jueves, 31 de diciembre de 2009

BELÉN

BELLEZA.

"Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que me deslumbraba. Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la yerba, de la gloria en las flores, no hay que afligirse. Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo..."

Éstos son algunos de los versos de la oda del poeta británico William Wordsworth titulada "Intimations of mortality from recollections of early childhood"



FELIZ AÑO 2010


JOLGORIO NAVIDEÑO.





¿Independentistas o anexionistas?

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GRUPO RAMON LLULL (*) La presión catalanista se está intensificando en Balears, baste señalar el anuncio de referéndums de independencia, que en el fondo lo son de anexión a Cataluña. Por ello, hoy más que nunca, conviene no confundirse con el lenguaje y llamar a las cosas por su nombre. El sustantivo "nación" se utiliza para señalar diversos conceptos. Así puede utilizarse para definir al conjunto de personas con un mismo origen étnico, por ejemplo, la nación hebrea. También se usa frecuentemente para señalar a los hablantes de una lengua (la nación francófona). Como "nación política" suele entenderse a aquella comunidad que, además de hablar una lengua, disfruta de una misma cultura, historia y tradiciones, que tiende a vivir en común y por tanto a organizarse en un Estado propio.
Es decir, para definir a una nación política no basta con que sus integrantes hablen el mismo idioma, sino que éstos deben tener voluntad de formar un Estado. De ahí que no podamos decir que todos los hablantes de inglés forman una nación política, ni que todos los hablantes de español formen otra. Que les pregunten a los ingleses si basta con que los irlandeses hablen inglés para que sus habitantes se sientan ingleses. Ni mejicanos ni argentinos aceptarían que por hablar español se les integrase en España.
Uno de los motivos que históricamente ha demostrado mayor capacidad de devastación ha sido la voluntad de construir una nación política, a la larga un Estado, de lo que únicamente era una comunidad lingüística. El conocido lema "Una lengua, una nación, un Estado", además de falso, es un peligrosísimo axioma, fuente de terribles conflictos. El Anschluss alemán, la obsesión de conformar un Estado que integrara a todos los pueblos de habla alemana, no sólo fue una de las causas originales de la segunda guerra mundial, sino también una causa de primer orden en el estrangulamiento de la democracia y las libertades individuales. En efecto, la pertenencia de un individuo a una nación política es subjetiva, depende de sentimientos y voluntades personales y no de la lengua que hable. La lengua, a diferencia de lo que afirman los nacionalistas, no tiene por qué determinar absolutamente a un individuo. Desde luego, decir, abusando del cientifismo como hacían los marxistas y ahora sus herederos, que los mallorquines, queramos o no, nos guste o nos disguste, "científica y objetivamente" somos catalanes de les illes, es una estupidez cargada de intención anexionista.
Algunos mallorquines, la mayoría, además de serlo de derecho, nos sentimos españoles. Queremos vivir en plena unión solidaria, económica, social y política con el resto de España. Por supuesto deseamos que se respeten todas nuestras particularidades, entre ellas nuestra lengua regional, como nosotros respetamos y queremos las de los gallegos, vascos, asturianos o catalanes. Otros, circunscriben al territorio exclusivamente isleño lo que consideran su nación, y se sentirían muy a gusto con una Mallorca independiente. ¿Acaso no lo son, dicen, Malta, Luxemburgo o Liechtenstein, todos ellos con menos territorio y población?
Otros extienden algo más su ámbito de sentimientos y deseos e incluyen en su visión a las otras islas hermanas. Es decir, creen que su nación es la comunidad balear, a la que ven capacitada como ente político, territorio, población y riqueza suficientes para constituirse en Estado soberano.
Por último, están aquéllos que nos ven integrados en un Estado catalán, junto a valencianos (si se dejan) y catalanes. Son los que sueñan en una gran Cataluña en la que nos incluyen con todo descaro, o en los Països Catalans, como identifican a esta supuesta comunidad política, de forma más tímida o taimada. Son los que tienen por bandera propia de Balears a la cuatribarrada, con o sin estrella. Sus fronteras llegan hasta Aragón y Castilla. Y colocan a nuestras islas bajo un nuevo Estado excluyente del resto de España, que nunca ha existido hasta la fecha. Pretenden cimentar, fundar esta unión política en una lengua común, por lo que nos encontramos otra vez con el "Una lengua, una nación, un Estado", que además en este caso podríamos particularizar en "Una lengua única y uniforme, una nación única y uniforme". Lengua uniforme, sin particularidades lingüísticas que los catalanistas ven como alentadoras de localismos nefastos para tal proyecto, y que supone, en ello están con todas sus fuerzas, la sustitución escrita ¡y hablada! de nuestro auténtico y maravilloso mallorquín por el catalán estándar Pompeu, argamasa del nuevo Estado catalán.
Estrictamente hablando, sin embargo, nacionalista es el que subordina su visión mental, y su propia vida, a la exaltación de sus sentimientos o intereses nacionales, condicionándolo todo a la mayor gloria de su nación, ya sea la española, la catalana o la mallorquina. Es decir, se puede ser nacionalista español, nacionalista balear, nacionalista mallorquín o nacionalista catalán. Los que apuestan por separarnos de España e integrarnos con los catalanes a las órdenes de otra metrópoli, Barcelona, son nacionalistas catalanistas. No les llamemos únicamente "nacionalistas", así sin apellido, porque ello es dar por supuesto que para los mallorquines sólo puede existir una nación, la suya, la gran Cataluña, y que sólo ellos son los que defienden los verdaderos sentimientos nacionales, mientras que los demás, los que no pensamos como ellos somos una especie de seres amorfos sin nación, alineados con un fantasmagórico imperialismo madrileño o soñadores de naciones imposibles. A ver, las cosas claras en beneficio de todos, a los que nos quiera meter en Cataluña, llamémosles nacionalistas catalanistas o simplemente catalanistas, pero no nacionalistas a secas que no quiere decir nada.

Para terminar, otro mal uso del lenguaje, relacionada con todo lo expuesto, es llamar independentistas a los mallorquines que lo que pretenden es incluirnos bajo el dominio de Barcelona. Independentistas en Mallorca, sin más aclaración, debe aplicarse a los que quieren la independencia de Mallorca. A los que nos quieren integrar en la gran Cataluña se les debe llamar anexionistas a Cataluña o simplemente anexionistas, que ya nos entendemos, pero no independentistas ¡Brillante independencia sería acabar sometidos a las órdenes de Carod, de Montilla o de Artur Mas!

(*) Integrado por Antonio Alemany,
Joan Font Rosselló, Rafael Gil-
Mendoza, Sebastián Jaume, Miquel
Nigorra, Román Piña Homs y
Sebastián Urbina

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MallorcaDiario.

