta respuesta defensiva de las parejas jóvenes), si se puede y Dios mediante, puede llevar fácilmente a la divinización de los pequeños y a su intangibilidad privada y social. Antes, en el seno de las familias más nutridas y en las numerosas, no podía darse el fenómeno y los críos aprendían en el grupo ciertas virtudes sociales esenciales como la obediencia, el sacrificio, la colaboración, la empatía, el respeto y afecto hacia el otro sexo, etc. Yo no me cansaba de recordarles a los padres que en la vida extrafamiliar, había maestros, jefes, guardias, jerarquías… y que es imprescindible conocer los propios límites y respetar los de los otros. Para ello creo que siempre fue muy útil la palabra “no”.
Así es. Tenía un amigo, de una familia de diez hijos. Cada mayor se responsabilizaba de otro más pequeño. Por ejemplo.Actualmente, hijo único y ambiente desfavorable para la responsabilidad, el respeto, etcétera.
"Tengo para mí que esta política de hijo único"
Coincido en todo. Solo apostillar que cuando se planifica "extremadamente bien" la parejita y se deja pasar 4 o más años entre hijo e hijo, estos se crían en la práctica como casi hijos únicos.
Ya sé que hay circunstancias... pero las circunstancias ATENUAN LA CULPA PERSONAL, pero no la realidad.
Juan Luis.
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