(Entérese de lo que dicen los de Vox. No lo que dicen de Vox- la gran mayoría de los medios de comunicación- los que desprecian a Vox.)
VIOLENCIA
INTRAFAMILIAR.
Vox ha
aprovechado el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la
Mujer para volver a denunciar lo que consideran una "colectivización y
utilización electoralista de la mujer" al emplear el término "violencia
de género" en lugar de "violencia intrafamiliar".
El partido ha anunciado que no se sumará a
ninguno de los actos previstos con motivo de esta jornada, salvo los meramente
institucionales.
Se trata de
la única formación que no acudirá a ninguna de las manifestaciones convocadas
en diferentes ciudades españolas bajo el lema "el machismo mata".
Tampoco se han sumado al manifiesto respaldado por el resto de partidos y
asociaciones de mujeres ni han apoyado las declaraciones institucionales
promovidas la semana pasada por todos los partidos en diferentes parlamentos
autonómicos, impidiendo así que pudieran salir adelante en aquellos en los que
los de Abascal tienen representación, ya que se requiere de la unanimidad de
los grupos.
La
presidenta de Vox en Madrid, Rocío Monasterio, y el concejal en el Ayuntamiento
de Madrid, Javier Ortega Smith, sí ha asistido a los actos
convocados por el Gobierno de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento.
Fuentes del partido explican que el partido no está en contra de que se celebre
este día sino de su utilización y por tanto solo han asistido a los actos
institucionales.
Un manifiesto alternativo.
De forma
alternativa y adelantándose a la celebración de esta jornada, Vox presentó la
semana pasada un manifiesto al resto de partidos que se encargaron de leer
Rocío Monasterio, y la secretaria general del grupo en el Congreso, Macarena Olona, acompañadas de varias mujeres del
partido. También algunas de las nuevas diputadas que han salido elegidas el
pasado 10-N.
El texto
propone cuatro puntos: denunciar públicamente la violencia que sufren las mujeres en muchos
países, especialmente los que no pertenecen a la civilización occidental;
derogar la Ley de Violencia de Género por "vulnerar la presunción de inocencia
y establecer tribunales sólo para hombres"; legislar a favor de la cadena
perpetua para que no haya criminales sexuales y endurecer las penas
contra los maltratadores de mujeres, niños o abuelos; y tomar medidas para
combatir la inmigración ilegal que "fomenta la trata de personas, la
explotación sexual y genera inseguridad".
Además,
recoge la condena del partido a "todo tipo de violencia independientemente
de la nacionalidad, sexo, raza o cualquier otra condición social o cultural de
la víctima", denuncia que la violencia contra la mujer "no se combate
regando de dinero público asociaciones privadas de marcado contenido ideológico
ni con campañas propagandísticas que criminalicen al varón" y asegura que la actual ley
"se ha demostrado un fracaso" porque "los asesinatos no
han bajado".
Los cargos
públicos del partido en Madrid, Murcia, Andalucía o Baleares, han leído este
manifiesto y han aprovechado para insistir en denunciar que "la violencia no tiene
sexo" y que este tipo de leyes y campañas buscan "criminalizar al varón por
el hecho de serlo" creando así "una confrontación entre
mujeres y hombres".
Boicot al partido.
En el
momento en el que intervenía Ortega Smith en el Ayuntamiento de Madrid para
defender la postura de su partido, varias mujeres le han interrumpido con abucheos
y pataleos para intentar boicotear sus palabras. Posteriormente han
desalojado la sala entre críticas al partido, impidiendo así que Ortega pudiera
finalizar su intervención.
En Baleares,
la formación también ha sufrido lo que llama un "cordón sanitario"
por parte del PSOE, Més, Podemos y el PI, que se han ausentado durante el Pleno
cuando uno de sus diputados intervenía para leer parte del manifiesto que
asegura, también, que la violencia contra la mujer se combate "educando en
la familia y en la escuela en el respeto al ser humano y a su intrínseca
dignidad".
(LD/25/11/2019.)
Madrid y los escraches
institucionalizados del feminismo.
Tras el
rotundo fracaso que la execrable Ley contra la Violencia de Género (LVG)
ha venido cosechando desde su promulgación (52 mujeres han sido
asesinadas por sus
parejas o exparejas en lo que va de año, cifra superior a la de todo 2018), resulta
una indignante insensatez que todos los partidos –a excepción de Vox– sigan
apostando ciegamente por ese bodrio que, dejando de lado su
demostrada incompetencia a la hora de atajar el mal que pretende combatir,
supone un ataque formidable contra dos pilares básicos de cualquier Estado de
derecho: la presunción de inocencia y la no discriminación por razón de sexo.
Asombrosamente,
el consenso acrítico en torno a esa inoperante e injusta ley no admite
disidencia alguna, como demuestra el bochornoso numerito que le montaron a Javier
Ortega Smith el pasado lunes por atreverse a cuestionarlo. Para colmo,
el Ayuntamiento de Madrid, con el voto de socialistas, comunistas y los
acosados devenidos acosadores de Ciudadanos, ha aprobado este miércoles una orwelliana reprobación contra el representante de Vox
"por sus boicots y su falta de respeto a las víctimas de la violencia de
género".
Como si el boicot no lo hubiera sufrido él.
Como si denunciar el fracaso y la injusticia de una ley aberrante que incentiva
las denuncias espurias contra los hombres por razón de su sexo sin encima
reducir el número de asesinatos de mujeres a manos de sus parejas o exparejas
fuera una falta de respeto a unas víctimas cuyo número no para de crecer.
Como era de
prever, pocas horas después de esa reprobación infame, Ortega Smith sufría
un escrache en la Junta de Distrito del barrio
capitalino de Chamberí, donde un grupo de ultras feministas le recibieron al proyectivo
grito de “¡Fuera fascistas de las instituciones!”.
Aquí los
únicos fascistas –fascistas antifascistas, que diría el clásico– son quienes
quieren ver fuera de las instituciones a un partido por algo tan
consustancialmente democrático como atreverse a criticar una ley, de hecho la
más antiliberal de todas las que están en vigor en Europa: la injusta,
inoperante y mal llamada Ley contra la Violencia de Género.
Por otra parte, no hay partido en España
que abogue tanto como Vox por endurecer las penas contra los criminales que
asesinan a sus parejas o exparejas. Pero Vox no hace depender la pena del sexo
de la víctima o del victimario, sino del crimen, posición impecablemente
democrática. Tratar con distinto rasero a un ciudadano en función de su sexo,
tal y como hace la LVG, es un atentado intolerable a la igualdad de todos ante
la ley.
Finalmente,
hay que lamentar y –sobre todo– denunciar que Begoña Villacís, que hace sólo
unos meses fue víctima de acoso por parte del feminismo
liberticida, y cuyo partido hizo en el pasado criticas que ahora ya no se atreve a
sostener contra la LVG, se haya sumado a la abominable caza de brujas que ha tenido lugar
en el Ayuntamiento de Madrid.
No otra cosa
ha sido la reprobación del líder madrileño de Vox, partido al que, en este
punto como en muchos otros, nadie puede dar lecciones de democracia y respeto
al Estado de derecho, que tiene por eje la igualdad de todos ante la ley.
(LD/27/11/2019.)
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