lunes, 31 de julio de 2006

NOTICIAS COMENTADAS (113)

Leo (El Mundo de Baleares/31/Julio/2006) un artículo de Luis María Ansón, 'Zapatero o el embuste'.


Dice, entre otras cosas:

'El problema es que Zapatero ha mentido. Afirmó solemnemente que no había contactos ni negociaciones con la banda, con el fin de arrastrar a sus posiciones al Partido Popular y neutralizarlo, cosa que consiguió durante un tiempo. Pero se ha demostrado hasta la saciedad que el presidente por accidente no dijo la verdad. Zapatero o el embuste ... En sólo dos años, y reconociendo sus aciertos en cuestiones como el carné por puntos y, sobre todo, en acciones culturales como el centenario del Quijote, ese político in documentado, este 'ignorante abisal', según la calificación de David Torres, este hombrín sin experiencia alguna de mando, ha quebrado el espíritu de la Transición, ha agitado el fantasma de la Guerra Civil, ha colisionado frontalmente con la Iglesia, ha encendido los nacionalismo separatistas, se ha manifestado antisemita, ha devuelto a España a la penumbra internacional y ha resucitado a ETA.'



Esta larga cita, que comparto, es (aunque muy grave) lo menos importante. Por cierto, a lo antes dicho debemos añadir el insólito y antidemocrático PACTO DE TINELL. El Partido en el Gobierno se alía con partidos separatistas para aislar, civil y políticamente, al principal partido de la oposición que representa, aproximadamente, unos diez millones de votos.

Pues bien, lo más grave, con diferencia, es lo que muchos hemos venido repitiendo y que, con el peso de su prestigio, enfatiza el sociólogo Victor Pérez Díaz: 'La sociedad española ha llegado a un punto de crisis profunda, autocomplaciente, descuidada y propicia a dejarse enredar en el cultivo de sus pequeñas diferencias.'

Debemos recordar lo obvio, aunque hay muchas menos cosas obvias de lo que pudiera parecer. Las democracias no funcionan por si solas. No hay un mágico 'piloto automático' que nos permita tomar el sol, ir de copas y desentendernos de los problemas que afectan a nuestra sociedad porque el rumbo ya está fijado. No. La calidad de las democracias depende de la calidad de sus instituciones y la calidad de sus instituciones depende de la calidad de sus funcionarios y de los ciudadanos. No basta con insultar a los políticos y proclamar: ¡Yo a lo mío! Sin una sociedad civil mínimamente articulada y responsable, la calidad de la democracia se resiente. Quejarse en los pasillos no sirve.

Sin una ciudadanía informada y preocupada (dentro de ciertos límites) por las cuestiones públicas, con un sistema educativo (la LOGSE y sucedáneos) que, por ser suave, no alienta el esfuerzo, el mérito, el respeto por el maestro, etcétera, se facilita el camino hacia un empobrecimiento moral, que es la cuestión clave. ¿Por qué? Porque una ciudadanía sin principios, y sólo preocupada por su propia panza, se encuentra incapacitada para establecer límites. Y sin límites no hay sociedad civilizada ni personas civilizadas. Algunos padres colaboran en este disparate al decir a sus hijos que todo es relativo. Pues bien, si el Presidente de Gobierno miente, el progre podrá decir, ¿Quién no miente? Si se formula de manera más suave, afirmando que el Presidente no dice la verdad podrá preguntarnos, mirándonos a los ojos con suave displicencia: ¿Qué es la verdad? O sea, Pilatos versión progre.

Mientras come, distraidamente, la última gamba del plato, dirá sonriente: ¡No paaaaasa nada!

Este es el problema más grave. Si lo que antes he dicho fuera cierto de una parte importante de la ciudadanía, tenemos el Presidente que la sociedad española se merece. Iba a decir, 'Que nuestra patria se merece' pero he recordado que el Presidente proclamó: 'Mi patria es la libertad'. De modo que debo concluir: 'Tenemos el Presidente que nuestra libertad se merece'. ¡Qué calor!




