LA FOTO DE ORTEGA SMITH
Una foto se alzó el lunes sobre todo el ruido mediático. En ella se veía al portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, Javier Ortega Smith, guardando solo un minuto de silencio por las personas asesinadas en los últimos días en España a manos de sus cónyuges o familiares cercanos.
A unos pocos metros de Smith, los representantes de todos los demás partidos, incluyendo al alcalde Almeida, del PP, mostraban su repulsa a una parte de esos asesinatos detrás de una pancarta. En el color morado Podemos que todos los partidos menos Vox han aceptado para rotular sobre lo que antes llamábamos crímenes pasionales, la pancarta decía: "¡Basta Ya! No a la violencia de género".
He escrito "por una parte de esos asesinatos" porque, según la misma pancarta, su condena no incluía, por ejemplo, el asesinato de la niña Yaiza. Su propia madre ha reconocido haber matado a la niña.
Como su caso no se encuadra en la definición de violencia de género ("aquella que se ejerce sobre las mujeres por parte de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones de afectividad", según el Gobierno), la niña Yaiza no ha merecido el homenaje de los de la pancarta tras la que se negó a colocarse Smith.
La costumbre de ignorar a las víctimas que no encajen en el relato ideológico dominante es una realidad bien asentada en España. Por ese motivo, hace mucho que dejó de ser noticia. Sin embargo, la foto de Smith nos dice algunas cosas que vale la pena comentar.
En primer lugar habla de la valentía del protagonista y de su partido. Hay que estar hecho de una pasta especial para plantarse ahí solo sabiendo que te van a llamar machista y cómplice de asesinos y maltratadores.
La violencia, es violencia, ni tiene género, ni tiene sexo. Toda víctima merece protección y respeto, y todo culpable, persecución y rechazo, sin importar por ello, en uno y otro caso, ni su sexo, ni su edad, ni su orientación sexual.#LaViolenciaEsViolencia pic.twitter.com/KHSsGYnjD1
— Javier Ortega Smith (@Ortega_Smith) June 14, 2021
Aún más interesante es lo que revelan las reacciones (o la falta de reacciones) al acto de disidencia de Smith. La escandalosa doble vara de medir con que se tratan en España los casos de violencia en familia según el sexo del agresor y de la víctima ha sido denunciada por mucha gente.
Uno esperaría que la mayoría de esa gente alabara la conducta de Smith y la postura de Vox sobre este tema, pero no es el caso. Vox ha sido víctima desde su fundación de una descalificación ad hominem que no solo viene de la izquierda. Muchos intelectuales y comentaristas defienden en los asuntos fundamentales de esta hora de España cosas muy parecidas a las que dice Vox, pero se empeñan en ignorarlo para seguir descalificando al partido con las más arbitrarias etiquetas abstractas.
A todos esos intelectuales y comentaristas les sugeriría el simple ejercicio de evaluar cuánto coincide lo que ellos dicen y escriben con lo que propone y hace cada partido. Pongamos, para empezar, el tema de la violencia de género, en el que Vox es el único partido que defiende la igualdad ante la ley sin distinción de sexo u orientación sexual. Podemos seguir por la defensa del español como lengua vehicular en la enseñanza y la administración de toda España, donde nadie tiene una postura tan firme y coherente como Vox.
Y fijémonos, para terminar, en la beligerancia con que Vox combate la erosión de lo que los aludidos sin excepción coincidirían en calificar de pilares básicos del Estado de Derecho, como la propiedad privada, el respeto a las leyes y la neutralidad institucional.
No se puede exigir a nadie que vote o apoye a un partido, pero sí cabe esperar justicia a la hora de valorar sus acciones. Si fueran justos con Vox, todos los opinadores que han advertido de los peligros de las leyes y la ideología de género habrían aplaudido esta semana a Ortega Smith. Y no ha sido el caso.
Vox es el único partido que denuncia siempre el discurso que hizo que el viudo de Motril tuviera que velar a su mujer en la cárcel. Más allá de los adjetivos y de nuestras aspiraciones estéticas, merece reconocimiento por ello.
(Marcel Gascón Barberá/ld/19/6/2021.)
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