miércoles, 15 de enero de 2014

VIOLENCIA RENTABLE.

 

 (La violencia callejera en Burgos, con la excusa que sea, es un episodio más de una sociedad políticamente correcta, capaz de votar a políticos que 'colocan' a los primos hermanos de los terroristas en las instituciones supuestamente democráticas. Y luego añaden que ETA está derrotada. Y se quedan tan panchos. En fin, la LOGSE hace milagros.

Como pueden imaginar la violencia 'progresista' en Burgos es ridícula comparada con la vomitiva basura del cambalache entre ETA y los políticos. Caso Faisán, doctrina Parot y un largo etcétera. O sea, cesiones de todo tipo para dejen de matar.

Una sociedad mierdosa como ésta, enferma de relativismo, hedonismo y 'buenismo' de la peor especie, merece estos resultados. No deberían sorprender a nadie. Porque el hecho de que la decisión del Ayuntamiento, apoyada por el 80%- más o menos- de las fuerzas políticas y adoptada por el partido más votado, el Partido Popular, siguiendo todos los cauces democráticos establecidos, es irrelevante.

Lo relevante es que las 'fuerzas de progreso' ejercen la violencia en la calle porque no aceptan esta decisión democrática y mayoritaria. ¿Quién gana? En un país mierdoso como éste, ganan los violentos. 

Hasta que los ciudadanos pacíficos y paganos a Hacienda- que somos todos/perdón por la broma- se harten de tanta tomadura de pelo. ¿Verdad Mariano?

PD. Para que la violencia sea rentable debe ser de izquierdas y organizada. El mejor ejemplo es ETA. Hasta Mariano ha seguido la 'hoja de ruta' del gran líder progresista Zapatero. O sea, bajada de pantalones. Y algo parecido sucederá con Arturo Mas. ¿O no, Mariano?)








Piden liberar a los detenidos. (ld)

Nueva concentración en Burgos pese al anuncio de la paralización de las obras


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SOCIALISMO BULEVARIANO.

La decisión del Consistorio burgalés de remodelar una calle céntrica ha colmado la paciencia de las fuerzas progresistas, que no han tenido más remedio que pasar a la acción.

Las manifestaciones de protesta contra el proyecto del Ayuntamiento han tenido las consecuencias habituales cuando el progresismo se lanza a la calle, con algunos contenedores ardiendo, agresiones a las fuerzas de seguridad y varias decenas de detenidos. Entre ellos hay algunos ladrones y maltratadores, pero todos con una rica vida interior y gran conciencia social.

Las protestas legítimas de los vecinos que se sienten perjudicados por estas obras están sirviendo desde el pasado sábado para que los detentadores de las esencias democráticas agudicen las contradicciones del sistema lanzando adoquines, argumento mucho más convincente que una pitada a las puertas del Consistorio o una manifestación pacífica por la vía urbana. La estudiantina ha decidido también sumarse a la lucha por recuperar la democracia en tierras burgalesas, con sus líderes académicos en plena labor de agitación para convencer a sus compañeros de pasar del insti y acudir a echarse unas carreras delante de la policía, ocasión perfecta para poner en práctica los conocimientos y valores aprehendidos en la asignatura de Educación para la Ciudadanía.

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Naturalmente, todo es culpa del Gobierno municipal de derechas, reacio a someterse al dictado de las fuerzas de progreso, porque, como es bien sabido, cuando la izquierda no gobierna la democracia no se ventila en el salón de plenos, sino en algaradas callejeras cuanto más violentas, mejor. El PSOE burgalés (como IU, por cierto), que también tenía previsto realizar ciertas reformas en la zona, se ha sumado a esta lucha ciudadana acusando al gobierno municipal de crear un problema social. Y tienen toda la razón los socialistas, porque de estar ellos gobernando el mismo bulevar proyectado habría sido celebrado por los que hoy protestan como un espléndido ejemplo de embellecimiento urbano, y la presunta reducción de plazas de aparcamiento una manera eficaz de luchar contra la contaminación y el cambio climático.

La izquierda siempre ha tenido como gran objetivo educar a la ciudadanía para evitar los problemas actuales. Sin el adecuado adoctrinamiento, la gente es capaz de votar a otros partidos, obligando después a las fuerzas progresistas a adoptar soluciones drásticas. Y como el centrismo español no se distingue precisamente por su lucha en el terreno de las ideas, al final pasa lo que pasa. Lo de Burgos y su socialismo bulevariano. Un simple aperitivo de lo que cabe esperar de aquí a las próximas elecciones.

 (Pablo Molina/ld).

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 ¿Cómo es posible tanta mierda en la España de hoy?

 
La crisis política que atraviesa España no es exclusiva de nuestros días. Gran parte de la historia moderna del país ha venido marcada por la alternancia entre partidos políticos cuyos líderes parecían movidos únicamente por el interés de mantenerse en el poder, sin que les importara el bienestar de la sociedad a la que representaban.
 
Esta situación, que alcanzó grandes proporciones a finales del siglo XIX y principios del XX llevó al escritor canario Benito Pérez Galdós a pronunciar un duro discurso contra la clase política que dirigía el país. Algunos fragmentos de este alegato, que fue escrito en 1912, han sido rescatados por el autor del blog «Desequilibros», para demostrar que 102 años después aún sigue completamente vigente.

Además de escritor, Pérez Galdós dedicó también parte de su vida a la política, donde destacó por denunciar las corruptelas que gobernaban España en aquella época y, según se desprende de su discurso, también en la actual. Así, según el literato canario, «los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto», actitud de la que día tras día son acusados muchos representantes políticos actuales.

Ello se debía, señala este visionario discurso, a que los políticos «carecen de ideales» y no son movidos por «ningún fin elevado», por lo que «no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza». Por ello, «pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte», continuaba Pérez Galdós.
 
Entre los problemas que debían resolver los políticos de comienzos del pasado siglo se encontraban el religioso, el económico y el educativo, pero a juicio del escritor, los dirigentes del país no se enfrentarían a ellos, sino que se limitarían a hacer «burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes y legislar sin ninguna eficacia práctica».

El pesimismo del autor canario era tan grande que aseguraba que tendrían que pasar «como mínimo cien años más para que en este tiempo, si hay mucha suerte, nazcan personas más sabias y menos chorizos de los que tenemos actualmente». Ya ha pasado más de un siglo desde que esas palabras fueron escritas y, sin embargo, la realidad parece indicar que la actitud de la clase política española no ha cambiado demasiado.
(ABC) 

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