Más de un millar de personas según fuentes policiales, convocadas por los colectivos nacionalistas de Mallorca agrupados en la Plataforma 31 de Desembre, se han manifestado este miércoles por el centro de Palma para demandar la autodeterminación de los Países Catalanes y contra la actual crisis "capitalista".

EL MAL CATALÁN.
Publicado Domingo , 13-12-09 a las 22 : 17
MÁS allá de la ratificación demoscópica de que ser catalán representa lo más sublime que le puede ocurrir a un habitante del planeta Tierra, el valor prospectivo de los referendos de la Señorita Pepys, esa moda que tanto furor está causando en el agro local, viene limitado por una premisa implícita tan errada como herrada.

A saber, la que pretende llegado el momento en que, tal como soñó el gran Francesc Pujols, todo ha de salir gratis total a los hijos de esta arcadia feliz. Nadie se extrañe, pues, de que los entrañables rústicos de Sant Jaume de Frontanyà hayan proclamado su afán sedicioso instalados en la vana certeza de que, tras la secesión, el IVA que pagan en Madrid, Sevilla y Betanzos, como el célebre dinosaurio del cuento de Monterroso, seguirá ahí, presto a facilitar que ellos continúen viviendo con envidiable decoro merced a plantar cuatro lechugas subvencionadas.

Mayor interés indiciario posee, sin embargo, la reacción del «establishment» de esta unidad de destino en lo editorial ante tales bullangas. Sobre todo, por el muy clamoroso contraste que —de nuevo— deja entrever entre la opinión pública y la publicada. Empezando por los esforzados escribidores de guardia, siguiendo por los capataces del chiripitiflaútico López Tena y acabando por el propio don José, todo han sido parabienes, elogios, loas, agasajos y bienvenidas a la charlotada. Que si muy legítima; que si indubitada su legalidad; que si gran lección de civismo y democracia; que, por supuesto, manifiestan su más absoluto respeto al simulacro de destruir España; que a título personal votarían sí, faltaría más… Una ecuménica connivencia institucional con los pirómanos que no se compadece con esas «consultas» trimestrales que se vienen celebrando al respecto en Cataluña desde hace lustros, los sondeos oficiales del Centre d'Estudis d'Opinió. Rutinarias catas identitarias que revelan con no menos rutinaria terquedad que el ochenta por ciento de la tropa de a pie sigue queriéndose española.

Una evidencia empírica, otra más, que confirma la patología crónica de la casta dirigente doméstica, eso que «Le Monde» ha dado en llamar «el mal catalán». Un cuadro clínico que cada vez recuerda más a algunos guiones de Buñuel. Repárese al respecto en cómo se ocultan, pudorosos, avergonzados, tras un hilillo de voz imperceptible para defender el orden constitucional antes de volver a confraternizar en el bullicioso retrete separatista. O recuérdese «El ángel exterminador», cuando en la suntuosa mansión está todo dispuesto con tal de celebrar un festín. Y mientras los invitados van llegando, los criados, por enigmáticas razones, abandonan presurosos la casa. Luego, todos los comensales quedarán atrapados allí de por vida. Porque ni la suciedad —el hedor irrespirable del ambiente devendrá vomitivo— ni las infecciones contagiosas que no tardarán en surgir, podrán vencer al pánico que se apoderará de ellos cuando se acerquen a la puerta de salida, un acceso que, en apariencia, nadie les impediría franquear. Clavado, igualito que nuestros muy honorables pacientes. (José García Domínguez/ABC)
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ANTONIO ALEMANY DEZCALLAR

Corrompen todo lo que tocan

El problema no es que haya cretinos que aplicando categorías políticas actuales con efecto retroactivo de casi 800 años se empeñen en convertir la Fiesta de l’Estandart en paradigma de la “catalanidad” y en percha para ejercer el odio contra España y propugnar, no la independencia, sino la anexión a Cataluña. El pensamiento es libre y el cretinismo también: Ninguna de las dos cosas resultan problemáticas. El problema surge cuando del “pensamiento” y del cretinismo se pasa a la acción y se pretende ejercer violencia sobre los demás, imponiendo “pensamiento” y cretinismo a toda la sociedad. Cuando esto ocurre se está dando un salto cualitativo fascistizante.

Con ello quiero decir que, a mi, al menos, no me preocupa que el inefable portavoz del la Obra Cultural balear escriba que “el Ejército español ha sido expulsado de la Fiesta de l ‘Estandart”. O que Miguel Serra ejerza de corifeo dirigiendo a todos los coreutas catalanistas que pululan por su periódico. O que El Púnico escriba tonterías. Lo inquietante es cuando estos sujetos consiguen el oportuno Caballo de Troya- sea un caballo socialista, sea un caballo popular- para imponer sus fantasías oníricas a toda la sociedad. Porque quién ha convertido la Fiesta de l’Estandart en una caricatura de lo que durante siglos ha sido no son ni los del pensamiento fascista ni los cretinos, sino el Caballo de Troya. Quién ha poblado de banderas catalanas el casco histórico de Palma para subrayar la “catalanidad” de la Conquista no ha sido la OCB y su portavoz, sino Calvo, la alcaldesa. Quienes están financiando con nuestros dineros a los sembradores de odio son, además de la Generalitat catalana, Antich, Armengol y Calvo. Quienes fomentan, financian y alimentan toda esta sistemática “alienación”- en el sentido hegeliano y sociológico-marxista del concepto- son los partidos con responsabilidad de gobierno devenidos equinoides troyanos: el PSOE y el PP, el primero porque comparte el cretinismo del catalanismo fascista, el segundo, porque está regido por una pandilla de acojonados.

Lo cierto es que, por fas o por nefás, una conmemoración popular, de raigambre secular y de carácter festivo ha sido transformada en un campo de Agramante por obra y gracia de unos exaltados catalanistas empeñados en borrar la identidad de esta tierra que nunca ha sido catalana y, menos aún, catalanista. En este sentido, hace tiempo que vengo sosteniendo que estas gentes, lo que representan y sus pretensiones totalitarias e impositivas son, de verdad, el único factor de disenso grave en nuestra sociedad. Grave por irreconciliable y por la desagradable agresividad que practican y que, previsiblemente y en legítima defensa, acabarán generando la agresividad contraria. Estas gentes todo lo que tocan lo corrompen desde cualquier conmemoración histórica hasta la lengua mallorquina de la que, dentro de una generación, no quedarán ni las raspas. Y no porque se la coma el castellano, sino el catalán.

Hay algunas cosas que, a esta altura de la película, deberían estar meridianamente claras. Históricamente: la Conquista no fue una empresa de Cataluña- no existía-, sino de la Cristiandad; las tropas conquistadoras estaban integradas por mandos y efectivos de múltiple procedencia, con una minoría mayoritaria catalana; el poblamiento de Mallorca es materia confusa al confluir población autóctona, nuevos pobladores y esclavos: recurriendo a documentos indiciarios como el Capbreu de la Parroquia de Santa Eulalia de Don Estanislao de Kosta Aguiló de unos años posteriores a la Conquista refleja, como posible muestra representativa, que la población de origen catalán es importante, pero inferior al conjunto de otras procedencias .

