ARGUMENTARIO NO ABORTISTA.
La inmensa mayoría cree que el aborto es un mal. Las diferencias están en
cómo tratar este mal.
PRIMERO.
Una de las frases más conocidas y repetidas es: ‘Mi cuerpo es mío y hago lo que quiero’. Suele representar el
parecer de los defensores del aborto libre.
Pero esta frase esconde un serio malentendido. Una cosa es decidir acerca
del propio cuerpo, por ejemplo, extirpar un grano, y otra cosa muy diferente es
decidir acerca de algo que no es tu propio cuerpo.
Resulta que un grano ES parte del cuerpo de la mujer embarazada. En cambio,
el embrión ESTÁ en el cuerpo de la embarazada. No es una parte de su cuerpo,
como el grano. En consecuencia, no decide sobre su cuerpo, sino sobre el
embrión.
A
los 43 días de la fecundación se detecta ya una actividad eléctrica cerebral
subcortical; a los 90 días aparece la actividad eléctrica cortical. Este
desarrollo cortical del cerebro es a su vez muy lento. Ni siquiera el niño
recién nacido posee la plenitud del despliegue cortical; es más, puede decirse
que el recién nacido se comporta como un ser falto de corteza cerebral, ya que
no ha culminado en su sistema nervioso ni la mielinización ni la formación
neuronal. Sólo hacia los seis años queda
acabado anatómicamente el cerebro.
SEGUNDO.
Las
feministas y abortistas suelen decir que el aborto es una cuestión que compete
solamente a las mujeres.
Esto
me parece una grave injusticia. En la inmensa mayoría de los casos, el hombre
participa físicamente en la fecundación de la mujer y, después, durante muchos
años en el esfuerzo económico, y no económico, para que el niño se desarrolle y
se convierta en un adulto. Excluir al hombre, en estos casos, es una grave
injusticia y un injustificable desprecio.
Hay
un supuesto en el que tendría sentido. Una mujer decide quedar embarazada, bien
por inseminación artificial o por fecundación natural y decide criar al hijo, sola. Doy por supuesto
que ha consultado al hombre que ha ‘utilizado’ para quedar embarazada. Dejo
aparte el perjuicio que puede suponer para el niño la crianza sin padre.
En este caso, la mujer únicamente necesita el
acuerdo del hombre que será biológicamente el padre, pero no participará, en
ningún sentido, en la crianza del niño. Sin embargo, cuando las feministas
quieren excluir al hombre de las decisiones que afectan al nacimiento, o no, de
un niño, no están pensando, solamente, en este caso muy minoritario. Lo
generalizan. El hombre nunca tiene nada que decir. El monopolio es de la mujer.
TERCERO.
Hay
una cuestión diferente a las anteriores que tiene que ver con las
consecuencias. Una sociedad que trate el aborto como un derecho libre y sin
restricciones (aparte de la peligrosa falta de sensibilidad hacia la
eliminación de seres concebidos y no nacidos) ayuda al crecimiento de un grave
peligro. El peligro demográfico.
Como
dice Alejandro Macarrón Larumbe, en su libro ‘El suicidio demográfico de
España’,
‘Un país en el que tiende a haber
más personas mayores y menos jóvenes, y con una población en vías de menguar,
soporta un pesado lastre estructural que daña sus perspectivas de crecimiento,
la sostenibilidad de su economía y la riqueza de sus ciudadanos como pocas
cosas, por razones de mucho peso. Y abordar el problema fomentando un nuevo
aluvión de inmigrantes no es una buena opción, como indica el sentido común’.
El
problema de la inmigración es un problema relacionado con la demografía y el
aborto, que no voy a comentar aquí.
CUARTO.
En
conclusión, la legislación que me parece menos mala, en relación con el
problema del aborto, es la siguiente:
Al
aborto es un mal, individual y social, y debe estar prohibido, con las
siguientes EXCEPCIONES:
Primera.
Estoy
de acuerdo, al menos en principio, con la propuesta del gobierno Rajoy.
El riesgo para la salud física o psíquica de la madre deberá
"acreditarse de forma suficiente con dos informes motivados emitidos por
dos médicos distintos del que practican el aborto". Los facultativos deben
ser "especialistas en la patología que genera esa decisión".
Después
de que los facultativos hayan evaluado a la mujer, esta recibirá información
"verbal" de la mano de un "colaborador del sistema público"
sobre las alternativas a la interrupción de su embarazo; tras eso está obligada
a esperar "al menos siete días" (frente a los tres actuales) para
tomar su decisión. Los médicos que realicen la evaluación de la mujer o del
feto no podrán trabajar en el mismo centro donde se vaya a practicar la
intervención. El plazo será de 22 semanas, pero esta cuestión, así como otras
precisiones deberían ser objeto de debate parlamentario.
Segunda.
Violación. El plazo será de 12 semanas aunque, igualmente, debería ser
objeto de debate parlamentario. Pienso que el aborto es una injusticia para el
concebido y no nacido, pero obligar a la embarazada a tener un hijo fuertemente
rechazado, sería un grave problema que iría, en primer lugar, en perjuicio del
propio hijo y, en segundo lugar, en el de la mujer.
Tercera.
Malformación del feto.
De
los 116.359 abortos realizados en 2011, solamente 356 se realizaron por
anomalías fetales incompatibles con la vida, o extremadamente graves. Este
sería el único caso aceptable de aborto, según la ley que trata de promulgar el
gobierno.
Aún
reconociendo la injusticia que supone eliminar la vida del embrión, por causa
de malformaciones, entiendo que si la embarazada rechaza fuertemente tener este
niño, se presenta un grave problema que repercutirá negativamente sobre este
niño, además de la madre. Por tanto, se debería dar una serio debate
parlamentario para evitar posturas maximalistas (si, o no) que permitiesen
alcanzar un acuerdo sobre el nivel aceptable de malformación que justificaría
un aborto.
No
hay duda de que esto plantea problemas, pero el derecho utiliza recursos, como
los conceptos jurídicos indeterminados, cuando no resulta factible establecer,
con precisión, los límites. Por ejemplo: ‘interés público’, ‘desarrollo
integral’, ‘urgencia’ y otros.
Cuarta.
Practicar un aborto fuera de los supuestos
estipulados no tendrá reproche penal para la mujer.
Finalmente,
debería facilitarse que las mujeres embarazadas que no quieren tener el niño,
en vez de abortar, pudieran entregarlo en adopción.
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