Luis María ANSON
El dato es concluyente. El 35 % de las bandas rumanas que actúan en el exterior se afincan en España porque para los delincuentes “somos el país de las oportunidades”. Es información oficial del Ministerio del Interior rumano. Lo mismo podría decirse de las bandas albano kosovares, rusas, bielorrusas, búlgaras o húngaras. La proporción aumenta cuando nos referimos a la delincuencia organizada de Colombia, Perú, México o Venezuela.
La permisividad de la legislación penal española, el estúpido retroprogresismo de algunos de nuestros ministros y las ocurrencias de Zapatero han abonado el campo para que España se convierta en paraíso de la delincuencia. En Madrid y Barcelona hasta el 80% de la población reclusa está formada por extranjeros. Si no existiera esa delincuencia, España sería un auténtico paraíso y no cedería ni ante Suiza.
El paro, por otra parte, va a incrementar la delincuencia. Rubalcaba lo sabe muy bien. El parado, inmigrante o no, que no tiene para comer porque se terminó su subsidio, va a robar. Este tipo de delincuencia tironera no tiene la peligrosidad de la que deriva de las bandas organizadas, que son a veces muy violentas.
Las mafias extranjeras colombianas, marroquíes, rumanas, rusas sobrepasan ya el número de 600. Nuestro Ministerio del Interior se bate como puede frente a las nuevas modalidades de delincuencia. Pero Zapatero, demasiado ocupado en despilfarrar el dinero público, no se ha detenido a considerar la situación y arbitrar una reforma del código penal que ataje el problema en su raíz e impida la impunidad de los delincuentes y sus mafias.
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