(No me sorprende nada el comportamiento impresentable de esta gentuza de Podemos. Lo que me sorprende es que haya tantos esdañoles que les voten. Esto si que es preocupante. Espero que no sean como ellos. Si fuera sí, estamos perdidos. España está perdida.)
LA DESVERGÜENZA DE LA ULTRAIZQUIERDA ESCRACHADORA.
El líder supremo de Podemos no le ha sentado nada bien que unos ciudadanos venezolanos le reprocharan públicamente: "¡Venezuela se muere de hambre!".
Ocurrió este domingo, en un restaurante de Madrid, en el que Pablo
Iglesias comía con su pareja y otros dirigentes de su partido ultra,
cuando un grupo de venezolanos se acercó a la mesa que ocupaban y les
enrostró que en su país están sufriendo una miseria atroz por culpa del
régimen al que los capos neocomunistas lamen las botas.
Los neocomunistas Pablo Iglesias e Irene Montero, tan partidarios de
los escraches ("jarabe democrático", según la definición canónica
podemosa), dejaron el asunto en manos de sus guardaespaldas, para que
les evitaran una pequeña dosis de ese mismo remedio que con tanta
prodigalidad administran a sus rivales políticos. Lejos de agradecer esa
lección democrática del pueblo, ambos miembros de la élite política
nacional han denunciado en las redes sociales, con gran desvergüenza,
una agresión inexistente para presentarse como víctimas de unos intolerantes espoleados por el Gobierno del PP.
Resulta ominosamente llamativo que esta banda de liberticidas que ha
promovido y jaleado todo tipo de violencias injustificables denuncie
como intolerables unas meras palabras de reproche de unas víctimas del chavismo, régimen criminal y criminógeno que tan generosamente ha pagado a lo peor del podemismo su vil asesoramiento para mejor reprimir al pueblo venezolano.
Los venezolanos que afearon a Iglesias y a su escudera la colaboración de tanto podemoso con el régimen despreciable que ha arruinado a sus familias y asesina a sus compatriotas
lo hicieron sin recurrir al insulto ni a la violencia física, todo lo
contrario de lo que es norma en los escraches y tumultos tan del gusto
de los morados, y que llevaron en su día al capo neocomunista a
proclamar en televisión que se sentía conmovido al ver una agresión de ultraizquierdistas a un policía antidisturbios en pleno centro de Madrid.
Si hay que criminalizar a alguien, desde luego no es a los
venezolanos que, tremendamente impotentes, interrumpieron la comida de
la pareja neocomunista. Son los líderes de Podemos, y todos los que han
cobrado de ese régimen tiránico, los que deberían empezar a pedir perdón a los demócratas venezolanos, que siguen siendo asesinados en las calles por los matones del tirano Maduro.
(Edit. ld.)
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