Dictadura democrática
“Estas dictaduras del futuro lograrán producir una especie de campo de concentración indoloro para sociedades enteras, de manera que, de hecho, podrán arrebatarles sus libertades más fundamentales a las personas, y sin embargo ellas estarán conformes y hasta felices con esta situación, porque habrán sido desviadas de cualquier deseo de rebelarse mediante las drogas, la propaganda o el lavado de cerebro”. (Aldous Huxley, 1962)
“Un mundo feliz”, de Aldous Huxley, junto con el “1984” de George Orwell, sirven como manual de instrucciones de nuestros amados líderes. Si el primero mostraba una sociedad de primates atontados y ociosos dedicados a las drogas y el sexo, la segunda novela trataba de cómo el control de la historia (de lo que se acepta comúnmente como “historia”, aunque sea un hatajo de mentiras) concede el control total de la sociedad: “quien controla el pasado controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado”.
Piénsenlo bien: si se pudiera controlar toda la información que nos llega, se podría controlar nuestras opiniones, nuestros pensamientos, y con ellos, nuestra conducta. Se podría determinar qué ha ocurrido en el pasado en cualquier lugar, o qué está ocurriendo ahora, o qué cabe esperar en el futuro.
¿Por qué sale usted de casa con una mascarilla? Más aún, ¿por qué se quedó al menos un mes encerrado en casa? Porque tenía entendido que existía un virus mortal. ¿Por qué entrega un dinero para ayudar a los refugiados de Ucrania? ¿Por qué condena la agresión de Putin? Porque le han transmitido que Rusia ha invadido Ucrania sin motivo alguno, porque su líder pretende reconstruir el imperio soviético. En definitiva, la información que recibimos determina nuestra respuesta.
¿Y cuáles son nuestras fuentes de información? Ante todo, los grandes medios de comunicación: televisiones, prensa, radio. “Quien controla los medios de comunicación, controla las mentes”, decía Jim Morrison (qué gran intelectual; al menos, divertido). Después, en un segundo nivel, compartimos, contrastamos y debatimos la información con familiares, amigos, conocidos, en persona o, cada día más, en las redes sociales. Pero al final, discutimos lo que nos echan los medios. Y ya sabemos quién controla las redes sociales: los oligarcas americanos —no van a ser oligarcas sólo los rusos.
En cuanto a los medios de comunicación, son empresas relativamente pequeñas, fáciles de controlar económicamente. Dependientes de la publicidad, donde juega un papel cada vez mayor la publicidad ‘institucional’, o sea, la que pagamos con nuestros impuestos, y que el poder dirige según convenga. Y por supuesto, los grandes anunciantes: las multinacionales de nuestros oligarcas españoles. El establishment, en definitiva.
El otro día Alvise publicaba el listado de medios subvencionados por el Ayuntamiento de Madrid. Un listado enorme, donde figuraban toda clase de medios, grandes y pequeños, con distintos importes. Una barbaridad, sólo de esta institución. Por otro lado, Alvise ha denunciado públicamente a Jano García y a El Liberal por aceptar dinero público. No dice que sea ilegal, pero sí contrario a sus principios liberales. Y desde luego, a su independencia.
Otra vía de información muy importante es la educación, porque no sólo informa, sino que crea los marcos conceptuales donde el joven irá encajando toda la información que vaya recibiendo durante toda su vida. En este área, tampoco es ningún secreto que el control del poder va apretando inexorablemente las tuercas: acabamos de ver que desaparece la filosofía; que en historia se obviará la cronología; que las matemáticas se darán con ‘perspectiva de género’; que se podrá obtener el título con algún suspenso. Todo apunta a la rebaja de la exigencia —y del nivel intelectual del ganado resultante.
El resultado es un control casi absoluto de la información, del que escapa, pongamos, un 10% de la población (los del Telegram y alguno más), lo que sirve de válvula de escape del sistema, creando una apariencia de libertad sin poner nunca en peligro el constructo.
Este control aplastante de la información es lo que hace posible dirigir la sociedad manteniendo al mismo tiempo una apariencia de democracia —pero es sólo eso: apariencia. Y por eso discutimos de Rusia y de Ucrania, de Will Smith y su santa esposa, y por eso nuestra oligarca favorita se permite darnos ejemplo diciendo que baja la calefacción de su casa, y tomando otras medidas de ahorro, espero, como pedirle al piloto del jet que vaya más despacio. Que se joda Putin.
Pero mientras tanto suceden las cosas realmente importantes fuera del foco, como la Cumbre del Gobierno Mundial que se celebró en Abu Dabi entre el 28 y 30 de marzo, de la que me entero gracias al ‘outsider’ Carlos Esteban: “Entre los participantes no podía faltar el fundador del Foro Económico Mundial Klaus Schwab, la directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional Kristalina Georgieva, el Secretario General de las Naciones Unidas Antonio Guterres y el Director General de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus. (…) El objetivo explícito de la reunión: «dar forma al futuro de los gobiernos» y «crear un futuro mejor para la humanidad». (…) Ya sea una guerra, un ataque cibernético o parte de la gran agenda de reinicio, Schwab está seguro de que se avecinan cambios sistémicos y estructurales con respecto a los alimentos, la energía y las cadenas de suministro globales.”
Me he molestado en buscarla y aquí está su agenda: mujer, mujer, mujer (se lleva mucho el feminismo en Arabia, por lo visto, pero con velo), energía, energía, resiliencia, sostenibilidad, mucha sostenibilidad, clima, y, en la sesión plenaria a las 9:20 del día 29, una de mis favoritas: “¿Estamos Listos para un Nuevo Orden Mundial?”. Continúa con la digitalización, con cómo prevenir futuras pandemias, monedas digitales; gobiernos, tecnología y datos; la inminente crisis global de alimentos… Hacia el final, justo de lo que veníamos hablando: ¡“El Rol de los Medios en la Construcción de Futuros Gobiernos”! Completa la alineación de lujo el metaverso, romper fronteras, y la reingeniería de la inmunidad (¡otra joya!).
Controlan el presente, y aquí nos muestran nuestro futuro. No lo verán en los medios, más que en alguna columna rebelde.
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