Políticamente. El reino de Mallorca jamás tuvo relación de dependencia o intermediación catalana: su relación era directa con el Rey de Aragón en su calidad de Rey de Mallorca. No ha existido jamás la “Corona catalano-aragonesa”, termino malévolamente federalizante, sino la Unión personal, en la figura del Rey, de los reinos de Aragón, Mallorca, Valencia y el Condado de Barcelona. Sólo desde la ignorancia más supina puede interpretarse la Guerra de Sucesión en los términos en que lo hace el catalanismo: lo que se dabatió en esta guerra fue la obsolescencia del estado arcaico de los Austrias frente la modernidad del Estado borbónico. Es más, ganara quien ganara, el resultado hubiera sido el que fue: un estado que suprime barreras entre las distintas partes de España y que centraliza e incrementa el poder del Estado.

Linguísticamente. La lengua no la hacen los lingüistas, ni las reales academias, ni los catalanistas de las universidades a la violeta. La lengua la hace el pueblo. Ni Ramón Llull ni Turmeda, precisaron del Institut d’Estudis Catalans ni del departamento de Filología Catalana de la Universidad de Montpeller para culminar su gran obra literaria. Tampoco Berceo, Jorge Manrique, el Marques de Santillana, Lope, Quevedo, Góngora, Tirso o Cervantes precisaron de ninguna Real Academia que “puliera, fijara y diera esplendor” a la ingente creación literaria de todos ellos. Si en la transición del Bajo Imperio de Roma a la Alta Edad Media hubieran existido las cohortes de normalizadores, sociolingüistas y demás impertinencias del fascio catalanista- serían el “fascio latinista”- hoy, no existirían ni el castellano, ni el gallego, ni el mallorquín, ni el francés, ni el italiano, ni, desde luego, el catalán: todos hablaríamos latín, lo cual hubiera sido una ventaja al no tener que soportar a todos estos jenízaros de la lengua. Moraleja: mande a hacer puñetas a los catalanistas: la lengua es suya no de ellos, usted la crea, usted la escoge y usted la denomina como le da la real gana.

Está claro que estas cosas no están nada claras para estos agresivos grupúsculos catalanistas que nos amargan la vida, que se interfieren en nuestras libertades y que, para más oprobio, están financiados con nuestros dineros. Mañana, la Fiesta de l’Estandart será un ejemplo de a dónde hemos llegado.


miércoles, 30 de diciembre de 2009

ZAPATERO SONRÍE......







Luis María ANSON

Zapatero es hombre generoso, si bien sus dádivas están encaminadas a asegurarse votos en las urnas o escaños en el Congreso. El servicio de trenes de Cercanías, por obra y gracia del presidente circunflejo, ya está en manos de Carod Rovira y sus cómplices. La euforia del tripartito ha sido general. Disponen, gracias a la merced zapatética, de un nuevo organismo para enchufar en él a parientes, amigos y paniaguados. La primera decisión, claro, ha sido subir las tarifas: un 6%. Que paguen los usuarios catalanes el despilfarro de los políticos. La segunda medida ha consistido en frotarse las manos pues el Gobierno de la nación española pagará la factura no cubierta por la venta de billetes.

Se calcula que Elena Salgado deberá abonar alrededor de 120 millones de euros en el año 2010 para sufragar los gastos de explotación. Una bicoca, en fin, para Carod Rovira y sus secuaces que, mientras cierran muchas empresas y otras disminuyen el número de empleados, ellos incrementan mes a mes las cifras de funcionarios, asesores y consejeros, pagados con el dinero de los impuestos con que se sangra a los contribuyentes.

Feliz entrada y salida de año ha deseado Zapatero a sus socios del tripartito, que le aportan suculentos escaños en el Congreso de los Diputados. Y mientras con una mano Carod Rovira recibía la nueva dádiva de Zapatero, con la otra la emprendía contra el TC, asegurando en tono chulesco que ningún Tribunal condicionará la marcha de Cataluña hacia el secesionismo.

Entre tanto, Zapatero, como la marquesa Eulalia de Rubén Darío, sonríe, sonríe, sonríe…

¿QUÉ HACER?






Qué hacer ante un gobierno ilegítimo

30 de Diciembre de 2009 - 08:18:20 - Pío Moa


Depende. Si usted no cree en la democracia, no le queda otra que plantearse un golpe militar o algo por el estilo. Lo que pasa es que usted, a pesar de todas sus construcciones mentales contra la democracia, siente de modo confuso que un régimen del estilo que pretende, aun si triunfara en un primer momento, caería pronto y probablemente daría lugar a las peores consecuencias, como la disgregación definitiva de España. Además, sabe que el golpe no es viable por esto: un almirante que debía ocupar un puerto enemigo se volvió sin hacer nada y expuso a sus colegas un montón de razones que volvían imposible la empresa, que si la orografía del lugar, que si el calado, que si el combustible, que si las distancias, las defensas del puerto, etc. Al final, otro marino le observó: "Pero usted ha olvidado una razón importante" "¿Cuál?" "Que usted no se sentía capaz de intentarlo". Pues eso.

Además, los antidemócratas miran con nostalgia al franquismo, lo creen repetible (¿por qué no iba a hacer Dios el milagro, ya que ellos no se sienten capaces de intentarlo?) y extraen de él lecciones falsas. El franquismo surgió de la destrucción --por la izquierda y los separatismos-- de la democracia republicana, o de lo que la república tenía de democrática; y tras la convulsión del 31 al 36 prácticamente dejó de haber demócratas en España. El régimen no tuvo enemigo democrático interno, y se mantuvo porque Franco fue capaz, y solo él fue capaz, de tener bajo la rienda a las tradicionalmente díscolas "familias" (es decir, partidos) del régimen, que de otro modo se habrían bastado y sobrado para echar abajo los muchos logros positivos del franquismo. Esas condiciones no se dan hoy ni remotamente. Algunos de ustedes tienden a creer, en fin, que el catolicismo es una doctrina política interpretable a su gusto. Usted olvida, en suma, que las difíciles circunstancias actuales son recientes, y que gentes como las del gobierno empezaron en situación de inferioridad y se han hecho hegemónicas gracias a su trabajo empeñado y habilidad para explotar los errores e inepcias de ustedes.

