PUEBLO Y
GOBIERNO.
Decía
Winston Churchill: ‘Cada pueblo tiene el gobierno que se merece’. Vaya
por delante que no estoy de acuerdo. Estoy de acuerdo con esta otra: ‘Cada
pueblo tiene el gobierno que se merece, si puede elegirlo’.
Así pues,
tenemos los gobiernos que nos merecemos. Los ciudadanos votamos las propuestas
que nos gustan más, o disgustan menos. Los ganadores deberían aplicar las
propuestas que los ciudadanos votaron mayoritariamente. ¿Sucede así?
Sucede que los gobernantes no cumplen- del todo - sus promesas
electorales.
Las promesas
electorales que hacen los políticos a los ciudadanos, no constituyen un
contrato. En el año 2012, la Audiencia Provincial de Madrid estableció, en un
auto, que no se puede demandar a los partidos políticos por el incumplimiento
de su programa electoral, ya que las promesas que se hacen en campaña no
constituyen un contrato que obligue a las partes. Añadiendo que la posibilidad
de control jurisdiccional de la acción política supondría una grave politización
de la Justicia y, especialmente, una invasión de un poder por otro que
vulneraría el principio de separación de poderes.
Esto
significa que no podemos reclamar a los jueces lo que los políticos nos han
prometido y no cumplido. Se trataría de una relación ética entre electores y
elegidos, no jurídica. Un ejemplo entre miles, y aplicable tanto al PP como al
PSOE. En Baleares, el Partido Popular es el responsable del grave- y repetido-
incumplimiento del compromiso electoral relativo a la libre elección de lengua.
No hay impedimentos para que se aplique en todas las etapas educativas y no
únicamente en el segundo ciclo de infantil y el primero de primaria.
¿Por qué, en
este caso el Partido Popular, engaña a sus votantes? Yo creo que el ‘proceso’
de engaño es, más o menos, el siguiente. Los encargados de la campaña electoral
diseñan las promesas que saben que serán bien vistas por sus habituales
votantes. Llegada la votación, los votantes pican. Una vez en el poder no
aplican lo que han prometido. ¿Por qué?
Mi opinión,
en el caso de los incumplimientos del Partido Popular, es que no se aplican
porque los populares carecen de suficiente personalidad y carácter para
enfrentarse a los previsibles problemas que afrontarán, si pretenden aplicar la
parte más conflictiva de su programa. En este caso, la libertad lingüística en
Baleares.
¿Qué
problemas? La educación está en manos- mayoritariamente- de profesores de
izquierdas y catalanistas. Suficientemente fanatizados, la mayoría, como para
boicotear medidas que promocionen la libertad lingüística, si no va en la
dirección que ellos quieren. Al mismo tiempo, tienen capacidad para convocar
ruidosas manifestaciones.
Los medios
de comunicación están dominados, mayoritariamente, por progresistas. Ya se sabe
que el progresismo es propio de la izquierda, catalanistas y antisistema. En
consecuencia, los populares pueden esperar ataques de la mayoría de maestros y
profesores, por una parte, y de la mayoría de los medios de difusión, por otra.
La consecuencia es el acojono. En vez de enfrentarse a los que-
antidemocráticamente- tratan de impedir la aplicación de un programa que ha
vencido en unas elecciones democráticas, optan por engañar a sus electores.
Dejo aparte
la corrupción, que ha enfangado al Partido Popular, aunque el PSOE tampoco está
limpio. Con esto de la corrupción, sucede algo parecido al ’frío’ y la
‘sensación de frío’. La mayoría de los medios de comunicación transmiten la
idea- con mayor o menor sutileza- de que el PP es el único y exclusivo protagonista
de la corrupción. A nivel nacional sucede lo mismo. Sólo recordaré, a título de
ejemplo, que el periódico El País, dedicó más de diez portadas a los trajes del
ex presidente valenciano, Francisco Camps. Trajes cuyo coste alcanzaba, como
mucho, quince mil euros. Por cierto, Camps fue absuelto. Esta es la ‘sensación
de corrupción’, aplicada a ‘los malos’.
Vuelvo a
Baleares. ¿Por qué siguen votando al PP los votantes engañados? Básicamente,
porque- a pesar de estar justamente indignados con el Partido Popular- tienen
miedo a la alternativa. O sea, una confluencia de socialistas, catalanistas y
antisistema.
Dando por
sentado que estos votantes tienen razón al estar indignados, pondré solamente
dos ejemplos para entender el miedo a que gobiernen los políticos de
‘progreso’.
El Instituto
de Enseñanza Secundaria del pueblo mallorquín de Santa Margarita
invitó- en marzo de 2017- al rapero Josep Miquel Arenas
"Valtonyc" condenado por la Audiencia Nacional por
los delitos de enaltecimiento del terrorismo, humillación a las
víctimas, injurias graves a la Corona y amenazas de muerte
a Jorge Campos, para dar una charla sobre "libertad de
expresión" a niños de 1º y 4º de ESO. ¿Quién cree usted que es
capaz de hacer esta repugnante invitación? Gente de progreso. Esto es lo que
teme la mayoría de votantes del PP.
El otro
ejemplo de la miseria moral de la progresía balear la tenemos con ‘sa Feixina’.
Según informó UH, en Junio de 2017, la Fundación Círculo Balear aseguró que la propuesta de la ponencia técnica de
Patrimonio del Consell de Mallorca para proteger el monumento de sa Feixina ‘refuerza la denuncia ante la Fiscalía General del
Estado por posibles delitos de prevaricación y de falsedad en narración de los
hechos’.
Así lo
expresó dicha Fundación, en un comunicado en el que apuntaba al concejal de
Urbanismo, Antoni Noguera, ‘quien aprobó un expediente de demolición saltándose
la legalidad vigente, obcecado por el sectarismo revanchista del tripartito que
gobierna el Consistorio’.
El monumento
Sa Feixina (1947) fue construido por el arquitecto Francesc Roca en homenaje a
los muertos del crucero Baleares, que fue torpedeado y hundido el 5 de marzo de
1938 por el destructor de la Marina Republicana Lepanto, durante la batalla del
Cabo de Palos frente al puerto de Palma. Este monolito fue sufragado por los
ciudadanos de Palma. Ahora quieren derribarlo. Es el odio revanchista de la
izquierda y sus aliados separatistas.
Este es el
contexto- subliminal, al menos- en el que se suele votar. Mediocridad, por una
parte, y odio, por otra. ¿Qué podemos esperar?
Sebastián
Urbina.
(Publicado en ElMundo/Baleares/21/7/2017.)
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