22 de febrero de 2009 | ||||
SIN COMPLEJOS |
Patxi López y la rendición del 2 de marzo |
El PSE históricamente no se atrevido en el País Vasco. Ni siquiera cuando ha ganado las elecciones. En el 84, el victorioso Benegas, se puso cobardemente a las órdenes del PNV. |
No es oro todo lo que reluce, y aunque la esperanza de ver al iluminado de Ibarretxe mordiendo el polvo de Llodio puede llevar a algunos a entregar un voto desesperado y agónico al espejismo López, es conveniente hacer memoria histórica de la buena antes de meter la papeleta en la urna el próximo 1 de marzo. El PSE, con Benegas, ya ganó las elecciones vascas en 1984. ¿Qué hizo? Entregarse con armas y bagajes al PNV y regalarle la presidencia del Gobierno vasco a cambio de un servil papel de segundón, de eterno invitado en las propiedades nacionalistas que parecen ser las instituciones e incluso la mismísima tierra vasca. Habrá quien diga que agua pasada no mueve molinos. Y reconozco que la generosidad en la vida y la confianza en la evolución de las personas es algo posible y que nos hace mejores. Lástima que la historia recientísima del PSE confirme la vieja política de Benegas. En Gecho el PP empató a votos y escaños con el PNV (11) en las últimas elecciones municipales. El PSE, con un solo concejal, regaló la alcaldía a los jeltzales. En Álava la cosa fue aun peor. El PP fue el partido más votado en el parlamento provincial, seguido del PSE y del PNV. Pues bien, los segundos, de rodillas, obsequiaron al nacionalismo -tercero en discordia- con el gobierno de la Diputación Foral de Álava. En definitiva, que el PSE, es como el perro del hortelano, ni come ni deja comer. Ni cuando pierde ni cuando gana ni cuando empata se atreve a articular mayorías para favorecer un cambio democrático en el País Vasco. ¿En que puede servir a López una mayoría PP-PSE en el País Vasco? En un simple cromo para negociar la rendición del 2 de marzo ante sus eternos amos del Partido Nacionalista Vasco. XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX LAS ETIQUETAS. Las etiquetas juegan un papel importante en la vida de las personas. En unas más que otras porque, afortunadamente, no somos todos iguales. Pero ¿por qué son tan importantes las etiquetas en el caso de que tenga razón? Porque las etiquetas permiten no tener que pensar. 'Pensar', duro y agotador trabajo para muchos moratales. Ya lo dijo Fernando VII, uno de los reyes españoles más cretinos de nuestra Historia: '... lejos de nosotros la funesta manía de pensar y el vicio de leer...' Y muy contundente se nos muestra Bertrand Russell cuando dice: 'Muchas personas preferirían morirse antes que pensar; en realidad esto es lo que hacen'. ¿A qué viene tanto miedo? El ser humano es, entre otras cosas, un animal de costumbres. '¿Dónde va Vicente? Donde va la gente'. Es decir, la soledad asusta. Muchos prefieren el calor de la tribu, el calor del establo. La oveja conoce los dogmas de la tribu y las cosas que no hay que hacer ni decir. De este modo podrá tener el apoyo, explícito o implícito del grupo. Su individualidad se difumina pero es un precio que paga con gusto porque no tiene valor para afrontar, contra corriente, los problemas de la vida. Y no se trata de ir contra corriente por gusto, cabezonería o capricho. Se trata de querer vivir la vida, la propia. No viviendo de prestado y seguir la manada. Arriesgar un proyecto de vida y trabajar duro para alcanzar los sueños que uno mismo se ha fijado. Pero es más fácil ser oveja que ciudadano. Y lo estamos viendo. El autoengaño está a la orden del día. Y la aceptación de la mentira. ¿Nadie se acuerda de que el Presidente Zapatero y Solbes nos mintieron por televisión en el grave asunto de la crisis? Públicamente. Si da igual, es que estamos a su altura. Los que están dispuestos a votarles de nuevo. ¿De izquierdas? ¿De derechas? ¿No serán etiquetas para no pensar? Sebastián Urbina. |
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