Se estrena Gomorra, filme inspirado en el libro del mismo título por el que su autor, Roberto Saviano, ha sido amenazado de muerte por la camorra napolitana. Su director, Matteo Garrone, ha hecho una película terrible, de crudo realismo, alejada de la imagen folclórica y el estereotipo y centrada no en los capos mafiosos sino en las “soldados” rasos de la organización criminal. Se llevó el Gran Premio del Festival de Cannes.
-Usted denuncia la violencia y el chantaje, pero su película está llena de violencia y chantaje. ¿No es contagioso? La pantalla se ha llenado de asesinatos a sangre fría, muerte y horror…
-Es verdad que es violenta y está hecha con crudo realismo, pero las consecuencias que refleja Gomorra no son nada edificantes y provocan repulsa. Hay dos personajes, los jóvenes Marco y Ciro, que se ven envueltos en el crimen por dejarse llevar, precisamente, por la fascinación de la violencia que han visto en el cine, en famosas películas de asesinos como Scarface, de Brian de Palma, con Al Pacino. Son unos ilusos, una especie de Quijote y Sancho de la violencia que se terminan creyendo la ficción y acaban engullidos en el crimen.
-No parece que usted haya tenido tantos problemas como el autor de la novela, Roberto Saviano, amenazado de muerte por la camorra. ¿Tenía usted alguna protección?
- No. A mí la camorra no me ha amenazado. Lo que ocurre es que el libro de Saviano es más periodístico y Gomorra, la película, es una ficción, aunque se base en el libro. Pero le aseguro que no pagamos a nadie de la camorra. Aunque ellos sabían perfectamente lo que estábamos rodando. En realidad, Gomorra no es un filme contra la mafia, sino sobre la mafia, y hemos tratado de reflejar una realidad miserable y trágica.
-¿Sería comparable la camorra con ETA?
-La camorra es otra cosa. Sustituye al Estado y a las instituciones. Eso es lo terrible: que soluciona los problemas de mucha gente y la ven como una institución.
-Y los políticos no ayudan precisamente. Ahí está el Gabinete Berlusconi o incluso los Gobiernos italianos de las últimas décadas, pasivos y, en algunos casos, cómplices.
-Es cierto que a miembros del Gabinete Berlusconi se les ha vinculado. Por ejemplo, un subsecretario fue señalado por cinco arrepentidos por sus relaciones con el sistema mafioso. Pero no sólo Berlusconi: yo me pregunto, por ejemplo, qué hace la izquierda que lleva 15 años gobernando en Nápoles. No es fácil encontrar soluciones a un problema complejo y endémico. Enviar al Ejército, desde luego, no cabe. La única posibilidad de luchar eficazmente contra la camorra sería una reforma de fondo, comenzando por la educación, la creación de empleo y conseguir que el ciudadano tenga fe en las instituciones.(LaNacion.es).
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