Si usted cree en la democracia, la solución está en la articulación de lo que Alcaraz llama "rebelión cívica", que debe recurrir a la opinión pública. Si el gobierno actual es ilegítimo se debe precisamente a que va contra España y contra la democracia. Pero esta, aunque muy dañada, subsiste. A usted no le meten todavía en la cárcel por opinar (aunque ya hay amagos de ello, como he podido comprobar en mi caso) o por crear una asociación con fines determinados, o un medio de comunicación público, o por convocar una manifestación o por manifestarse o por denunciar la ilegitimidad del gobierno, etc. Que ello sigue siendo posible lo demuestra bien el caso de Es-radio o de Libertad Digital, que, contra todo y contra todos, se han abierto un espacio en crecimiento. O lo demuestran diversas asociaciones como Galicia Bilingüe, que realizan un buen trabajo con medios casi insignificantes. Lo que ocurre es que estos movimientos debieran crecer como manchas de aceite y hacerse más amplios, numerosos y fuertes. Y eso es un trabajo que requiere algo más que lamentaciones y la búsqueda de razones para no hacer nada práctico.

UN HOMBRE INTELIGENTE.


Miércoles , 30-12-09
Leszek Kolakoswski falleció a mediados de julio, sigilosamente y sin que la prensa, máxime la española, se diera apenas por enterada. Los fastos con que hace semanas se celebró la caída del muro de Berlín no han servido para remediar la omisión. «El tiempo aprieta a los muertos en el olvido», escribió Tasso en el canto último de la Gerusalemme liberata. Pero no, no es tolerable que dejemos pasar este año del gracia del 2009 -un año desparramado, avieso y tristísimo- sin rendir un homenaje último a Kolakowski. Kolakowski hizo aportaciones decisivas a la comprensión del primer Marx y publicó estudios memorables sobre las ramificaciones sectarias del cristianismo heterodoxo. Mucho más importante: por encima de la erudición y de las hazañas librescas, fue un hombre íntegro y un testigo.
Enemistado con el régimen comunista polaco en el 68, se transpuso a Montreal y los Estados Unidos y luego sentó sus reales en Oxford. No padeció las tentaciones mesiánicas de Soljenitsin, y a diferencia de Hayek, prefirió no extraer del desastre del comunismo un antídoto milagroso para salvar a la Humanidad. Sus ensayos y artículos reflejan una sabrosa complejidad, una obstinada vocación lateral. Ello no quita para que pudiera ser mordaz, y en ocasiones, feroz. En 1989 publicó en el Times Literary Supplement un artículo sobre el thatcherismo al que dio por título «Greed is good for you» («La codicia le conviene»). Cito un párrafo impresionante: «Si dejando a un lado a la señora Thatcher, vamos a lo esencial de los dos fenómenos históricos conocidos como capitalismo y socialismo, podemos afirmar lo siguiente: el capitalismo es la naturaleza humana en acción, es decir, la codicia; el socialismo es un intento por asegurar la solidaridad humana valiéndose de la fuerza. Sin duda, la codicia es mala y la solidaridad es buena; pero tanto el sentido común como una evidencia histórica aplastante, sugieren que la vida es incomparablemente mejor para todos -incluidos los pobres- en una sociedad movida por la codicia que en sociedades basadas en la solidaridad obligatoria».

Nótese que no asevera Kolakowski que el capitalismo sea el summum bonum; no pretende, tan siquiera, que se trate de un sistema atractivo o simpático; se limita a observar que es mejor que el comunismo, y que, ante el dilema de elegir entre los dos, está claro dónde hay que poner el dedo. Por descontado existen, entre los modelos puros, zonas grises, intermedias. A ésas se apuntó Kolakowski, quien rehusó negar al socialismo, en sentido laxo, el pan y la sal. En un precioso ensayo breve recogido en la antología Modernity on Endless Trial, . Pero apostilla que «poner límites a la libertad supone justamente eso, limitarla; no hermoseemos esa disminución invocando una forma de libertad superior Kolakowski se declaró simultáneamente socialista, liberal y conservador. A los socialistas les concede que la libertad económica no puede ser absoluta» (la frase fue conmemorada recientemente por Tony Judt en una necrológica que dedicó a Kolakowski en la New York Review of Books). Advierte, polemizando ahora con los liberales, que el hecho de que la igualdad sea imposible, o incluso indeseable, no debe servir de coartada para resignarse ante cualquier clase de desigualdad. Por último, expone el punto de vista conservador. Existen multitud de costumbres cuya función no acertamos a comprender con claridad. No obstante, resultaría insensato borrarlas del mapa sólo porque no cuadran con un diseño racional de la sociedad. «Desconocemos» escribe Kolakowski, «lo que sucedería si se suprimiera la familia monógama o el viejo hábito de enterrar a los muertos se substituyese por el reciclado de éstos con fines industriales. Hay razones, me temo, para esperar lo peor».
El ensayo está encabezado por un título irónico: «Cómo ser liberal-conservador-socialista. Un credo». El apartado reservado al pensamiento conservador es especialmente interesante. ¿Por qué? Porque en él encontramos una censura simultánea del liberalismo y del socialismo, en sus versiones más crudas. Las trifulcas del siglo pasado, y el horror de los experimentos soviéticos o chinos, nos han hecho olvidar que socialismo y liberalismo tardaron mucho, muchísimo, en aparecer como categorías perfiladas y contrapuestas en el pensamiento europeo. Lo que suele observarse antes de que las aguas se dividieran a la altura, más o menos, de la Revolución francesa, es una tendencia acusada al utopismo entre filósofos y reformadores políticos. El utopismo alimentó la fantasía de que los grandes conflictos humanos consienten una solución sencilla y definitiva, e impulsó diseños de ingeniería social inspirados por lo que Pascal había denominado un siglo antes l´esprit de géométrie, el espíritu de geometría. Helvecio relata, a este respecto, un lance divertido. Cuenta que en cierta ocasión dieron a leer a un matemático la Ifigenia de Racine, y que el matemático la devolvió diciendo que no le interesaban los libros en los que no podía encontrarse una sola demostración. El pasado es al racionalista petulante, lo que la obra de Racine al matemático. La reflexión vale igualmente para los liberales que han erigido el mercado en su punto de referencia único.
El mercado es estupendo, asigna los recursos con mayor eficiencia que las economías planificadas, y frena la propensión de Leviatán a meterse en las casas de sus súbditos y ponerlos a todos en estado de revista. Pero una cosa es celebrar el mercado, y otra convertirlo en un fetiche. La vida colectiva es mucho más que un conjunto de productores y consumidores que operan atendiendo sólo a las leyes de la oferta y la demanda. Es tanto más, que no sabemos realmente qué es. Saber que no se sabe, obliga a una contención en los juicios y en las acciones poco grata a quienes quisieran encerrarlo todo en el perímetro de una fórmula perfecta. En último extremo, la noción de que el mercado es un mecanismo capaz de organizar por sí solo a la sociedad, está endeudada moralmente con el simplismo liquidador de la Ilustración dogmática.
Dentro de la especie política, la variedad más dañina está compuesta sin duda por quienes juegan a reinventar al ciudadano desde la posición preeminente que les ha concedido la intriga, la violencia, o el voto democrático -sí, el voto democrático: las ejecutorias fetén no avalan por fuerza a la persona-. El azar de su nacimiento estrelló a Kolakowski contra el brote más monstruoso del utopismo ilustrado: el socialismo real. Pocas líneas antes de llegar a su proclama final, el Manifiesto Comunista reza así: «Los comunistas apoyan todo movimiento revolucionario que tenga por objeto derribar el orden actual de las cosas, en lo político y lo social». En qué concluyó esa promesa de salvación absoluta, lo sabemos ya. Kolakowski, gran estudioso, como se ha dicho, del Marx temprano, vio a la criatura de cerca y quedó vacunado para siempre contra el peligro que en sí esconden los adanismos políticos. Las principales corrientes del marxismo, la obra magna de Kolakowski, se cierra con un aviso a navegantes: «El endiosamiento del hombre, al que el marxismo dio expresión, termina como todos los intentos personales o colectivos de endiosamiento: como una escenificación, en clave de farsa, de la insuficiencia humana». Se empieza creyendo en el Brillante Porvenir, y se termina administrando la tiranía. Voltereta infausta, que los hombres han repetido una y otra vez a lo largo del tiempo. A Isaiah Berlin le gustaba citar una frase de Kant: «De la madera viciada con que está hecha la Humanidad, no se puede sacar nada a derechas». Todo lo más, ir tirando. Habría añadido Kolakowski, cuando aún soportaba en Polonia las bendiciones del socialismo real: los que quieran saber lo que la ebanistería da de sí, que se pasen a este lado del muro. (Alvaro Delgado-Gal/ABC)

