jueves, 4 de junio de 2009

CARICATURAS DEL PP.








CARICATURAS DEL PP.
Jueves, 04-06-09

Un dibujante de El Periódico de Catalunya cuyo nombre mejor olvidamos publicó el martes una viñeta con la escena siguiente: varias madres huyen con sus hijos mientras un personaje, claramente identificable con Jaime Mayor, dice a los obispos, «La pederastia, más que un delito es un deleite».

Posiblemente, ésta es la cumbre de las bestialidades en la historia de las viñetas españolas, pero lo cierto es que el disparate no se cocina solo en la mente calenturienta de un dibujante sino que refleja más bien algunas líneas de provocación de la estrategia electoral socialista. Que ha consistido precisamente en construir una caricatura moral de la oposición.

Cercana en algunos casos a la aberración de la viñeta, pues las alusiones a la connivencia de la derecha con la pederastia ya habían aparecido previamente en algunos mítines. Y antes de eso, el racismo, la homofobia y el fundamentalismo religioso, que se lanzaron en el primer vídeo del PSOE. Y la acusación de discriminación contra las mujeres, presente en una buena parte de las intervenciones de los líderes socialistas.
Probablemente, el punto más delirante del debate del lunes entre López Aguilar y Mayor, aparte de lo del franquismo, fue cuando el primero acusó al segundo de querer un papel único y exclusivo de amas de casa para las mujeres. En un país en el que la mujer más relevante conocida por haber optado por ese exclusivo papel es Sonsoles Espinosa, la esposa del presidente. Lo que, con toda seguridad, no quiere decir que Zapatero está en contra de la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado, sino que las mujeres de izquierdas y de derechas eligen libremente lo que quieren hacer con sus vidas.

Lo más prodigioso de todo esto es que Aguilar se creía lo que decía. Es posible que hasta el dibujante se creyera lo suyo. Y es que viven dentro de sus propias caricaturas. (Edurne Uriarte/ABC)
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Aunque comparto, en general, lo que dice E. Uriarte, no me parece adecuado hablar de caricaturas. La caricatura es un dibujo satírico, no un dibujo degradante, infamente o envilecedor. Sin embargo, la miseria moral de la izquierda pretende esto último. Deshumanizar al adversario y convertirlo en enemigo. Es lo que hicieron los comunistas y los nazis. Burgueses y judíos, o simplemente críticos, fueron envilecidos y degradados a una condición subhumana. De ahí al campo de concrentración sólo hay un paso. A fin de cuentas no son, realmente, seres humanos. Como no lo es el feto de menos de 14 semanas. Como dijo la Ministra Bibiana Aido, otra ilustre socialista.
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LA DEGRADACIÓN MORAL.





‘Para empezar, habrá que destruirlo todo. Toda nuestra maldita civilización deberá desaparecer antes de que podamos traer alguna decencia al mundo’ (‘‘Mourian’, en Les Thibaut, de Roger Martin du Gard)


Esta utopía irresponsable y ensangrentada, ha llenado y llena, todavía, el corazón de millones de personas. Creen ser mejores porque desean una especie de ‘mundo feliz’, en el que no habrá contradicciones, en el que existirá el ‘hombre nuevo’ (de izquierdas, por supuesto) y en el que todos seremos felices. ¿Simpleza? Sí, pero esta utopía lleva sobre sus espaldas unos cien millones de muertos. A pesar de los insultos que han recibido los historiadores franceses, autores del ‘Libro negro del comunismo’, es un trabajo sólidamente documentado. Curiosamente, es difícil de encontrar.


Claro que, según algunos, lo ‘malo’ no es de izquierdas. Si usted dice que la Stasi, la Checa o el Gulag, son de izquierdas, será acusado de algo malo. Por ejemplo, de ser un facha. Usted debería saber que si algo va mal, no es de izquierdas. La conclusión es que solamente ‘lo bueno’ es, verdaderamente, de izquierdas. ¡Hay que ser tonto para creer esto! En cambio, si es usted católico e intenta convencer a un izquierdista de que la Inquisición ‘no es, verdaderamente, catolicismo’, será despreciado como hipócrita y falsario. Pues bien, la Inquisición forma parte de la historia del catolicismo y la Checa, el Gulag y la Stasi, forman parte de la historia de la izquierda.


