jueves, 16 de abril de 2009

PADRES E HIJOS.





PADRES E HIJOS.


Son los padres los que acuden a buscar ayuda a Proyecto Hombre porque sospechan que sus hijos pueden estar coqueteando con las drogas. La alarma la activan ciertas conductas de los menores: sufren fracaso escolar, no respetan las normas, rechazan la protección de los adultos y pierden la comunicación en casa. Según el último estudio publicado por Proyecto Hombre, en el 82% de los casos detectados, los jóvenes consumen cannabis. Una vez iniciados los exámenes de conducta, se conoce que, en el 73,1% de los casos, el adolescente es policonsumidor: “Tabaco y cannabis a diario, y cocaína y alcohol para divertirse los fines de semana”.

El 63,5% de los atendidos son menores de edad que empiezan a jugar con drogas a los 12,5 años. No son adictos, pero abusan del consumo de sustancias que les provoca conductas de riesgo que pueden representar una grave amenaza para su desarrollo. “Son consumidores recreacionales que no se dan cuenta de que consumir sustancias es un riesgo al que están expuestos”, asegura José Luis Sancho, coordinador de la Comisión de Adolescentes de Proyecto Hombre. En un 53% de los casos, el joven o adolescente solo estudia, mientras que casi un 20% ya trabaja.

Los adolescentes relacionan el consumo de sustancias, incluyendo el alcohol, con un estilo de vida caracterizado por la sobrevaloración del tiempo libre y la diversión donde destaca la capacidad de pasarlo bien con el mínimo esfuerzo. El cannabis destaca como la principal sustancia consumida entre los menores de edad (82%), pero esta demanda decrece en los mayores de 18 años (45%) a favor de la cocaína (30%).

Según el estudio, más del 50% de los adolescentes y jóvenes tratados proceden de familias “normales”, que no están desestructuradas y su estatus económico es bueno.


En un 52,9% de los casos viven con ambos progenitores. La prevención, según se entiende en Proyecto Hombre, “debe tener como objetivo la reducción de los factores de riesgo y la potenciación de los factores de protección, ya que éstos, en definitiva, son los que reducen la posibilidad de usar drogas. El papel de la familia como factor de protección es clave en cualquier intervención preventiva-educativa”, dice Sancho.

Los problemas de las dependencias nunca aparecen aislados. Normalmente, se correlacionan con otros conflictos o ayudan a agravar otros problemas, que afectan tanto al individuo como a la familia, la escuela y al ámbito social donde se desenvuelven. “Nuestro trabajo consiste en que los padres recuperen su autoridad y en que los jóvenes se den cuenta de que el consumo drogas les está generando una serie de problemas en su contexto cercano que está cambiando su vida y no les deja madurar adecuadamente”, subraya Sancho.

Los padres tienen que fijar los límites

El papel de la familia como factor de protección es fundamental: “Los padres tienen que aprender a poner límites y normas claras en la familia, y hacerlas cumplir; cuidar la comunicación y fomentar la responsabilidad y autonomía, así como mantener actitudes contrarias al consumo de drogas” para consolidar los factores de protección y disminuir los factores de riesgo.

Cuando los adolescentes entre 13 y 24 años llegan a Proyecto Hombre, espetan que los mayores son los que no saben divertirse. Aseguran que lo tienen todo bajo control y no son conscientes del riesgo que conlleva. “Nuestro trabajo consiste en volver a encauzar sus vidas y hacerles descubrir quiénes quieren ser. Los adolescentes no pueden ser un problema, deben ser una fuente de riqueza para sus padres”. Sancho indicó que en los últimos años ha aumentado la petición de ayuda de los padres preocupados por el comportamiento de sus hijos y señaló que el 69% de los jóvenes reciben el alta preventivo-terapéutica y un 31% consiguen finalizar el tratamiento. Jesús Hernández, presidente nacional de Proyecto Hombre, se ciñó a que es fundamental un tratamiento escolar y familiar para obtener resultados y hacer reflexionar a los jóvenes de los peligros que conlleva jugar a ser grandes consumiendo drogas. (ElConfidencial)

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¡Que sea fácil y ‘diver’¡

Los rectores de las Universidades europeas reunidos en Bolonia, con ocasión del IX Centenario de las más antigua de ellas, cuatro años antes de la supresión de las fronteras intracomunitarias y ante la perspectiva de una colaboración más amplia entre todos los pueblos europeos, estiman que tanto los pueblos como los Estados deben tomar conciencia como nunca del papel que las Universidades deberán tener en el futuro en una sociedad que se transforma y se internacionaliza, y consideran...


Principios Fundamentales: 1. La Universidad es una institución autónoma que, de manera crítica, produce y transmite la cultura por medio de la investigación y la enseñanza.

Reconozco que es bonito pero, tan alejado de la realidad, que produce escalofríos. Peor. A mucha gente ni le va ni le viene.

Repasemos algunos datos. Según el reciente informe ‘Pisa’, España está situada en el puesto 23 sobre un total de 29 países de la OCDE. No sólo es que estamos en puestos de descenso (hablando en términos futbolísticos) sino que vamos a peor. ¿Por qué? En dos ámbitos básicos, como las matemáticas o la comprensión lectora, volamos a ras de suelo.