martes, 29 de diciembre de 2009

CATALANISTAS INTOLERANTES.

A LA ATENCIÓN DE FESTA DE L’ESTANDART-NACIONALISMO

NOTA DE PRENSA. 29 de diciembre de 2009

Es necesario reconducir la fiesta a su vertiente más festiva, lúdica y folclórica.

UPyD lamenta que la fiesta de l’Estandart sea “recreada con grosería” como un acto nacionalista

Mientras que en otras partes de España las conmemoraciones de la conquista cristiana se celebran en medio de un ambiente festivo y folclórico, en Palma la celebración de l’Estandart adquiere un tono nacionalista y con frecuencia belicista.

Palma, 29 de diciembre de 2009.

Palma celebra la fiesta de l’Estandart cada 30 y 31 de diciembre, conmemorando la entrada de las tropas de Jaime I en la ciudad, después de la batalla de Porto Pi (1229), en que el gobernador almohade Abu-Yahyá fue derrotado. Esa entrada fue la antesala a la represión a cuchillo de toda Madina Mayurca ( hasta abril de 1230). La resistencia almohade cesó en toda la isla en 1232.

Esta fiesta es similar a la que se celebra en otras partes de España, como en Úbeda, Córdoba y Sevilla, donde se conmemora también la conquista de las ciudades almohades por el monarca castellano Fernando III el Santo por las mismas fechas, 1234, 1236 y 1248 respectivamente, y con el mismo ímpetu guerrero y enérgica represión que el rey Jaume I. Idéntico significado conmemorativo tienen las fiestas de moros y cristianos del Levante.

Pero mientras en las ciudades andaluzas citadas las fiestas de conmemoración han perdido todo significado belicista y nacionalista, en las que nadie reclama la identidad castellana de las mismas, y mientras en el Levante las fiestas de moros y cristianos se han convertido en ricos rituales folclóricos, UPyD denuncia que la fiesta de l’Estandart en Palma de Mallorca sirve de altavoz a consignas nacionalistas catalanistas por parte de algunos partidos políticos, que “recrean y amplifican” con cierta grosería “la conquista catalana” de la ciudad a sangre y fuego.

Tanto el PP como el PSOE, cuando han gobernado la ciudad, no han ahorrado en sus discursos retórica de corte nacionalista, identificando la fiesta con el origen de un pueblo, de una lengua, de una identidad e, incluso, de una nación, remedando el rancio vocabulario franquista y obviando que antes había otros habitantes y que ahora hay otros habitantes que no pueden encasillarse en un pueblo, una lengua, una identidad, una nación.

Mucho más radicales en sus planteamientos nacionalistas son los que, como el PSM, ERC y asociaciones en la órbita de la OCB (Blanquerna, Asema, STEI, etc), con importación de maulets, abuchean en la ofrenda floral a quienes no cumplen sus dictámenes de catalanidad y apoyan y financian (con dinero público) una recurrente manifestación independentista por las calles de Palma, en una clara emulación de la conquista bélica de Jaume I. UPyD denuncia que esta manifestación de la noche del 31 de diciembre es una clamorosa falta de respeto tanto por la historia, en la que murieron, como en Úbeda, Córdoba y Sevilla, miles de habitantes, como por los vecinos actuales de Palma, procedentes de todos los rincones del mundo.

UPyD sostiene que estas celebraciones son necesarias, pero a la vez anima a los políticos a que las reconduzcan a su vertiente más festiva, lúdica y folclórica, como en el Levante y Andalucía. Todo el mundo disfrutará más y sentirá suya la fiesta.

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Acusan a la concejal de Cultura, Nanda Ramón, de hacer un llamamiento a las minorías radicales

El Círculo Balear participará en la Festa de l’Estendard y critica los intentos de catalanizar el acto


Palma, 28 (ABN).- La asociación cívico-cultural Círculo Balear informó hoy que el próximo miércoles, 30 de diciembre, la junta directiva de esta entidad ofrecerá una corona de flores al monumento del Rey Jaime I en la Plaza de España de Palma, a partir de las 20h.

El Círculo Balear precisó que participará “cívicamente” en la celebración de la conmemoración de un momento histórico muy importante para Mallorca, España y la Cristiandad como fue la reconquista del Rey de Aragón, Jaime I, en 1229.

El Círculo Balear mostró, además, su “preocupación por el continuo intento de catalanizar, sin rigor histórico alguno, nuestras fiestas y tradiciones mallorquinas, así como por el incremento de la violencia nacionalista en estas fechas, reflejado en movilizaciones de unas minorías muy radicales con mensajes violentos y manifiestamente anticonstitucionales, como ya sucedió el año pasado con disturbios y quema de banderas de España.

Según el Círculo Balear “esta escalada violenta” por parte de los sectores catalanistas “se propicia desde los propios órganos de gobierno” autonómicos e insulares. Aseguran desde este colectivo que “nuestros gobernantes traicionan la promesa constitucional que da validez al cargo que ocupan”. Y ponen de ejemplo del intento de la catalanización a la concejal de Cultura del Ayuntamiento de Palma, Nanda Ramón, “quien hace un llamamiento a las minorías radicales para que una fiesta cívica y tradicional, como es la Festa de l’Estendard, se convierta en un elemento de exclusión y enfrentamiento hacia aquellos que no se consideran independentistas”.