A veces se critica la utilización del término ‘izquierda’ porque se aplicaría, supuestamente, a todo tipo de izquierdas. Y esto sería injusto. Hay diversos tipos y las críticas, las mías, por ejemplo, sólo serían válidas (en el mejor de los casos) para una o varias, pero no a todas. Cuando escribo, supongo que mis lectores tienen la inteligencia suficiente como para entender que hay términos vagos, como ‘izquierda’ y otros.


También les supongo inteligencia suficiente para entender que al hablar de ‘izquierda’ no me refiero a todos y cada una de las personas que se autocalifican de ‘izquierdas’. Esto lo dejo para personas del todo-nada o del blanco-negro. Cuando les conviene. Ya ven, a veces se vuelven locos por los matices. Y, por último, también supongo, en mis lectores, inteligencia suficiente para entender que un artículo periodístico no es un tratado, y que nunca se puede decir todo. Aunque tampoco en los tratados.


No es tan difícil de entender. La distinción que hago (aunque mis lectores saben que las clasificaciones no son verdaderas o falsas) es entre la izquierda democrática y la derecha democrática, por una parte, y la izquierda no democrática y la derecha no democrática, por otra parte. Me sitúo con los primeros (los democráticos), se llamen como se llamen. Ahora bien, circunstancialmente, puedo opinar como Fernando Savater, por ejemplo, cuando pide públicamente que no se vote al Partido Socialista Obrero Español. Porque su actitud ante el problema terrorista y territorial, es criticable y rechazable. Aparte de haber engañado a la gente, lo que parece irritar mucho a Savater. Ya saben, primero ETA dejará las armas, renunciará a la violencia, etcétera, etcétera. Espero que cualquier persona, con un mínimo de buena fe y capacidad, entienda lo que digo.


Seguramente hay gente ‘de izquierdas’ que no rechaza la familia, la religión, la propiedad privada, la sociedad de mercado, etcétera. El problema es que amplios sectores de la izquierda (con poder político y sin él) adoptan actitudes que van en contra, por ejemplo, del buen funcionamiento de la sociedad de mercado, que se supone que aceptan. ¿Por qué sólo se supone? Porque, en el fondo, desprecian al capitalismo aunque no les queda más remedio que gestionarlo. Cuando pueden. No sólo sucede en España. En esta dramática idiotez han participado no sólo intelectuales ‘de izquierdas’, es cierto. Pero son abrumadora mayoría.


Es decir, la propuesta de utopías irrealizables (llenas de sufrimiento y sangre) han ido de la mano de la mentira y de la falsificación de la realidad. Un buen ejemplo lo tenemos en el libro de Martin Amis, ‘Koba, el temible’. O recordemos la conocida petición de J. Benda, en La traición de los intelectuales, de no subordinar la verdad al compromiso.


Una profunda hipocresía atraviesa el pensamiento y la acción de la izquierda, aunque no en completo monopolio. Se trata, como he dicho, de su desprecio por la sociedad de mercado, por una parte, y su utilización, a regañadientes, por otra. O sea, la izquierda no tiene un modo de producción propio que sea presentable. Lo ha intentado, pero ha fracasado de manera estrepitosa. Ha tenido que aceptar el modo de producción del ‘enemigo’. Esta esquizofrenia no está resuelta. Su intervencionismo en materia económica, es una permanente muestra de su deseo totalitario de dirigir de ‘forma progresista’ la economía capitalista.


Expresa, además, su desconfianza con los empresarios (explotadores) y con la ‘lógica’ del mercado. Recordemos el rotundo fracaso de F. Mitterrand que quiso sustituir ‘la lógica del beneficio’, propia de los malvados capitalistas. Por eso la izquierda miente más que la derecha. Utiliza un modo de producción al que desprecia porque es del ‘enemigo’ y el suyo ha fracasado. Compara la realidad (la sociedad occidental) con un mundo ideal (que ellos inventan), y ganan siempre. Cuando sueñan. Y se creen moralmente mejores. Triste y peligrosa enfermedad del alma.


