Bienvenidos al norte.
Las minorías, cuando son significativas y tienen capacidad argumentativa, como los votos particulares en las sentencias judiciales, si bien no resuelven con su criterio, el caso en que se proyectan, (pues discrepan precisamente de la solución mayoritariamente adoptada) no es extraño sin embargo; ya que ocurre a menudo; que sus tesis, más pronto o más tarde, lleguen a imponerse en el ánimo de los destinatarios de la resolución en que se produjeron, como la solución que debió adoptarse. Eso no tiene, obviamente, efectos jurídicos, pero los tiene sociológicos. Pudiendo ocurrir que, pese la solución oficial, realmente se impongan las tesis jurídicamente perdedoras, por ser reconocidas como mejores. El sistema de mayorías lo que otorga a las decisiones adoptadas por este sistema es legitimidad, no garantía de acierto, ni siquiera de bondad.
Hace unos días Carlos Delgado apuntaba, en una carta dirigida a Mariano Rajoy, publicada en un medio de ámbito nacional , el problema de coherencia que están teniendo Rosa Estarás debido a su viraje ideológico hacia los principios programáticos defendidos por él; su norte; derrotado en el último Congreso Regional del
Resulta, pues, que Estarás está teniendo un comportamiento “ilegítimo” jurídicamente, pues no obtuvo el permiso de sus electores para hacer el discurso actual; aunque sea el que muy probablemente esté de acuerdo con lo que quieren los votantes del
No es una crítica al cambio de posición ideológica, en absoluto. Las conversiones no son solo posibles sino que, en democracia, constituyen un derecho fundamental… Pues el derecho al cambio de idea, es un derecho de libertad, (de pensamiento y de opinión) que no por escasamente ejercido es menos importante cualitativamente. Para quien lo dude le recomiendo el libro de Andrew Anthony, “El desencanto. El despertar de un izquierdista de toda la vida”, con el que podrá comprender un cambio de mucho mayor alcance que el comentado auspiciado por el “despertar” a que alude el título del libro, o el caer en la cuenta de algo que se tuvo presente en la vista como el punto ciego.
Lo que cabría dijera Carlos Delgado a Rosa Estarás y compañía, en tal circunstancia, es: ¡Bienvenidos al norte! (entendido como el lugar supuestamente inhóspito de la película de Dany Boon al que enviaban a los castigados, pero que en realidad era un excelente lugar con una excelente gente…) Si se ha hecho el milagro no importa lo haya hecho el diablo. Pero al tiempo debiera rogarse a esos viajeros al norte, a quienes –por supuesto- se da la bienvenida, que ella y su “close team” (que es preferible, en política, a la familia) en las próximas manifestaciones (que deberán producirse con la que está cayendo) en defensa de esta nueva (para ellos) postura ante la sociedad; entre cuyos ítems está el conflicto lingüístico que tan insensibles les había mantenido hasta el momento de la exigencia a los médicos, en que salieron de manifestación. Parece no son conscientes de ser culpables de haber aprobado las leyes en que se basa la iniquidad lingüística de nuestra comunidad. Leyes que hay que propugnar su derogación sin paliativos. Por eso hay que rogarles, desde la comprensión, que no cojan todavía
Ya sabemos que los de siempre, muy pronto, terminarán llevando la pancarta de esos principios y valores con gran soltura; como si fuera de toda la vida; pero ahora, en las primeras de cambio, debieran estar en segunda fila; que se les viera, por supuesto, (no les quiero mal) pero evitando un impacto plástico demasiado fuerte a los observadores . No son buenas las exageraciones. Como tampoco hubiera sido bueno, por exageración, que en
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