UTOPÍAS
FUERTES Y DÉBILES.
Dice K.
Popper, en su libro ‘En busca de un mundo mejor’: ‘El comunismo marxista no
es más que la muestra más terrible de todos los intentos por instaurar el cielo
en la tierra’.
¿Significa
esto que debemos rechazar las utopías? Depende de lo que entendamos por
‘utopía’. Si entendemos algo así como la ‘realización del espíritu absoluto’,
siguiendo la senda de Hegel, Marx, Lukács, Adorno, Horkheimer y otros, la
respuesta es negativa. Esta idea está vinculada- entre otras cosas- a la noción
de libertad verdadera que elimina las contradicciones, frente a libertades
ilusorias, como, por ejemplo, la que ofrece el infierno capitalista. Desde la
derecha, por seguir con el tópico, F. Fukuyama habla del ‘Fin de la Historia’.
De eso se trata. Se realiza la utopía demócrata liberal y ya hemos llegado al
final. Ya tenemos el cielo en la tierra.
Los
experimentos emancipatorios han sido catastróficos. Sin embargo, sigue habiendo
gente que adora a Lenin y a Fidel Castro y suspira por un ‘hombre nuevo’ que
elimine de cuajo esta sociedad capitalista monstruosa.
Veamos
otras aproximaciones de ‘utopía’ menos absolutas. El diccionario de la RAE
dice: ‘Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como
irrealizable en el momento de su formulación’.
Aquí hay una
distinción que hacer. Por una parte, los que consideran este proyecto
irrealizable y, por otra, los que lo ven- a pesar de las dificultades-
realizable. Y, por encima de todo, deseable. Tan deseable que, cuando se
consiga, alcanzaremos la felicidad total. De ahí que sus apologetas estén
dispuestos a pasar por encima de todo para conseguir una sociedad feliz que
supondrá el fin de nuestras miserias.
Antes de
seguir, pongamos un ejemplo. La revolución en Camboya, dirigida por Pol Pot,
pretendía conseguir la igualdad, la justicia y la felicidad completa. Esto en
teoría. En la práctica, la reeducación revolucionaria e igualitaria, eliminó-
físicamente- a unos dos millones y medio de camboyanos de un total de seis. Con
la mejor de las intenciones. Y ya sabemos que las ‘buenas intenciones’ son un
monopolio de la izquierda. La derecha ni tiene, ni puede tener, buenas
intenciones.
Pero,
pasemos de Camboya y otros ejemplos que no nos afectan, porque están muy lejos.
Hablar de Camboya es no entender nada, dicen ‘nuestros’ utópicos. La izquierda
utópica realmente existente no quiere camboyas. Quiere sociedades libres,
justas, igualitarias, con derechos universales y gratuitos. Sin
multinacionales, ni ejércitos opresores. Ni la CIA y otras organizaciones que
matan y torturan en nombre del capital.
Esta es la
utopía de la izquierda post-camboyana. Probablemente Pablo Iglesias es un
conocido representante, aunque no el único. Hay que echar a ‘la casta’ para que
se pongan ellos. El ejército español es militarista (dijo el alcalde podemita
de Zaragoza) y esto es intolerable. No en vano el ex Jemad y ex general
Rodriguez, ahora en Podemos, ha dicho que nada de bombas contra los terroristas
islámicos. Diálogo y más diálogo. La Iglesia Católica da asco y debe encerrarse
en casa. Salario social, comedores sociales, viviendas vacías que serán
expropiadas- gratis- para los ‘sin techo’. Luz y agua gratis. Hay que subir los
impuestos a los más ricos. Que paguen. Probablemente, la utopía no camboyana es
algo así.
Debemos
tener claro que la utopía auténtica, de izquierdas, es la utopía igualitaria. Y
esto no se podrá conseguir con el capitalismo inhumano que genera ricos y
pobres. Usted todavía no se ha dado cuenta porque está alienado, pero esto es
así de claro. ¿Qué modo de producción utilizaremos? Misterio.
¿Recuerda el
atentado a las Torres Gemelas de 11 de septiembre de 2001? Pues vea como
responde un hombre culto, inteligente y de izquierdas, como Dario Fo. Y Premio
Nobel de Literatura. ‘Más
allá de la identidad concreta de los autores de la masacre, esta violencia es
hija legítima de la cultura de la violencia, el hambre y la explotación
inhumana… Los grandes especuladores chapotean alegremente en una economía que
mata cada año a decenas de millones de personas con la miseria. ¿Qué son en
comparación los 20.000 muertos de Nueva York?".
Recuérdelo,
este es el verdadero camino de la utopía de izquierdas, democrática y
progresista. Nos lo explica con claridad un hombre que no se deja engañar por
las falsas luces del neoliberalismo que nos invade. ‘’La economía neoliberal
mata a más gente que todos los ejércitos del mundo juntos", dijo en La
Tuerka, Público TV, el economista y ambientalista chileno Max Neef. Más claro,
agua.
O como dijo
el economista- amigo de Podemos- Vicenc Navarro: ‘El neoliberalismo mata y
pone enfermas a las clases populares’. Y luego, como es sabido, dado que
carecen de protección sanitaria, termina matándolas.
Si usted es progresista puede que no quede impresionado por estas palabras
del Papa, en Religión Digital: ‘’Vivimos bajo una economía que mata". ‘El
Papa Francisco más allá del Neoliberalismo’.
¿Qué más necesita usted para darse cuenta de que vive en la más repugnante
inmoralidad si defiende la economía de mercado?
Johan
Norberg (en su libro ‘En defensa del capitalismo global’) dice que la creciente
prosperidad del planeta se debe al capitalismo. Un estudio acerca de la
política comercial de 117 países entre 1970 y 1989 demuestra que con políticas
librecambistas el crecimiento era entre tres y seis veces superior al de los
Estados proteccionistas’. Y Xavier Sala nos dice que la historia nos da
ejemplos de la superioridad de las economías de libre mercado sobre las
economías planificadas. Es el caso de Alemania Federal frente a la llamada
República Democrática Alemana, o el de Corea del Sur, con una renta catorce
veces superior a la de Corea del Norte. O Hong Kong, Singapur, Taiwán y un
largo etcétera.
¿Utopías?
Sí, pero utopías débiles. Como mejorar el sistema de enseñanza, asistencia
integral a las personas realmente desvalidas, disminuir la corrupción, fomentar
la lectura, el arte, la ciencia y los valores democráticos. Y un largo etcétera
con los pies en la tierra.
Sebastián
Urbina.
(Publicado en El Mundo/Baleares/7/7/2017.)
2 comentarios:
Según el Dr. Laurence J. Peter, también los partidos políticos son organizaciones altamente jerarquizadas, en las que se asciende por méritos (Y, en ocasiones, a través de elecciones llamadas “primarias”, que conducen al mismo fin). Eso quiere decir que estamos condenados, más tarde o más temprano, a estar dirigidos por unos gobernantes incompetentes. Como le decía al Dr. Peter uno de sus oyentes: “(…) No sé si el mundo está gobernado por hombres inteligentes que nos están engañando o por imbéciles que no se recatan de serlo”. Todo esto viene a cuento por que me pregunto si ya hemos alcanzado ese nivel de incompetencia o aún nos esperan peores tiempos.
El futuro no está escrito.
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