Carlos R. Braun: "Es un fabuloso camelo hacernos creer que la codicia es responsable de la crisis"
Miguel Pato y Ana Avellano (PD)-. Desde las “terminales mediáticas del pensamiento único” se repite mucho la gran falacia de que "hemos sido demasiado libres". Esta es una de las principales preocupaciones que han llevado a este economista y a su colega Juan Ramón Rallo a publicar el libro “Una crisis y cinco errores” (Ed. LID) con el que desmontan toda una serie de ideas preconcebidas sobre las crisis.
La codicia se ha señalado mucho como la gran responsable de esta crisis pero ustedes lo niegan.
Se supone que hemos sido atrapados por una época de vicio. Este pensamiento estúpido es el que nos lleva a especular que como las cosas que pasan son malas es por nuestra culpa. Es un fabuloso camelo hacernos creer que nuestra codicia es gran responsables de la crisis. Y detrás de todo esto está el poder político que dice que
“Si tú eres codicioso yo me siento con la autoridad de quitarte el dinero y la libertad para usarlo yo”.
Pero, ¿cómo poder vencer ese sentimiento de culpa?
Hay un problema moral en nuestra sociedad y es la gente que está dispuesta a que le recorten la libertad y le arrebaten los bienes. El resultado: el intervencionismo de Estado.
Frente a eso estamos quienes nos resistimos a esta moralina de echarle la culpa a la gente y no atender a lo que hacen los poderes públicos.
Gasto público es igual a crear empleo. ¿Qué es lo que falla para ustedes en esta sencilla ecuación?
Ese que plantea es el lado bueno. Pero es que hay un lado malo. Hay que recaudar más de los contribuyentes para hacer frente a ese gasto. La última vez que el gasto público fue gratis fue con el maná. Desde entonces hasta hoy, todo el gasto público hay que financiarlo. Además, el esfuerzo lo tenemos que hacer siempre nosotros. ¿Cuándo has visto que hagan esfuerzo los Gobiernos?
El camelo aquí es que el Gobierno nos obliga a esforzarnos más (vía impuestos) para resolver no sé que cosa. La solución es la contraria. Contener el gasto público, resistir la tentación de subir los impuestos y abrir los mercados. El Estado está metido en todas partes, hay que liberalizar.
Pero si se hace así y desaparecen los controles habrá personas que se sientan indefensas.
Eso es el espíritu de la plantación. Es mejor tener un capataz. Con ese espíritu, ese prejuicio, juegan las autoridades para nuestra desgracia.
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Como dijo A. Finkielkraut: 'La izquierda no tiene ideas. Sólo enemigos'.
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