Mallorca, 12 de septiembre: catalanismo o libertad
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Los mallorquines estamos de enhorabuena con la decisión tomada por el gobierno de derechas del Consejo de Mallorca de PP y VOX, presidido por el popular Llorenç Galmés. Parece que está decidido a terminar con parte de la dictadura catalanista de los anteriores equipos de gobierno socialistas y catalanistas de Mallorca. Galmés quiere celebrar la jura del rey Jaime II Mallorca de las franquezas y privilegios del reino de Mallorca (que son las islas Baleares) el próximo 12 de septiembre. Lo que significa olvidarse de la usurpadora y catalanista Diada de Mallorca de día 31 de diciembre. Y es usurpadora ya que nos arrebató a los palmesanos la secular Fiesta del Estandarte de la capital. Esta fiesta palmesana es la que desde hace siglos conmemora la entrada de Jaime I de Aragón en la capital mallorquina el 31 de diciembre de 1229. No es ninguna celebración de la entrada de Mallorca en la catalanidad. El 12 de septiembre sí que se puede considerar como el Día de Mallorca, ya que conmemora el comienzo de la singladura de la dinastía privativa mallorquina del reino independiente de Mallorca durante casi un siglo.
¡¡Que darían los catalanistas por haber tenido una dinastía exclusiva como la mallorquina!! En vez de tener unos monarcas compartidos con valencianos, mallorquines y aragoneses; y a partir de la Edad Moderna, compartidos con el resto de españoles de ambos hemisferios. No les haría falta inventarse ninguna Corona de Cataluña o que los reyes de Aragón sean reyes catalanes.
Pero el caso del reino de Mallorca todavía es más sangrante. Los reyes de Mallorca les sobran. La doctrina catalanista, sólo quiere la uniformización de la historia, cultura y lengua en sus utópicos Países Catalanes, de ahí que los catalanistas de Baleares traicionen la memoria de nuestros reyes, ya que son los que marcan la diferencia. Lo mismo sucede con el léxico, los verbos, la morfología y el artículo salado de la lengua mallorquina (que la hacen distinta del catalán y del valenciano) totalmente catalanizada con el dialecto estándar de base barcelonesa impuesto por la dictadura catalanista en la enseñanza, en la radio y televisión, y en la administración. ¿Dónde está la libertad para expresarse en mallorquín y en español?
Y no nos olvidemos de la tergiversada historia de Baleares, ni del Expolio Catalanista que se apropia de todo aquello que le interesa como es la figura más universal dada por nuestra tierra, Ramón Llull; o los autores mallorquines que forman parte de la supuesta literatura catalana (sin valencianos y mallorquines no queda nada); o que san Junípero Serra sea la huella catalana en California; o que el Mapamundi de Cresques Abraham sea conocido como el “Atlas Catalán”; o que el “Canto de la Sibila” forme parte de la Navidad catalana; o que el apellido menorquín de la saga de héroes norteamericanos dé nombre a la catalanista “Farragut Fund”.
Pero volvamos al 12 de septiembre. Recordemos un poco nuestra historia sin tergiversaciones catalanistas. El nuevo reino cristiano de Mallorca nació dos meses después de la conquista de Medina Mayurika. Jaime I lo dotó de una organización administrativa, un ordenamiento legal y un régimen jurídico propio con la Carta de Franquezas de día 1 de marzo de 1230 (de ahí que el día de la comunidad autónoma se celebre en esa fecha). El reino nació sin ninguna supeditación al resto de territorios de la Corona de Aragón, como el condado de Barcelona, el señorío de Montpellier o el mismo reino de Aragón. De este modo el único vínculo en común que tenían todos los territorios era sólo el rey de Aragón. Cada reino, condado o señorío tenía sus instituciones, normas, representantes e insignias específicas.
Con la conquista ya asentada y consolidada, Jaime I otorgó a sus súbditos mallorquines, tanto a los pobladores recién llegados catalanes, aragoneses, leridanos (en esa época el marquesado de Lérida era parte del reino de Aragón), roselloneses, montepellerinos, provenzales, languedocianos, italianos… como a los sarracenos romanizados que habían recuperado la religión cristiana de sus ancestros, la posibilidad de una representación ante el Rey con el Régimen de Franquezas de 1249. Las nuevas figuras de Jurados y Consejo quedaron como los representantes del reino.
