La denuncia de casos de corrupción suele cuartear seriamente al partido que los padece. Es una vieja fórmula en política para hacer daño al rival. Lo que ocurre es que si la opinión pública percibe que se trata de una maniobra entonces se revuelve contra la actitud torticera de quien desencadenó la operación.
El Partido Socialista se equivocó de juez. Baltasar Garzón se presentó a las elecciones generales de número 2 de Felipe González. Fue Secretario de Estado en su Gobierno. Participó en mítines electorales con ataques feroces al PP. Votó a favor del PSOE en debates especialmente agrios en el Congreso de los Diputados. Aspiró abiertamente a ser ministro de Justicia. Para el pueblo español, Baltasar Garzón es un juez socialista.
Las denuncias de corrupción del magistrado estrella contra el PP para fracturar su solidez en Madrid y Valencia se han vuelto contra Zapatero y el PSOE. A los ciudadanos no se les puede tratar como a pardillos. La gente no se chupa el dedo. Si hubiera actuado un juez independiente, algunos de los casos de corrupción denunciados habrían pasado factura a los populares tanto en Madrid como, en menor proporción, en Valencia. Pero fue tan cínica y descarada la maniobra, tan próxima a las elecciones europeas, tan burdo el procedimiento del juez y el diario adicto, tan estúpidas las filtraciones, que se provocó la reacción contraria.
Bumerán Garzón. Ahí está el resultado de la desfachatez y el cinismo. No se puede ser juez y parte. No se puede manipular la Justicia. Zapatero ha probado el fruto amargo de sus manipulaciones para instrumentalizar el poder judicial. Montesquieu está en silla de ruedas. Pero todavía permanece vivo.
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martes, 9 de junio de 2009
JUEZ Y PARTE.
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