Por ello, desde el Círculo Balear se anima a todos los ciudadanos a participar en esta celebración, especialmente en la ofrenda floral del próximo día 30 a las 20h en la Plaza de España de Palma. Con ello, aseguran, se quiere demostrar, una vez más, que “nuestra sociedad no está con los intolerantes que quieren acabar con nuestro sistema democrático, sino que defendemos nuestras tradiciones mallorquinas en un marco de convivencia y respeto”.

¿BERLUSCONI, O ZAPATERO?











¿Berlusconi, o Zapatero?


Antonio di Pietro, Líder de Italia de los Valores, exMagistrado de Manos Limpias, ha dicho: ‘Berlusconi es el culpable del clima de exasperación’.

Todo el mundo sabe que el Primer Ministro italiano ha sido objeto de una agresión por parte de un perturbado de izquierdas. Según propia confesión y de su familia. Me refiero a lo de ‘perturbado’ y a lo ‘de izquierdas’. Berlusconi ya ha sido dado del alta pero deberá descansar quince días, por consejo médico.

Pongamos las cartas sobre la mesa. No tengo simpatía por Silvio Berlusconi. No me gusta su modo de hacer política, pero esto es irrelevante. No trato de escribir sobre mis gustos personales sino de cosas más importantes.

Para ver mejor la trascendencia de las palabras de Antonio di Pietro, pongamos un ejemplo. Supongamos que un perturbado de derechas agrede al Presidente Rodríguez Zapatero. A resultas de la agresión tiene que ser hospitalizado varios días. Al ser dado de alta, los médicos recomiendan un descanso de unos quince días.

En este contexto, Mariano Rajoy declara ante las cámaras de televisión de mayor audiencia: ‘Zapatero es el culpable del clima de exasperación’. Imagino varios escenarios posibles. Dados los antecedentes, como los ataques a las sedes del Partido Popular el día de reflexión antes de las elecciones generales, no sería sorprendente una gran manifestación de ‘espontánea indignación’ de la ‘gran familia de izquierdas’. Prefiero no suponer lo que las ‘masas indignadas’ podrían hacer frente a las sedes del principal partido de la oposición. Sugiero un slogan original: ‘El pueblo unido jamás será vencido’.

Rajoy sería insultado, como mínimo, por propios y extraños. No sólo por la prensa adicta, que es abrumadora mayoría, sino también por la prensa no adicta. En realidad ya lo es sin que haya pasado este supuesto que estoy comentando. Diría, incluso, que tendría que dimitir como presidente de los populares. Y no sería extraño que recibiera amenazas.

¿Qué pretendo decir con este ejemplo? En primer lugar, que yo condenaría rotundamente cualquier agresión al Presidente Rodríguez Zapatero. Y eso que me parece el peor Presidente de Gobierno de la reciente democracia. Pero hasta aquí hemos llegado. No me escudaría en la frustración y exasperación que provoca o puede provocar su política irresponsable y sectaria. Una agresión es una agresión. Y es rotundamente condenable. Sin excusas. Sea Berlusconi o sea Zapatero.

Pues bien, aunque hay gente decente en la izquierda (así como en la derecha, por seguir con la simpleza al uso), da la casualidad de que es la izquierda la que dice canalladas como la de Antonio di Pietro. Y estoy convencido (aunque no puedo probarlo, obviamente) de que, si Aznar hubiese sido agredido por un perturbado de izquierdas, habrían salido varios voluntarios a soltar bajezas, como la dicha por el italiano de los ‘Valores’. Esto es lo que pienso. Pero no lo pienso por capricho. Es que la historia, reciente y no reciente, dice que las cosas son así. Que los que se creen moralmente superiores, están convencidos de que pueden hacer cualquier cosa. Y tiene que salir gratis.

También desde el nacionalismo llamado ‘moderado’ disfrutan con el tiro al plato. No es casualidad que hace pocos días, Ramón Bagó, un exalcalde de Calella y destacado hombre de negocios catalán, Presidente del Grupo Serhs, dijera: ‘Habría que matar a todos los del PP’. Por supuesto fue en broma. Por supuesto no ha presentado excusas. Por supuesto, ningún partido ha condenado estas repugnantes declaraciones. Y algo parecido podemos decir de la agresión a Hermann Tertsch. Por supuesto, el clima de crispación no lo creó la Sexta y el Gran Wyoming. Por supuesto que no hay relación de causalidad. Por supuesto, los insultos que Hermann recibe por la calle son resultado del clima de crispación que él propio Hermann ha creado. Por facha y judío. Etcétera. Por supuesto.

¿Qué valores impulsan a Antonio di Pietro decir estas mezquindades? ¿Diría lo mismo si el agredido fuera un Primer Ministro de izquierdas? Me temo que no hemos avanzado mucho y el rencor sigue al acecho, emponzoñando las almas de los que ni siquiera parecen tenerla. Recordemos a Alain Finkielkraut: ‘La izquierda ya no tiene ideas. Sólo enemigos’.

Últimas Noticias.
Maruja Torres: "Habría que abofetear a quienes pusieron en el poder" a Berlusconi’.

¿Se acuerdan? Esta señora es la que llamó ‘hijos de puta’ a los votantes del Partido Popular. Una muestra más de la superioridad moral de la izquierda.

Sebastián Urbina.


ACOMPLEJADOS.










El PP no deja de sorprenderme. Y Javier Arenas, más. Dice que no comparte "muchas de las opiniones" del juez Serrano pero lamenta el "linchamiento" a su libertad de expresión. No hay quien lo entienda. Cinco años después de la entrada en vigor de la Ley de Violencia de Género y que 71 asociaciones hayan exigido al Parlamento su "urgente derogación" por ser una ley que "atropella cada día los derechos más fundamentales de cualquier ordenamiento jurídico que pretenda vertebrar un Estado democrático", y que la práctica totalidad de estas asociaciones, hayan salido también en defensa del juez de Familia de Sevilla Francisco Serrano, muy crítico con la Ley de Violencia de Género, ya que "por el mero hecho de tener un cromosoma distinto", la mitad de la población "es considerada presuntamente culpable, invirtiéndose el sentido de la carga de la prueba cuando los hombres son denunciados", el PP no dice nada y de Arenas sólo sabemos que no comparte opiniones con el juez. Increíble pero cierto. Así es la derecha española. (DiarioLiberal.com)
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Podría decir que son unos 'gilipollas acomplejados' pero creo que no es necesario. Al buen entendedor....
Sebastián Urbina.


LA ESPAÑA ZAPATERIL.