¿A qué se debe el fracaso de nuestro sistema educativo? Hay variedad de causas y no voy a analizarlas a todas. Me centraré en algunas, de la mano de opiniones de adolescentes que son, en general, más de fiar que sus propios padres. Los jóvenes reconocen (en el estudio ‘Fracaso y transición al mundo laboral’, de la Fundación para la modernización de España) que la falta de interés y el aburrimiento son la causa del fracaso escolar. Insisto en que los jóvenes no atribuyen su fracaso escolar ni a la familia ni al instituto sino a su falta de interés y aburrimiento.


Lo siento por los padres superprotectores que imaginan querer más a sus hijos porque los exculpan de todo mal. ¡Angelitos! ¡Qué lección de honestidad dan sus hijos! Pero además de este loable reconocimiento hay fallos del sistema. Una de las peores estupideces ‘progresistas’ es la de eliminar o ‘ver mal’ el esfuerzo. Todo tiene que ser fácil y divertido. De esta manera se ayuda a la infantilización de los estudiantes. ¡Pobrecito, no quiero que sufra lo que sufrí yo! Y es que hay amores que matan. Otra de las idioteces ‘progresistas’ es la igualación por abajo, que castiga a los mejores. ¡No destaques! ¡Podrías humillar a los otros!


Veamos otros datos. Según la Sociedad Española de Matemáticas, en el cómputo del sexenio 1998-2003 (en las Olimpiadas de Matemáticas) quedamos en el puesto 11 entre 14 países de la Unión Europea. Según La Sociedad Española de Física, en el cómputo del decenio 1991-2000 (en las Olimpiadas de Física) quedamos en el puesto 34 de 39 países presentados. Algo parecido sucede en las Olimpiadas de Química. Imagino que si se celebrasen Olimpiadas de las Lenguas seríamos de los primeros, dada la obsesión enfermiza (al menos en ciertos reinos de Taifas) por ‘La Lengua’, objeto de culto. En muchas ocasiones se ha primado más el vehículo de transmisión que los contenidos transmitidos. Así nos va.


Otro aspecto nefasto de nuestro sistema educativo (especialmente en la enseñanza secundaria) es la pérdida de autoridad del profesor. La hipocresía y el autoengaño generalizados ignoran o minimizan este fracaso. Es más, algunos superprogres ni siquiera lo ven mal. Pues bien, muchos profesores resisten. Sí, resisten. Se produce la desmotivación de muchos profesores. En general, esto se ignora voluntariamente. Además, siempre podemos decir que los profesores son vagos y tienen muchas vacaciones. Como decía un cretino inspector de Educación (¿) de Valencia (en un caso de insultos de alumno a profesora): ‘estas cosas van en el sueldo’. ¡Qué se puede esperar! Lo que tenemos.


Otra estupidez ‘progresista’ es la educación en sentimientos más que en conocimientos. La consecuencia es fatal. Mientras que los conocimientos pueden objetivarse y argumentarse (al menos hasta cierto punto), los sentimientos no. Yo tengo los sentimientos que tengo y punto. La consecuencia es que se minusvalora la argumentación y la justificación en favor de afirmaciones o negaciones de sentimientos. Además, no hay nada que justificar. Todo es igualmente respetable. Todo este conjunto de idioteces (que darían risa si no fueran tan perjudiciales) favorecen el que los jóvenes tengan poco respeto al profesor, dificultades para la comprensión lectora, dificultades para expresar lo que piensan, y serios problemas para asumir que el esfuerzo es necesario para el aprendizaje.


Dado que el esfuerzo es antiguo y casposo, mejor soñar con milagros. A este respecto, el director de la Unidad de Calidad de la Facultad de Educación de la Universidad de La Coruña nos ha mostrado el profesor ideal, el profesor 10, el preferido por los estudiantes. Es fácil de encontrar y nos solucionará el problema. Tiene las siguientes características: Es claro y coherente; ordenado; atento y respetuoso; entusiasta con la asignatura que imparte; exigente en su justa medida; interactivo; ‘sabio’ en su materia; puntual; está al día en su materia; divertido (o sea, ‘diver’); accesible y práctico.


Pero hay más. Es participativo; incitador (en el buen sentido); equitativo; activo; con amplitud de miras, y tolerante. Como ven, fácil. Y todo esto sin cobrar mucho porque un buen profesor no se interesa por las cosas materiales. ¡Qué envidia nos tendrán en los otros países!


Antes de que saquen el pañuelo, unos últimos datos. Según la encuesta presentada por el Centro de Innovación Educativa (CIE-Fuhem) y elaborada por el instituto IDEA, los profesores españoles de secundaria atribuyen las causas de los conflictos que viven en la escuela a las familias, sobre todo a la permisividad que tienen con los hijos. Y tanto los docentes (66%) como los propios escolares (50’8%) consideran que se debería intervenir más duramente con los alumnos que causan problemas.


Un dato final para la esperanza. El científico español Joan Ginovart ha dicho que si seguimos por este camino, y dado que vivimos (es decir, viven) en la sociedad del conocimiento, ‘España se convertirá en un parque temático para venir a tomar el sol’. Eso sí, con talante dialogante.


Sebastián Urbina.


PD. Escribí este artículo a finales de 2005 pero creo que, desgraciadamente, sigue siendo actual.

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