Sebastián Urbina.

lunes, 24 de julio de 2006

NOTICIAS COMENTADAS (112)

Leo (El Mundo de Baleares/22 Julio/2006) un artículo del historiador Henry Kamen, 'Bailando con lobos', del que me interesa destacar lo siguiente:



'A buen seguro es lamentable para una nación el día en que el Gobierno tiene el poder para manipular su Historia. Eso ocurrió con Stalin, y pasó con Franco. Ahora, parece que podría pasar con un Gobierno socialista, que tiene puestas sus esperanzas en financiar una imagen altamente ficticia de la Segunda República y de los años de la Guerra civil. A mi entender, ningún historiador de prestigio ha respaldado al Ejecutivo. Uno de los principales hispanistas, Stanley Payne, ha mostrado en su más reciente libro, El Colapso de la República, que tanto los líderes republicanos como los de la derecha fueron igualmente responsables del desastre acontecido'.




La manipulación de la historia es moneda corriente. Hay grandes y reputados especialistas. Los que mienten con más salero (de cemento armado) son los nacionalistas. Pero la izquierdona no le va a la zaga. O sea, como Franco. ¿Cómo es posible que la izquierdona sea capaz de tales manipulaciones? Ya pasó la euforia de la revolución. De cada vez hay menos imbéciles que creen en ella. La estrategia es, hace ya tiempo, la dominación cultural. Para eso se utilizan los 'tontos útiles', es decir, cuadrillas de intelectuales que anuncian la buena nueva y gritan las miserias del capitalismo sin entrañas. Cuando vomitan su odio al capitalismo incluyen al mundo libre occidental (eso de 'libre' les pone de los nervios porque EN REALIDAD, estamos oprimidos), la democracia parlamentaria, la institución de la propiedad, la autonomía individual (que es, EN REALIDAD, repugnante egoismo burgués) y algunas cosillas más sin importancia.

El Presidente Rodriguez y sus amigos nacionalistas están en esta línea. El año 2006 será el Año de la Memoria Histórica. O sea, bazofia sectaria.

Recordemos los orígenes. Una directriz del comité Central del PCUS, del año 1943, decía:

'Nuestros camaradas y los miembros de las organizaciones amigas deben continuamente avergonzar, desacreditar y degradar a nuestros críticos. Cuando los obstruccionistas se vuelvan demasiado irritantes, hay que etiquetarlos como fascistas o nazis. Esta asociación de ideas, después de las suficientes repeticiones, acabará siendo una realidad en la conciencia de la gente'.

¿A qué gente, podríamos preguntar? A las ovejas. Leamos, con atención, unas palabras del escritor Aldous Huxley:

'Un Estado totalitario realmente eficiente, es aquél en el que las élites controlan a una población de esclavos que no necesita ser coaccionada, porque en realidad, ama esta servidumbre'.



Aterradoras palabras. Estoy convencido de que un amplio sector de españoles (¡ Dioses, que atrevimiento!) ejerce de oveja. ¿Cómo entender, por ejemplo, la indignación callejera por el Prestige, y el silencio de los corderos por la muerte de once personas en el incendio de Guadalajara? ¿Será que no importan los hechos? ¿Será que sólo importa el partido que está detrás? Si esto fuera así, y eso parece, ¿No da asco?

Resistamos. La tarea del héroe, hoy, es resistir. Negarse a pronunciar las temidas palabras, 'Todo es igual'. No, no todo es igual. Pero hay que bajar de la nube. No elegimos entre lo bueno y lo malo sino entre lo malo y lo peor. Pero no debemos cejar. ¿Como podremos criticar si nos comportamos como ellos?

Tentado estoy a repetir las palabras de O. Wilde, 'Todos estamos en el arroyo, pero algunos miramos las estrellas'.


Sebastián Urbina.
Julio 2006.