Domingo, 26-04-09
QUE los socialistas españoles tomen como eslogan para las elecciones europeas las imágenes de la victoria de Obama indica hasta qué punto se han quedado sin ideas, sin aliento y sin vergüenza.
Ellos, tan progres, tan imaginativos, tan antinorteamericanos, copiando a los yanquis, esperemos que pagando derechos de autor. Estamos ante el capítulo final de una era de improvisación, frivolidad y resentimiento, con olvido de la política de Estado y de la economía real. Todo ello se ha venido abajo ante el avance de una crisis que siguen sin reconocer, a tenor del «Hay margen fiscal. No puede no haberlo», de la nueva ministra de Hacienda. Esto es, que puede seguir gastándose indefinidamente.
Doña Elena Salgado hablaba no como ingeniera, esto es, ateniéndose a los hechos, sino como política, negando puerilmente la realidad, como su jefe. «Los datos manifiestan ya una clara inflexión a partir del mes de abril», añadió. Cuando los datos muestran un deterioro galopante de la economía española. Y si se refería a la inyección prevista de dinero público a través de ayuntamientos y autonomías, peor, ya que en vez de ayudar a las ramas más dinámicas de nuestra economía, ayuda a las menos productivas. Puede que ralenticen el paro un mes o dos, pero volverá enseguida la destrucción de empleo.
Como las transfusiones de sangre sólo alivian la leucemia si no van apoyadas por quimioterapia y trasplantes de médula, las medidas del Ejecutivo español ignoran los orígenes de nuestra crisis -la falta de productividad, la escasa flexibilidad, la baja calidad laboral, el despilfarro a todos los niveles- para orientar unos recursos públicos cada vez más escasos hacia las instituciones más derrochadoras del Estado: los ayuntamientos y las autonomías. Algo así como querer curar la drogadicción con metadona.
Ellos, tan progres, tan imaginativos, tan antinorteamericanos, copiando a los yanquis, esperemos que pagando derechos de autor. Estamos ante el capítulo final de una era de improvisación, frivolidad y resentimiento, con olvido de la política de Estado y de la economía real. Todo ello se ha venido abajo ante el avance de una crisis que siguen sin reconocer, a tenor del «Hay margen fiscal. No puede no haberlo», de la nueva ministra de Hacienda. Esto es, que puede seguir gastándose indefinidamente.
Doña Elena Salgado hablaba no como ingeniera, esto es, ateniéndose a los hechos, sino como política, negando puerilmente la realidad, como su jefe. «Los datos manifiestan ya una clara inflexión a partir del mes de abril», añadió. Cuando los datos muestran un deterioro galopante de la economía española. Y si se refería a la inyección prevista de dinero público a través de ayuntamientos y autonomías, peor, ya que en vez de ayudar a las ramas más dinámicas de nuestra economía, ayuda a las menos productivas. Puede que ralenticen el paro un mes o dos, pero volverá enseguida la destrucción de empleo.
Como las transfusiones de sangre sólo alivian la leucemia si no van apoyadas por quimioterapia y trasplantes de médula, las medidas del Ejecutivo español ignoran los orígenes de nuestra crisis -la falta de productividad, la escasa flexibilidad, la baja calidad laboral, el despilfarro a todos los niveles- para orientar unos recursos públicos cada vez más escasos hacia las instituciones más derrochadoras del Estado: los ayuntamientos y las autonomías. Algo así como querer curar la drogadicción con metadona.
Pero está visto que la principal preocupación del Gobierno no es la crisis económica. Si le preocupara, se hubiera encarado con ella desde el principio, en vez de negarla, y hubiese aplicado las medidas que le indicaban los expertos, en vez de ignorarlos. Lo que le preocupa es la crisis política, la posibilidad de perder el poder. De ahí que cuanto hace esté orientado a evitarlo, con medidas electoralistas, clientelistas, de corto alcance y poca profundidad. Más que de ministra de Hacienda, doña Elena Salgado ejerce de ministra del Reparto de Dádivas, con Chaves como mensajero.
Todo el mundo va a pasar por caja y nadie va a quedar descontento. Bueno, los parados. Pero también habrá «margen fiscal» para ellos. «No puede no haberlo» es la divisa irracional del nuevo gobierno. Basta ver la cara desencajada del presidente para comprobar lo desesperados que están. No es una huida hacia delante. Es una huida hacia el vacío, en el que siempre estuvo. (José Maria Carrascal/ABC)
Todo el mundo va a pasar por caja y nadie va a quedar descontento. Bueno, los parados. Pero también habrá «margen fiscal» para ellos. «No puede no haberlo» es la divisa irracional del nuevo gobierno. Basta ver la cara desencajada del presidente para comprobar lo desesperados que están. No es una huida hacia delante. Es una huida hacia el vacío, en el que siempre estuvo. (José Maria Carrascal/ABC)
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