Los matices, o diferentes sensibilidades, como les gusta decir, no logran esconder un rechazo a cuestiones que son clave para millones de personas en la sociedad occidental. Por ejemplo, aunque no soy creyente, ni presumo, ni me escondo. Pero lo que no haría nunca es decir, o hacer cosas, que ofendieran a los sentimientos religiosos de los demás. El que haya gentes de izquierdas que no les importe, o incluso aplaudan (‘que se jodan los católicos’) que se hagan exposiciones de Jesucristo y la Virgen, follando y haciendo pajas (en Extremadura), es un ejemplo, no sólo de su falta de sentido estético sino de su falta de respeto a los demás. Es una forma grosera y zafia de insultar a los católicos. ¿Cómo pueden esperar respeto con esta actitud? No, no se puede hacer cualquier cosa.


Pero son cobardes. No absolutamente todos. ¿Verdad que me entienden? Y son cobardes porque se escandalizan cuando un dibujante danés hace unos dibujos satíricos contra Mahoma. Rápidamente el Presidente Rodríguez pidió respeto. Pero no pidió respeto para las ofensas a los católicos por la exposición fotográfica (en Extremadura) que he comentado. ¿Por qué?


Porque son cobardes y porque desprecian (no absolutamente todos y en la misma medida) valores básicos de la cultura occidental. Les aseguro que si hubiera ‘grupos armados católicos’ que pusieran bombas en el trasero de los progresistas que ofenden los símbolos cristianos, irían con mucho cuidado. Por eso respetan tanto a los islamistas. Porque les temen.


Por otra parte, el matrimonio entre personas del mismo sexo es algo tan raro en todo el mundo, que solamente ha sido aceptado en tres países, incluido el nuestro. Lo normal es aceptar ‘uniones civiles’. Y eso en sociedades democráticas. Mejor no hablar de lo que pasa en otros países con los que anunciamos Alianza de Civilizaciones. De modo que es falso, acusar a la derecha española de estar contra el ‘progreso’ y otras vacuidades y mentiras al uso.


Otra de las hipocresías (acompañadas de degradación moral) de la izquierda, es la de distinguir entre dictaduras buenas (las de izquierdas) y malas (las de derechas). Conocidos ‘intelectuales’ de izquierda alaban públicamente al dictador Fidel Castro. Y se quedan tan panchos. No les da vergüenza. Eso sí, Pinochet es malísimo porque es un dictador de derechas. ¿Se puede ser más sectario?

Uno de los grandes mitos del rojerío mundial, Che Guevara, decía:


‘Debe dársele al reo la posibilidad de hacer sus descargos antes de fusilarlo. Y esto quiere decir, entiéndase bien, que debe siempre fusilarse al reo, sin importar cuáles hayan sido sus descargos. No hay que equivocarse en esto. Nuestra misión no consiste en dar garantías procesales a nadie, sino en hacer la revolución, y debemos empezar por las garantías procesales mismas’.


El angelito firmó 1.892 condenas a muerte. Tal vez convendría leer a la escritora cubana Zoe Valdés, para no seguir tragando mitos ensangrentados y usando sus camisetas. Pero conocer la verdad puede resultar desagradable. Sigue habiendo cretinos de izquierdas (aunque no lo son todos) que mantienen mentiras políticamente correctas. Willi Müzenberger, el dirigente de la Komintern, llamaba ‘El club de los inocentes’ a estos intelectuales y artistas embobados con la izquierda emancipadora.


Mentían, y se auto engañaban, como bellacos. Entre ellos, Bretch, Sastre, Hemingway o Dos Passos. Ahora se les cae la baba a Saramago y García Márquez cuando hablan de Fidel Castro. Aunque no es toda la izquierda.


Hay más mentiras y deformaciones, pero sólo haré una breve referencia a dos: la de que la derecha española quiere reinventar la historia de la guerra civil, y la de que la derecha española no quiere que los presos etarras estudien carreras universitarias.