Publicado el 14-12-2009 , por J. M. Lamet. Madrid

"España ha decepcionado económicamente al mundo". Así de rotundo se muestra el Premio Nobel de Economía de 1995, el estadounidense Robert Lucas, en una entrevista con EXPANSIÓN, que se publicará íntegra mañana en la edición impresa.
Robert Lucas, Nobel de Economía en 1995, hoy en Madrid | Foto JMCADENAS

Robert Lucas, Nobel de Economía en 1995, hoy en Madrid | Foto JMCADENAS

Lucas, uno de los economistas vivos más influyentes, se mostró "escéptico" sobre el efecto multiplicador de las políticas de gasto fiscal contra la crisis, y advirtió de la lentitud de las medidas puestas en marcha por España y EEUU: "El efecto de las políticas fiscales de Zapatero y Obama va a llegar cuando ya no haga falta". Eso sí, la diferencia entre ambos es palpable: "EEUU está ya en la rampa de salida de la crisis; España no".
Lucas acudió a la capital invitado por Madrid Network, la Red de Parques y Clusters de la Comunidad. De hecho, las teorías del economista –que aboga por basar al crecimiento en el conocimiento– forman parte del germen fundacional de la plataforma. Famoso por su análisis de las "expectativas racionales" de crecimiento, concede a España unas perspectivas poco halagüeñas tras la subida fiscal a las rentas medias y altas. "Si castigas a los ricos por su éxito, el país tendrá menos éxito", advierte de nuevo Lucas al presidente del Gobierno.

Ello se suma a otros 'dardos' que lanza sobre la atonía productiva de España:
- "El endeudamiento de España es insostenible. Habrá un crowding out en la deuda: si el Estado gasta más, el sector privado gastará menos"

- "El desempleo del país es más que chocante. Acometer una reforma laboral es necesario; ayudaría. Por ejemplo, el contrato alemán está en la dirección adecuada"

- "España no causó esta crisis, cierto, pero tampoco va a ayudar a salir de ella"
- "Zapatero desincentiva la búsqueda de riqueza"

-"La manifestación [del sábado] de los sindicatos contra los empresarios no tiene ningún sentido" - "Los planes de Obama y Zapatero van a obstaculizar la vuelta al crecimiento"

También reservó algunas frases afiladas para la política económica de Barack Obama y Ben Bernanke:
- "Obama es una persona muy impresionante. Voté por él, pero ahora me ha decepcionado"

- "Es demagógico limitar los bonus de los banqueros"
- "Bernanke no es un dictador, pero es sin duda un chico muy duro con la inflación"

Lea la entrevista completa mañana en EXPANSIÓN
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ZAPATERO QUINTUPLICA EL DÉFICIT

Luis María ANSON

Aznar dejó las cuentas del Estado con superávit. En 1996, había recibido hasta la Seguridad Social en quiebra técnica. Lo saneó todo y le dejó a Zapatero una herencia espectacular.


El presidente circunflejo se ha juergueado la herencia aznarí. Ha gastado sin tino. Ha mentido sobre la situación económica cuando sabía que la crisis nos zarandeaba. Negó la evidencia. Llamó catastrofistas a los que, reconocida la crisis por el Gobierno, anunciaban la recesión que venía. Aseguró que en la actual legislatura desaparecería el paro de España. Ha dedicado una parte sustancial del dinero de todos a comprar votos. Y lo ha hecho de forma descarada al estilo del PRI mexicano. Su ambición es extender el PER a toda la nación. Como Solbes se resistía a sus disparates, lo despachó impávido y nombró a una ministra-marioneta que se identificaba completamente con él: tampoco sabía una palabra de economía. Estábamos, en fin, a la cabeza de Europa. Nos encontramos ya, en los aspectos claves, a la cola.



Y, claro, a Carlos Ocaña, secretario de Estado de Hacienda, no le ha quedado otro remedio que hacer pública la realidad del déficit español: 71.524 millones de euros en 2009 frente a los 13.967 millones en 2008.

En un año Zapatero ha multiplicado por cinco un déficit que ya era considerable. Aznar se lo dejó a cero. Zapatero cierra el año 2009 con un déficit que es casi el 7% del PIB. La frivolidad, la ligereza, las ocurrencias, la incompetencia, se pagan. Y ahí están las tozudas cifras de nuestra descarnada realidad.

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Usted no haga caso. Vote Zapatero. Vote progresista.



lunes, 28 de diciembre de 2009

¿SERVIRÁ PARA ALGO?





A la atención de Pere, comentarista de este blog, y los que piensan como él.


DERECHO A DECIDIR ¿PARA QUÉ?

Fracaso: El referéndum alegal por la independencia de Cataluña ha permitido visualizar la diferencia entre la Cataluña virtual de los nacionalistas en el poder y la Cataluña real. Mientras la Cataluña virtual creó una atmósfera próxima al éxtasis independentista, la Cataluña Real le daba la espalda al montaje en silencio. Sólo votaron el 27,54 % de un total de 700.000 ciudadanos inscritos en 166 municipios especialmente nacionalistas. Y además, el derecho a voto llevaba trampa. ¿Cómo se puede hacer un recuento de la participación si no disponían de censo? Y en el caso de tenerlo, ¿cómo pretenden colar la participación dada, si los menores de 18 años e inmigrantes sin derecho a voto inflacionaban artificialmente la relación entre número de votantes y censo de la población con derecho a voto legal? Más datos, si el 3,21% de voto negativo deja el sí en un 24,33 % favorables a la independencia, si excluimos los votantes de 16 y 17 años, además de los inmigrantes que pudieron llegar al 8 o 10 % del total –según sus propios datos–, nos encontramos sólo con un 14,33 % a un 16,33% de voto afirmativo por la independencia. O sea, lo que sabemos desde hace años. Menos aún de lo que la última encuesta del CEO daba como posibles partidarios del sí (un 21,6%). Démoslo por bueno. Pero de ahí a que nos pretendan colar que Cataluña es independentista, va un trecho. El eterno chantaje a las instituciones gubernamentales y a los órganos judiciales. Siempre tienen algo por reivindicar. Ahora es el Estatuto.

Éxito: Hasta aquí un mínimo análisis del fracaso independentista. Ahora bien, también han cosechado triunfos. Han logrado una colosal campaña publicitaria secesionista sin coste económico alguno y han conseguido centrar el debate político de las próximas dos décadas en el espacio independentista. ERC puede estar contento. CiU no tanto y el PSC aún debe estar ideando mecanismos de defensa para salir airoso del atolladero. Al fin y al cabo, éste último es uno de sus máximos responsables por su sumisión a la realidad virtual a la que no ha sabido o querido enfrentarse.

