Mascarillas de baño
“No hagas muchas pragmáticas, y si las hicieres, procura que sean buenas, y sobre todo que se guarden y cumplan, que las pragmáticas que no se guardan lo mismo es que si no lo fuesen, antes dan a entender que el príncipe que tuvo discreción y autoridad para hacerlas no tuvo valor para hacer que se guardasen; y las leyes que atemorizan y no se ejecutan, vienen a ser como la viga, rey de las ranas, que al principio las espantó, y con el tiempo la menospreciaron y se subieron sobre ella.”
Así aconsejaba Don Quijote a Sancho Panza, gobernador de la Ínsula Barataria. O sea, pocas normas, y que se cumplan: regla básica para todo gobernante prudente. Sin embargo, nuestros gobernantes ni son prudentes ni aspiran a serlo, y por ello hacen todo lo contrario de lo que con buen criterio recomendaba el Manco de Lepanto (no confundir con Trafalgar, Almirante Hila y asesores, aunque ambas les suenen franquistas): emanan leyes sin parar, como fonts ufanes en año de lluvias. O, considerando su calidad, podríamos imaginar metáforas más groseras, que nos ahorraremos por respeto al lector.
Tantas leyes, y tan absurdas, que no podríamos cumplirlas ni aunque quisiéramos. Y por supuesto, los primeros que se las saltan son ellos mismos: Barmengol en el Hat Bar, Barmengol dando comidas, Ávalos por Ibiza, Sánchez e Iglesias saltándose cuarentenas, y lo que te rondaré.
Los españoles no podemos movernos ni reunirnos ni al aire libre, pero los guiris pueden venir de su país. Con su PCR negativa, que se controla a algunos aleatoriamente. ¡Un año para organizar -mal- algo que era evidente desde el minuto uno! Hoy dicen que se empieza a pedir la PCR a los franceses que llegan por tierra. ¡Hasta ahora sólo les pedía a los que venían en avión, pero no por tierra! O sea, que un francés puede cruzar la frontera con su PCR, pero un español no puede cruzar la frontera de su Comunidad. Ajá, comprendo. Por cierto, los franceses en Madrid son malos, pero los alemanes en Mallorca son buenos. Claro, todo en orden. En Mallorca las terrazas cierran a las cinco de la tarde, con el cambio de hora en pleno día. Los interiores los abrieron, pero a los diez días los cerraron. Pero los turistas cenan metidos en sus hoteles.
Ahora la novedad es que Sánchez por fin toma medidas para toda España: será obligatoria la mascarilla al aire libre sin excepción, no importa si uno está solo, sin nadie a quien contagiar en un radio de un kilómetro. Mascarilla en la playa hasta para bañarse. Habrá que comprar mascarillas de baño, o llevar dos: tendemos la mojada para que se seque, y las vamos cambiando.
Sr. Sánchez, el verano pasado no llevamos mascarilla ni en la playa ni en paseos junto al mar, y se supone que un año después estaremos mejor preparados, con más tests, más gente inmunizada, mejores tratamientos, y más camas de hospital. Ah no, perdón, esto último sólo en Madrid, y además no es un hospital; los hospitales son buenos, y éste es malo.
Total, que llevamos ya más de un año con nuestros derechos fundamentales suspendidos, y el Tribunal Constitucional (Prostitucional) ni sabe ni contesta. Es que PP y PSOE no se ponen de acuerdo, y así no hay quien decida. Además, si ahora dicen que todo es inconstitucional, como parece, a ver qué hacemos. Más vale dejar los recursos en el cajón, y ya se nos olvidará, como el aborto, que lleva doce años y no pasa nada. ¡Viva el “estado de derecho”! ¡Todos a la playa! Pero no olviden la mascarilla. Yo cuando vea al Dr. Sánchez y Barmengol con la marca del sol en la cara, ya si eso.
(MallorcaDiario/1/4/2021.)
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