miércoles, 2 de febrero de 2022

RAFA NADAL

 

Rafa Nadal

Por Sebastián Urbina

Rafa Nadal acaba de conquistar el Open de Australia 2022. Es el primer jugador de la historia en ganar 21 títulos de Grand Slam. Consigue su segundo Abierto de Australia (2009 y 2022) y lo une a sus 13 Roland Garros (2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019 y 2020), dos Wimbledon (2008 y 2010) y cuatro US Open (2010, 2013, 2017 y 2019).

Espectacular. Ya se le reconoce como el mejor jugador de tenis de la historia. En cualquier caso, siempre será reconocido como uno de los más grandes tenistas de todos los tiempos. Pero, lo que asombra, no es solamente su espectacular palmarés deportivo, sino, además, su admirable valor humano.

No se trata de subirlo a los altares, ni tampoco de decir que es uno más. No es uno más. Ni una cosa, ni otra. Recuerdo haber leído una tontería del famoso Frank Cuesta, con motivo de las declaraciones y comportamiento del gran tenista Djokovic. Declaraciones y comportamiento que no comparto, en absoluto. Pero Frank Cuesta, tratando de ponerlo a ras de tierra, no se le ocurrió decir, para bajarle los humos, que iba al wáter como todos los demás humanos. Esto me parece estúpido y poco elegante. No nos igualamos a Teresa de Calcuta, a Einstein, etcétera, porque todos vayamos al wáter. Deberíamos dejar al margen las necesidades naturales y no decir melonadas.

De modo que, en tiempos en los que no está de moda mostrar admiración por alguien, quiero mostrar mi admiración por Rafa Nadal. ¿Por qué? Por haber conseguido un récord deportivo extraordinario. Y esto no es gratis. Requiere grandes dosis de esfuerzo, disciplina y espíritu de superación. No un día o dos, sino durante años. Esto es admirable, especialmente en unos momentos en que uno de los problemas, en el ámbito educativo, es el de conseguir que los alumnos mantengan la atención diez o quince minutos seguidos.

Pero lo especial, en este caso, es que una persona tan famosa internacionalmente, tenga un comportamiento habitual -no sólo cuando le enfocan las cámaras- tan respetuoso en el trato con los demás, sensato en sus comentarios, y modesto, sin exagerar.

Siempre, en toda la historia de la humanidad, ha habido modelos, referentes. Es algo parecido a las élites. Siempre las ha habido, aunque no todas las élites han alcanzado los mismos niveles de excelencia exigibles. Élites, entendidas en el mejor sentido posible. Es decir, como grupos cualificados que indican caminos a seguir, no para su propio y exclusivo beneficio, sino para ayudar a la sociedad a crecer. También es parecido al papel que tenían los intelectuales (ahora están mal vistos y casi nadie quiere serlo), no como portadores de la verdad, con mayúsculas (tipo ‘Reyes Filósofos’ de Platón), sino como orientadores de acción. Ahí están mis opiniones. Si te interesan, tómalas.

Rafa Nadal orienta con su comportamiento. Sería muy conveniente que las jóvenes generaciones -y no tan jóvenes- trataran de emular su buen hacer. O sea, esfuerzo, disciplina, espíritu de superación, respeto, control, humildad no exagerada, etcétera.

Recuerdo que el gran boxeador, campeón del mundo de los pesos pesados, Cassius Clay (después, Muhammad Alí), pregonaba a los cuatro vientos: "Soy el mejor del mundo". El caso es que lo era, aunque sus problemas con el ejército y la guerra de Vietnam, le perjudicaron seriamente en su carrera profesional. Una diferencia con Rafa Nadal es que nuestro campeón es el mejor del mundo, pero no lo irá gritando por ahí.

Espero molestar a alguien con este comentario final. Rafa Nadal es despreciado por los separatistas antiespañoles porque no se ha escondido nunca de ser lo que es, un mallorquín de España, o un español de Mallorca. Y orgulloso de serlo. Para más inri, es socio de honor del Real Madrid. Esto ya es rozar la perfección.

Estamos orgullosos de ti, Rafa.

PD. Ni Podemos, ni los separatistas vascos y catalanes le felicitan.

 

(MallorcaDiario.com)



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