TENGO UNA PREGUNTA PARA USTED.
EL programa se llama «Tengo una pregunta para usted», pero Zapatero lo convirtió en «Tengo una respuesta para ustedes». Una sola. No importaba que la pregunta fuese sobre el paro, los discapacitados, la violencia escolar o la venta de armas. Él contestaba siempre lo mismo. A saber: «Le agradezco su pregunta. Es un tema importante que me preocupa. Estamos tomando medidas para él. Con unidad de todos, estoy seguro de que lo resolveremos». O sea que el presidente del Gobierno sigue instalado en el optimismo, sigue convencido de que la crisis es pasajera y de que sus medidas bastan para superarla.
Se notaba la frustración de los inquiridores, pero él, a lo suyo, amplias sonrisas, grandes gestos, aseveraciones con la cabeza, sin aportar nada nuevo. A preguntas específicas, reales, dramáticas algunas de ellas, respuestas genéricas, almibaradas, pomposas, respuestas que no eran respuestas, sino verborrea política, párrafos de mitin. Para resumir: el Zapatero de siempre, el querubín de La Moncloa, el vendedor de humo, el que ante un problema personal sale por los cerros de Úbeda de la macroeconomía.
Reconoció que pudo equivocarse, pero no mentir. Es ya mucho en él. Pero no sólo mintió, sino que sigue mintiendo. Mintió al decir que no había prometido el pleno empleo. Mintió al decir que no se había quedado sentado ante el paso de la bandera norteamericana. Mintió al decir que nadie había predicho la llegada de la crisis. Hace un año, los síntomas de ella eran evidentes y bastantes analistas la predecían, al parecer, ninguno de su equipo, (¿los ha despedido, como suele hacerse cuando alguien falla tan miserablemente?), mientras Manuel Pizarro se lo advertía, clara, rotundamente ante las mismas cámaras, en el debate que sostuvo con Solbes. ¿Qué hizo entonces quien no había hecho los deberes y ahora no lo reconoce? Pues ridiculizarle e incluso tacharle de antipatriota. ¿Cómo se atreve este hombre a pedirnos que le creamos cuando nos dice que a finales de año la crisis empezará a remontar? Dijo que «venía a dar la cara ante el pueblo español». Sí, la cara dura.
Una encuesta nos asegura que convenció con sus explicaciones al gran público. A quien no pareció convencer fue a los cien españoles que le preguntaron anoche sobre nuestra verdadera situación, sin obtener la respuesta adecuada, a tenor de sus declaraciones posteriores. Lo que nos advierte que las encuestas en nuestro país tienen la misma credibilidad que el presidente: cero.
Para terminar: me siento orgulloso de esos cien compatriotas, que perdieron hora y media de su vida tratando en vano de que el presidente dijera la verdad. En vez de perderse en los temas que nos encantan a los periodistas -el espionaje en Madrid, las elecciones vascas y gallegas, la trifulca de los jueces- se fueron al grano, a lo que angustia hoy a los españoles. Los que están en el paro, por estarlo, los que no están, porque temen mañana estarlo. Mientras el presidente sigue en campaña electoral, o sea, mintiendo. Y si no, hablaremos a fin de año. (JoséMaríaCarrascal/ABC)
1 comentario:
Yo la verdad no tengo tiempo para oir respuestas vacias. Pero me llamo la atencion, según informo la radio, que a la pregunta de la venta de armas, contestase que segun sus datos no sirven para matar. Para que las envian entonces para matar la procesionaria de los pocos pinos que deben quedar en las zonas en conflicto. Que lastima de presidente, aqui el més boig fa rellotges.
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