“Reactivam l'economia"
Muy cerca de mi oficina, en unas obras que inició sorpresivamente hace unas semanas el perezoso Ayuntamiento de Palma -sin avisar previamente a vecinos ni a comerciantes-, se ha cortado el tráfico en varias calles con unas barreras metálicas sobre las que reza textualmente: “Reactivam l’economia. Aquestes obres generen 8 llocs de feina”. El anuncio de color blanco que contiene dicho texto está también decorado con los logotipos del Ayuntamiento, de Emaya -la empresa municipal de aguas y alcantarillado-, y de la sociedad concesionaria de las obras.
Generándome un íntimo regocijo el hecho de que nuestro Ayuntamiento haga por fin cosas buenas por la ciudad (suponiendo que esas obras sean para bien), el llamativo cartel no puede causarme mayor perplejidad. Primero, porque no deja de sorprenderme que el Ayuntamiento de una capital importante tenga que vender como propaganda el hacer simplemente su trabajo, que es mantener en buen estado de funcionamiento las instalaciones y servicios públicos con los que cuenta el municipio. Que para eso les hemos votado, y no para inflar todos los departamentos instalando a sus famélicos amigos, para pronunciarse contra las guerras (salvo que las promueva el camarada Putin) o para colgar lacitos, banderas y símbolos en las ventanas de sus despachos.
En segundo lugar, por la dramática concepción económica y social que ese triste anuncio pone de manifiesto. Con el mayor de los respetos -y sin objetar que se reparen las instalaciones públicas que sea preciso arreglar- no es el Ayuntamiento de Palma quien debe estar encargado de “reactivar l’economia” o “generar llocs de feina”. Estos tipos que nos malgobiernan viven tremendamente equivocados. Se les nota de forma palmaria que nunca se mantuvieron fuera de la mamandurria pública. Porque, en una economía sana, es la iniciativa privada -cuando las farragosas Administraciones públicas le faciliten de una vez las condiciones adecuadas para ello- quien tiene que generar puestos de trabajo. Y no sólo mediante contratas pagadas con el dinero de todos los palmesanos, sino con el capital que los empresarios o autónomos quieran arriesgar para sacar sus negocios adelante. Para lo que precisan un ambiente político y una confianza económica que distan mucho de las que hoy tenemos.
La coalición izquierdo-catalanista que preside la Corporación municipal revela continuamente una visión retrógrada y estatalista de la economía y de nuestra vida social, que parecen estar estancadas en la época de Marx y la revolución industrial. Para la mayoría de sus integrantes, tipos y tipas manifiestamente incapaces de ganar ni un euro a la intemperie, son las Administraciones públicas quienes tienen que tirar de la economía, mantener a la gente y solucionar el desempleo. Porque siempre disparan con la pólvora del rey ya que -en sus trasnochadas estructuras mentales- la vida se soluciona subiendo ilimitadamente los impuestos, colocando gente a sueldo público y gastando a tutiplén. Con lo que aspiran a una sociedad dependiente que, fuera de la tutela de la Administración, sea incapaz de subsistir. Y ello les garantiza votos, fidelidad y ausencia de disidentes. Hablando claro, su objetivo es disponer -a su santa voluntad- de un dócil y mantenido rebaño.
En una de las capitales europeas más famosas y reconocidas de una vieja y floreciente industria turística, en la ciudad que hace escasos siete años The Times eligió como “el mejor lugar del mundo para vivir”, presumir de que una obra pública ha creado ocho puestos de trabajo sólo produce estupor y pena. Cuando, haciendo las cosas medianamente bien, esta ciudad y esta comunidad deberían funcionar económicamente como un tiro, ya que reunimos las mejores condiciones para ello.
La pobre altura de miras que revela el cartel municipal nos marca el mejorable nivel político de nuestros actuales gobernantes. Con muchos empresarios y autónomos condenados a la ruina, la mayoría de los ERTE prorrogados, las ayudas europeas en el limbo o convertidas en préstamos ICO que habrá que devolver sin generar ingresos, una desastrosa gestión de la pandemia, buena parte de los locales comerciales cerrados, la circulación rodada restringida, y los precios de combustibles y materias primas subiendo desaforadamente, podemos dormir tranquilos. Ocho tipos afortunados trabajan en la zanja de la Avinguda Jaume III gracias al generoso Ayuntamiento de Palma. No se preocupen, amigos. Estamos salvados.
(MallorcaDiario.)
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