Alarma: el peor Gobierno en el peor momento
Las
noticias son desoladoras. Ya no puedo aparcar por más tiempo la crítica
al Gobierno. Sí, la pandemia es global, pero las estadísticas indican
que España es el país que peor lo está haciendo. Acabamos de superar a
China en número de muertos.
Faltan tests. Se desconoce el número real de infectados, pues ni siquiera se pueden confirmar la gran mayoría de casos.
Faltan equipos de
protección. Cuando escribo estas líneas, España tiene 6.500 médicos y
enfermeros infectados. Y si faltan materiales de protección en los
hospitales, qué decir de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado,
farmacéuticos, población en general… Hasta las monjas cosen mascarillas,
mientras se improvisan protecciones con bolsas de basura, telas, gafas
de buceo o separadores de libretas.
Faltan mascarillas
desde hace semanas, faltan geles de hidroalcohol, faltan respiradores y
medicamentos, y falta alguien con dos dedos de frente y un mínimo de
honestidad al frente de la nación.
Ahora ya es evidente
para todos que el Gobierno ha reaccionado tarde y mal. No sólo dejó
pasar más de un mes sin hacer nada y no desautorizó los eventos del fin
de semana del 7 y 8 de marzo, cuando ya se veía que el desastre era
inminente, sino que se puso a la cabeza de la manifestación feminista y
llamó a la ciudadanía a respaldarla. Ahora medio Gobierno está
convaleciente y el virus se ha propagado sin control. Justamente
proponen llamarlo la Peste Morada.
Para rematar, cuando
la Comunidad de Madrid cerró los colegios y universidades, al parecer en
contra del criterio del Gobierno, se permitió que los estudiantes
regresaran a sus lugares de origen, además de que se permitió el éxodo
masivo de madrileños el viernes, esparciendo la epidemia por toda
España. La descoordinación ha dejado en evidencia el sistema autonómico.
El Gobierno dio un
recital con el anuncio anticipado de que iba a decretar el estado de
alarma, que se fue retrasando en un sábado delirante por las riñas entre
los socios de la coalición, con Pedro y Pablo mirando por sus intereses
y pasándose la cuarentena por el arco del triunfo.
El plan económico
resulta un bluf que nos aboca a una depresión de caballo, con medidas
ineficaces para evitar que se destruya buena parte del tejido
empresarial. Básicamente, nos van a ayudar a endeudarnos para pagarles
los impuestos. Eso sí, tienen tiempo de preparar los indultos de los
sediciosos y la inclusión de Pablo Iglesias en la cúpula del CNI.
Cum Fraude nos
obsequia a continuación con dos rollazos vacíos de contenido donde farda
de nuestra fibra óptica y de lo limpios que están quedando los cielos.
Filtra las preguntas de la prensa, no sea que se le cuele alguna
incómoda, y llama cínicamente a la unidad, mientras organizan una
campaña contra el Rey y cierran las Cortes. Pidieron la cabeza de Rajoy
por sacrificar al perro del ébola, pero debemos callar ante 500 muertos
diarios.
Resumiendo: si no
acaba con nosotros el virus, lo hará la crisis económica, o, vista la
continua erosión de nuestra democracia, la unión de repúblicas
socialcomunistas que ya asoma.
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