Pero el nuevo reino estaba destinado a seguir una senda separada del resto de territorios de la Corona aragonesa. El propio Jaime I dejó el camino preparado para la creación de la Corona de Mallorca (reino de Mallorca, Rosellón, Montpellier) con el juramento del Infante Jaime como heredero y la eliminación de la indisolubilidad de la Corona de Aragón. Para acabar de configurar la nueva Corona de Mallorca, Jaime I concedió, en 1269, a la Ciudad y al Reino su propio escudo, que serviría de base para que el rey Sancho otorgase a los mallorquines la bandera de Mallorca en 1312.
A la muerte del rey Jaime I, el Infante Jaime renovó el pacto con los representantes mallorquines para convertirse en Jaime II de Mallorca. Día 12 de setiembre de 1276 el nuevo soberano juró las franquezas y privilegios mallorquines en la iglesia de Santa Eulalia de Palma (construida según el estilo gótico más evolucionado y magnífico que se usaba en la región natal de su padre, el Languedoc), a la vez que los Jurados, representantes del reino, lo reconocieron como rey de Mallorca, prestándole el correspondiente juramento de fidelidad.
Con la herencia recibida de un reino autónomo e independiente de Aragón, Jaime II prosiguió la labor de ordenación y estructuración del reino. Lo primero que hizo fue crear unos colores propios para la dinastía mallorquina para poder distinguirla de la aragonesa. Jaime II introdujo una brisura en el blasón familiar suprimiendo una de las cuatro barras rojas, quedando en tres, tal como aún se pueden contemplar en el escudo que preside el Salón del Trono del Castillo de Bellver (que no se enteren los catalanistas). Pero de poco le sirvió querer mantenerse independiente ya que las fricciones con su hermano Pedro fueron una constante, que culminaron con la invasión aragonesa de 1285.
Sólo una vez recuperado el reino, pudo llevar a cabo una importante reforma territorial, tanto en Palma como en la Parte Foránea con las Ordenaciones de 1300. Además, cerró el sistema monetario a la moneda propia de Mallorca, estableció medidas proteccionistas para la economía mallorquina, firmó tratados de comercio con Sicilia, Génova y Castilla, y comenzó el establecimiento de consulados mallorquines en puertos mediterráneos para distinguirse de los catalanes.
Como soberano del nuevo reino en medió del mar también buscó el prestigio de la Corona con la acuñación de la moneda de oro mallorquina y la edificación de obras monumentales del gótico mallorquín como el Palacio de Perpiñán, el Palacio de la Almudaina, el Castillo de Bellver y la Catedral de Palma. Para estas grandes obras escogió a los mejores arquitectos de su Corona, el rosellonés Poncio Descoll y el mallorquín Pedro Salvá.
Cada 12 de septiembre hemos de seguir recordando que durante casi un siglo existió un reino mallorquín independiente, con leyes propias, colores propios, instituciones propias y reyes privativos que defendieron el reino de los ataques del rey de Aragón (léanse catalanes) y que incluso dieron su vida, como Jaime III.
Señores del PP y de VOX, espero que esto sea otro valiente paso (el primero ha sido la supresión de la exigencia del catalán en la sanidad), de los muchos que han de dar, para desmontar el entramado catalanista que ahoga y exprime nuestra historia, lengua y cultura baleáricas, y devolvernos la libertad. Todavía hay mucho trabajo. Y sean valientes con la libre elección de lengua en la enseñanza y no se limiten a la primera enseñanza hasta los 8 años. A los catalanistas de la OCB y del STEI los tendrán de frente sí o sí. Ya los tienen con la libertad en la sanidad.
Recuerden que aún siguen vivos muchos de los dominios catalanistas como www.palma.cat, www.illesbalears.cat, www.iebalearics.cat, www.parlamentib.cat, www.culturamallorca.cat, www.conselldemallorca.cat, y muchos más, que para nada representan a nuestra tierra balear y española. ¿Qué van a hacer con los “castellers” en las fiestas de San Sebastián y del Día de la Comunidad? Y no se olviden de nuestra lengua mallorquina, actualmente relegada a ser una simple modalidad que ni se estudia ni se protege tal como marca el Estatuto. Más bien, todo lo contrario, está siendo suprimida y sustituida por el putrefacto dialecto de Barcelona, tal como lo denominaba nuestro magnífico mossèn Antoni Maria Alcover.
Parafraseando a la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, en el antiguo Mallorca la celebración del 12 de septiembre significa gritar ¡CATALANISMO O LIBERTAD!
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