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domingo, 18 de enero de 2009
DIOS, LA RELIGIÓN Y LA IZQUIERDA.
18/1/2009.
DIOS, LA RELIGIÓN Y LA IZQUIERDA.
Leo unas palabras de Olegario González Cardenal: '... Mortal es ya el hecho histórico de que creyentes e increyentes se lancen la palabra 'Dios' a la cara cuando tenía que ser pronunciada por los creyentes con veneración y asombro, mientras que los no creyentes deberían respetarla por ser sagrada a sus semejantes...'
Pongo en relación estas palabras con los ya famosos autobuses 'ateos' que circulan por varias ciudades españolas, en los que se anuncia: 'Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida'.
¿Qué les parecería a los increyentes que se hiciera publicidad en los autobuses, diciendo: 'Probablemente, en nombre de la izquierda se han cometido los mayores crímenes de la humanidad. Lee el 'Libro negro del comunismo' y no ensucies más tu mente'.
Es un peligro que la izquierda (pues de ahí viene el invento) insulte o desprecie a los creyentes. No es la primera vez que ha sucedido Tenemos el ejemplo trágico de la II República española con la masacre de religiosos. Más de siete mil asesinados por el hecho de serlo. Esta actitud siempre ha producido malos o catastróficos resultados. Subyace la esperanza, en mucha gente de izquierdas, de conseguir la implantación de una religión civil. Que sería modelada a su imagen y semejanza, claro está. ¿Será que siguen añorando a Rousseau?
Sebastián Urbina.
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1 comentario:
"Eramos ateos perfectos, de esos que ni se preguntan por su ateísmo. Los últimos militantes anticlericales que todavía predicaban contra la religión en las reuniones públicas nos parecían patéticos y un poco ridículos, exactamente igual que lo serían unos historiadores esforzándose por refutar la fábula de Caperucita roja. Su celo no hacia más que prolongar en vano un debate cerrado mucho tiempo atrás por la razón. Pues el ateísmo perfecto no era ya el que negaba la existencia de Dios, sino aquel que ni siquiera se planteaba el problema."
Si los ateos que pululan por aquí se pareciesen mínimamente a los que describe André Frossard cuando habla de él y su familia, serían absolutamente respetables, aunque discrepásemos.
saludos
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