domingo, 25 de enero de 2009

SOSA WAGNER (UPyD)


SOSA WAGNER (UPyD).

-Usted ha sido muy crítico con el planteamiento del Gobierno de promover un reforma del modelo de Estado en la anterior legislatura. Ahora toca la financiación autonómica. ¿Cree que era el momento adecuado en el contexto de crisis?
-No era el momento. Los españoles estamos asistiendo a un espectáculo sorprendente. Sólo así se entiende el espectáculo de los presidentes autonómicos yendo a poner la mano a La Moncloa. Con esto no niego que tengan derecho a exigir dinero, pero la prioridad sería que todos, sin excepción, nos pongamos de acuerdo. Esta crisis tendrá una importante repercusión en la estructura política y organizativa. Influirá en las estructuras económicas y en las ideas políticas que las han sustentado. Ahora, no se puede retocar el sistema financiero como si no se hubieran dado cuenta del asunto.
-¿Falla entonces el sistema?
-El presidente del Gobierno debería tener la posibilidad de preguntarles a los presidentes en qué gastan el dinero y no lo puede hacer, porque no tiene mecanismos constitucionales, y eso es extraordinariamente grave. Tenemos que ver cómo funcionan los servicios públicos, si hay despilfarros, si no los hay... Habrá servicios que se están gestionando bien y otros mal. ¿Cómo es posible que el Estado que aporta los fondos no pueda saber cómo se está gastando el dinero? Luego está el elemento de bilateralidad. Hay que criticarlo sin matices. Una procesión de presidentes que suben y bajan las escaleras de La Moncloa no es propio de una negociación seria. En Alemania, que lleva a cabo un proceso similar, se formó en 2007 una comisión que abarca a todos los agentes políticos y que tiene como meta lograr un modelo que esté listo este año. Cualquier persona que tenga acceso a internet puede ver todos los documentos sobre los que se está discutiendo. Esto es una forma seria de actuar que contrasta con esta manera frívola de afrontar el problema ingente que significa la financiación autonómica. El Gobierno no puede convertirse en un simple coordinador de los intereses regionales.
-¿Vislumbra ese riesgo en el proceso que se desarrolla en España?
-Se puede constatar con facilidad que será así. Anteriormente, los gobiernos dirigieron siempre los procesos autonómicos. El Ejecutivo actual a todo lo más que aspira es a coordinarlo.
-¿Tiene la sensación de que ha sido una comunidad la que ha marcado los ritmos?
-Cataluña levantó la bandera, luego se apuntaron otras detrás. Es normal que el presidente andaluz, Manuel Chaves, pidiera una reunión después del encuentro entre Zapatero y Montilla. Sin embargo, creo que esa no es forma de actuar por parte del Estado.
-¿Considera posible contentar a todos los presidentes regionales?
-Lo que no es admisible son los pactos bilaterales. Son pura palabrería. El ejemplo alemán debería ser un espejo donde mirarse.
-Lo que parece evidente es que el Estado podría perder capacidad económica en beneficio de las autonomías. ¿Piensa usted así?
-El Estado se esqueletiza poco a poco y que eso lo esté patrocinando un partido que se denomina como socialista es una extravagancia histórica.
-¿Debemos temer por la pérdida de un principio como la solidaridad, tan reclamado por Asturias?
-El sistema que se está diseñando favorece a las comunidades ricas. Las pobres saldrán perjudicadas. Se están inventando cada día unos fondos que hay que llenarlos de dinero. ¿De dónde lo van a sacar? Tienen que explicarlo. Ahora nos enteramos de que el Estado está en construcción, pues que nos den los planos.

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