En cuanto a la historia, resulta de una increíble desvergüenza el intento de monopolizar la interpretación de la historia. Su mentalidad totalitaria no puede entender que ellos no detentan las verdades incontrovertibles e indiscutibles. Ni siquiera la ciencias empíricas son conocimiento cierto, en el sentido de conocimiento infalible. ¿A qué se debe esta absurda actitud? A la creencia en la superioridad moral de la izquierda. Pero es cierto. No todos son tan idiotas.


Un ejemplo destacado de tal actitud totalitaria, es el boicot a Pío Moa. Ha solicitado debates públicos y se los han negado. ¡Se ha atrevido a poner cuestión las verdades indiscutibles de la izquierda! El conocido historiador Stanley Payne, dijo: ‘He oído muchos insultos contra Moa, pero pocos argumentos’. ¡Para que van a debatir si ya tienen toda la verdad! ¡Facha el que lo niegue!


La otra mentira es que la derecha española niega que los presos etarras puedan estudiar carreras universitarias. Tuve el privilegio de cenar con Gotzone Mora (y otras personas) en Mallorca. Previamente, en su conferencia, nos mostró diapositivas de la Universidad del País Vasco. Parecía un campo de concentración.


Resulta que la mayoría de los profesores (para no tener problemas, ya me entienden) dan, o daban, notas altísimas a los presos etarras por trabajo nimios y, a veces, inexistentes. Este escándalo fue denunciado por Gotzone y otras personas. En eso queda la mentira. Por cierto, en la mesa de al lado estaban los dos guardaespaldas de Gotzone. La gente democrática decente de izquierdas, en el País Vasco, suele necesitar guardaespaldas (aunque no toda). Y la gente democrática indecente de izquierdas, no suele necesitarlos.


Hay que terminar. ¿De dónde procede la basura pseudo cultural, como las fotos obscenas de Cristo y otros muchos y variados ejemplos antisistema?


La II Internacional, proclamó en 1907: ‘En caso de que la guerra llegase a estallar, los socialistas tienen el deber de intervenir para hacerla cesar inmediatamente y de utilizar con todas sus fuerzas la crisis económica y política creada por la guerra, para hacer agitación entre las capas populares más amplias y precipitar la caída de la dominación capitalista’.


Pero ni los conflictos bélicos, ni la Revolución Rusa bastaron para conseguir sus objetivos revolucionarios. Había que cambiar, no de objetivos pero sí de medios. Ahora se trataba de modificar las conciencias. Meter el dedo en la llamada superestructura. De ahí que haya tanto progre en la Universidad y en los medios de comunicación. Aunque también en otros sitios.


Fuentes fundamentales son, entre otras, Antonio Gramsci y la Teoría Crítica, a la que luego me referiré. El comunista italiano se dio cuenta de que lo previo y más importante era subvertir el sistema de valores del mundo occidental. De ahí la importancia de los intelectuales para realizar la tarea subversiva. Y su traición a la verdad, por supuesto. En cuanto a la Teoría Crítica, está vinculada a nombres conocidos como, Adorno, Horkheimer, Marcuse o Fromm.


Como ya sabemos, los grandes males a eliminar eran, la familia, el cristianismo, el capitalismo, etcétera. Había que mostrar que todo esto era bazofia reaccionaria. Su apostolado se desarrolló, básicamente, en Estados Unidos. Pero el virus se extendió por Europa.


La cantidad de idioteces y deformaciones es tanta que no se puede comentar en un artículo. Por tanto, resumiré una de las ideas centrales que se desprende de sus enseñanzas, y que encontramos ya, más en bruto, en la directriz del PCUS de 1943:


‘Nuestros camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente’.


Tómenlo muy en serio, porque no tienen escrúpulos. Aunque, es cierto, no toda la izquierda es así. Diré algunos nombres de la izquierda democrática y decente: Rosa Díez. N. Redondo, Maite Pagaza, Gotzone Mora, F. Savater y un largo, aunque insuficiente, (para gobernar) etcétera.


Sebastián Urbina.

PD. Me olvidaba. La Ministra de Educación, Mercedes Cabrera, ha editado material didáctico de la guía 'Educar en valores', con Alí Babá y los cuarenta maricones'. En la contraportada, un mensaje: 'Cuantos más polvos, mejor'.

Ya sabe, el que no esté de acuerdo, es casposo y antiguo . O sea, un facha.


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