(Me parece sensato lo que dice Uriarte. No es cierto que toda la culpa sea de las élites.
El camino de la niñez perpetua es no asumir responsabilidades. Toda la culpa es de otros. Siempre.
Pregunten a don Arturo Mas para clases particulares.)
EL ECONOMISTA FATUO.
LA política tiene el problema, les recuerdo
siempre a mis alumnos de Ciencia Política, de que cualquiera se cree
experto en ella.
Cuando el politólogo aficionado es un economista
inflamado al calor de la demanda de economistas disparada por la crisis,
tenemos como resultado simplificaciones políticas como las del libro de
Luis Garicano («El dilema de España», 2014) Simplificaciones que
funcionan, y esto es lo realmente preocupante, porque son tremendamente
populistas. Con la habilidad del economista que sí conoce las reglas del
mercado y da al consumidor lo que desea leer. Que la culpa de los
males de España es de los demás, de las élites, y no de la sociedad
civil.
Lo que fundamenta Garicano con generalizaciones
por las que mis alumnos suspenderían sus ejercicios de Ciencia Política
de primer curso. Por falta de sustento empírico. Como su generalización
de que el problema español es la baja calidad de nuestra élite
política, algo que basa en su supuesta peor formación, desconociendo,
por ejemplo, estudios comparados de élites políticas que dicen lo
contrario, que el porcentaje de licenciados universitarios de nuestros
parlamentarios está entre los más altos de Europa. O en la falta de
estudios en el extranjero e idiomas de los líderes españoles,
desconociendo, también, que Barack Obama, François Hollande, David
Cameron o Angela Merkel, «pequeños» referentes, estudiaron
exclusivamente en sus respectivos países, que solo Merkel posee un
doctorado y que solo ella conoce bien un idioma extranjero, el ruso, por
motivos obvios de la antigua RDA.
Pero es más grave aún el desconocimiento de las
nociones básicas de cultura política e ideologías. Lo que le lleva al
común error de ignorar a los ciudadanos, sus valores y sus ideologías, a
la hora de entender los mecanismos de las reformas políticas. Como si
las reformas políticas dependieran exclusivamente de los líderes
políticos. Como si pudiera hacerse una reforma educativa, por ejemplo,
ignorando el peso esencial de la ideología igualitaria de la izquierda
en un país como España. Como si pudieran hacerse cambios políticos en
las democracias contra las culturas políticas e ideologías mayoritarias.
Que es algo así como hacer cambios en las empresas en contra de los
Consejos de Administración.
El remate de todo lo anterior es una propuesta
de reforma de partidos políticos que desconoce el funcionamiento de los
partidos en las democracias, la profesionalización imprescindible de la
política o los efectos de las elecciones libres en los partidos.
Llegando a conclusiones sobre una supuesta rigidez de nuestro sistema de
partidos que no tienen en cuenta, por ejemplo, el nacimiento de tres,
nada más y nada menos que tres, nuevos partidos en España en los últimos
tiempos, Ciutadans, UPyD y ahora Vox.
Y todo ello para contar a los ciudadanos que la
culpa es de las élites, sobre todo las políticas, y que ellos son
fantásticos. Una receta de éxito que define al populismo, sea el
político o el intelectual.
(Blog Edurne Uriarte.)
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