miércoles, 3 de junio de 2020

VIVIR SIN ODIO





VIVIR SIN ODIO.
 

Ayer me contaron una anécdota que me tiene muy preocupada.


Catalina y Susana, contentas de poder salir por fin libremente de sus casas y así verse para ponerse al día, quedaron el domingo en una terraza al final de la calle San Magí, que cuenta con un ambiente cada vez más alegre. Mesas de chicas que ríen contentas de verse y poder lucir alegres vestidos de verano sustituyendo al chándal del encierro, familias jóvenes con el aperitivo y algún extranjero de esos que ya forma parte del paisaje isleño; estaban todos disfrutando, cuando una pareja de mediana edad (marido y marido) de las que allí estaban sentadas, saltó repentinamente beligerante con insultos e improperios exaltados al paso de una vespa que llevaba una bandera al viento. 


 Catalina y Sandra, sobresaltadas al ver su pacificas cañitas alteradas, pidieron a sus exaltados vecinos de terracita un poco de templanza y respeto, al fin y al cabo no les parecía tanto pecado el ser portador una bandera. Y se montó el gori gori. Los energúmenos en cuestión las insultaron, las empujaron, las acorralaron (delito de odio contra mujeres) se pasaron por el forro la distancia sanitaria de seguridad (delito contra la salud) y ellas, indefensas (el camarero del local por lo visto era coleguita de los energúmenos), al menos tuvieron el acierto de llamar a la policía que gracias a Dios llegó a tiempo (grabaron la agresión). 


Se hizo atestado, parte de lesiones en el PAC, denuncia, juzgado de guardia y toda la pesca. Como las consecuencias no fueron graves imagino que a aquellos brutos no les pasará nada y todo quedará en un susto, pero la absurdez de la situación me preocupa mucho. ¿Qué está pasando? ¿Cómo es posible que en 52 años que tengo y con los cambios políticos que he vivido nunca (excepto en el País Vasco en la época de ETA) se había respirado este ambiente tan enrarecido de intolerancia? Cada vez hay más odio, menos respeto y da más miedo a hablar libremente.
Como hace pocos días el padre de Pablo Iglesias, que fue miembro del grupo terrorista FRAP, salió a la palestra me permito hoy un recuerdo personal a ver si sirve de algo.


Hace 25 años GRAPO, brazo armado del terror del partido comunista reconstituido de España (que acumula 80 víctimas) secuestró a mi padre Publio Cordón; extorsionó a mi familia, (yo misma junto a mi marido pagué en Paris un rescate millonario mientras nos apuntaban con sus armas); lo asesinó en aras de una “justicia social” y, como con el caso de Marta del Castillo, no nos dieron ni el árnica de poder encontrar su cadáver para darle sagrada sepultura (Un sentimiento desolador y muy duro que desgraciadamente hoy muchos han tenido que sufrir). Pues bien, a pesar de que hoy los simpatizantes de esos grupos terroristas ocupan vicepresidencias y ministerios cuya hoja de ruta es azuzar el enfrentamiento activo de los españoles para alterar los códigos con los que nuestra democracia se ha convertido en un ejemplo de convivencia, me parece un retraso gravísimo que toda nuestra clase política entre al trapo y arrastre con ella a la población.


Sinceramente, no sé qué enfermedad mental lleva al ser humano a pensar que su ideario justifica amedrentar personas e incluso segar las vidas de quien piensa diferente, pero les aseguro que no merece la pena. He sentido en carnes propias lo desoladora que es la muerte de un ser querido, la impotencia que se siente y lo estúpida y banal que resulta la ideología y el sectarismo frente a ese dolor, por eso es tan importante involucrarse a nivel civil, bajar los ánimos si la situación lo requiere y fomentar el diálogo, aunque sea en los bares, del que nuestros líderes políticos son incapaces.


A mi modo de ver la clase política SOLO tiene UNA cosa que hacer: articular una convivencia razonable y asumir el mandato principal del pueblo de poner en nuestras manos herramientas para poder resolver los problemas sociales y económicos y, si no son capaces, FUERA. No hay más encargo. Que no nos engañen apelando a nuestros más bajos instintos. Hay que entender que esto no va de derechas o izquierdas, va de ellos, sus agitadores chiringuitos, su modus vivendi, su reparto de poder, contra nosotros, que SOLO queremos vivir en paz en una sociedad próspera que ya tenemos.

Como la pareja de la terracita, siempre habrá una proporción de insensatos manipulados dispuestos a comulgar con ruedas de molino que quieran seguir esta corriente autodestructiva de mediocridad de nuestros políticos, pero en España (a pesar de sus intentos) los sensatos somos más y toca demostrarlo.

(Carmen Cordón/MallorcaDiario/3/6/2020.) 

 

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