Derecho a decidir... ¿para qué?: Pero más allá de los triunfos y fracasos de una iniciativa alegal, debería preocuparnos la tramposa propuesta con la que nos venden los secesionistas sus ideas más reaccionarias: "El derecho a decidir". Como siempre, maestros de sofismas, los nacionalistas nos cuelan ofendidos una proclama reaccionaria, por revolucionaria. Es fácil confundir, ¿quién se opondría a qué podamos decidir sobre nuestras vidas, sin arriesgarse a ser tratado de carca? Ahí está la trampa, vender como derecho inalienable a la libertad lo que es un atentado contra la esencia de la democracia: los límites de la ley. Sin normas no hay democracia. Por eso, en una democracia no se puede decidir todo a capricho ni en cualquier momento. Hasta el derecho a decidir está regulado por las leyes. Sólo faltaría que un pueblo entero culpara de imperialista a la Constitución por que no permitiera a sus ciudadanos el "Derecho a Decidir" en referéndum popular el cambiar las normas de circulación cómo y cuándo le diera la gana como si tales cuestiones dependieran de parte y no del todo.

Hay algo todavía más inquietante, la naturaleza sectaria del "Dret a decidir". ¿Derecho a decidir, para qué? Joan Laporta, el presidente del Barça, ha dicho "Derecho a decidir para gestionar nuestra identidad y nuestra lengua". Efectivamente, "Derecho a decidir" para imponer el catalán como única lengua oficial de Cataluña; o si quieren, para excluir de los derechos lingüísticos castellanohablantes a más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña y levantar un muro lingüístico contra el resto de españoles. Derecho a decidir para imponer una identidad cultural única emanada del sectarismo nacional catalanista; o si prefieren, derecho para avergonzar a cualquier manifestación artística de raíz española. Derecho a decidir los sentimientos nacionales que debemos sentir, derecho a decidir en régimen de monopolio el destino de los impuestos recaudados a 7,5 millones de españoles como si fueran patrimonio de Cataluña y no de la soberanía de todos los españoles. Derecho a decidir armarse hasta los dientes para lograr la reunificación de "Els païssos catalans". Derecho a decidir la reducción de la liga española a la catalana con la inevitable reducción de duelos hoy tan atractivos como el Barça/Madrid, por el Barça/Girona. Derecho a decidir que la última instancia de los Tribunales de justicia acaben en el TSJC, el sueño dorado de Millets y Prenafetas. Derecho a decidir... sigan ustedes y verán a donde irían a parar los derechos constitucionales de los españoles que vivimos hoy en Cataluña. Pero ese es otro artículo, el que deberían empezar a escribir los partidos no nacionalistas de Cataluña, incluido el PSC y los dos grandes partidos nacionales.

Es preciso arrancarle la piel de cordero a este impresentable "Derecho a decidir" y aguantar las náuseas ante las vísceras racistas que quedarían al descubierto.

P.D: Si no lo tienen claro, reparen en el cinismo de la reivindicación. Mientras reclaman el "Derecho a decidir" como un derecho democrático básico, no reconocen el derecho de los padres a poder elegir el idioma oficial en que desean que estudien sus hijos a través de una casilla que se niegan a poner en la preinscripción de principios de curso. Incluso contra la ley. Así lo ha establecido en sentencia firme El Tribunal Supremo, el 12 de diciembre del 2008. El Gobierno de la Generalitat de Cataluña sigue incumpliéndola. Derecho a decidir... ¡tiene guasa! (Antonio Robles).

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NACIONALISMOS Y SUS CÓMPLICES.

El Servicio de Normalización Lingüística de la Universidad de La Coruña, en colaboración con el Ayuntamiento de la misma ciudad y la Diputación, aprovechó el 25 de Noviembre de 2008, día de la no violencia contra las mujeres, para denunciar públicamente otra forma de violencia que debe ser eliminada para recuperar la propia dignidad y construirnos, se dice, individual y colectivamente. Como pueden imaginar, se trata de no hablar en castellano o español (la lengua de Franco) y sí hablar en gallego, lengua de la libertad. Esto último es mío, pero seguro que a ellos no les parece una bobada.

Lo primero de todo y antes de entrar en harina, ¿cómo es posible tanta estupidez? Creo que estas exhibiciones, con la cara bien alta y sin sonrojo, son más probables y habituales en contextos cerrados y faltos de libertad. No es casual que los nacionalismos se hayan convertido en los totalitarismos de nuestro tiempo. Por eso, las mismas características (con pequeñas diferencias) pueden aplicarse a nuestros desleales nacionalistas, sean del Imperio oprimido que sean. Veamos lo que decía un famoso catalanista, que se supone lleno de seny, como nos recuerda Juan Ramón Lodares:

‘Si se tiene en cuenta el mito babélico, se entienden afirmaciones como las de Jordi Pujol cuando decía: Cataluña es una Nación pero España no lo es. Tal expresión nos presenta a una Cataluña imaginada, homogénea, pura, que idealmente tiene una sola lengua propia, el catalán, circunscrita a un territorio y separada de sus vecinos. La lengua es, como se ha dicho, el índice de pureza racial’.

Dejemos aparte la cuestión de la lengua propia. Esta tontería, es triste decirlo, no es exclusiva de los nacionalistas periféricos. Por motivos que comentaré, la enfermedad se ha extendido a otros ámbitos. He oído a políticos destacados del Partido Popular hablar, con plena normalidad, de lengua propia. Lo mismo sucede con la gran mayoría de los políticos de izquierda. ¿Cómo se han alcanzado tan altos niveles de estulticia política? En el Partido Popular (aunque no todos son tan acomplejados, afortunadamente), porque hace tiempo renunciaron al debate de ideas y se han centrado en la gestión y el precio de la leche. En la izquierda, por motivos aún más penosos, que luego comentaré.

Esta obsesión enfermiza, y fuera de la realidad, por la pureza identitaria, pureza lingüística, pureza costumbrista, etcétera, es propia de mentes profundamente conservadoras y excluyentes. Recordemos que la conocida obsesión por la identidad en general, y la identidad lingüística en particular, tiene que mucho que ver con la consecución de beneficios materiales. Dicho en Román paladino, más cargos políticos y funcionariales, más subvenciones, más capacidad de decisión. O sea, más poder y dinero para nosotros, los del terruño. Los de ‘pata negra’.

Si los nativos de ‘pata negra’ han de tener ventajas porque son una prolongación natural del terruño, los ‘forasteros’ (charnegos, maketos y otras gentes de mal vivir) no podrán acceder a tan copiosos y merecidos beneficios. Claro, no son de aquí. Y si, por un casual, un charnego reconvertido accede a un importante cargo público, como sucede con el bachiller Montilla, tendrá que haber renunciado (de hecho, al menos) a sus orígenes y exhibir sin tapujos su orgullosa y preferente catalanidad. Es cierto, conviene ir de romería al pueblo natal y hacerse unas cuantas fotos.

Ya tenemos la mezcla adecuada de ‘pureza patria’ y ventajas económicas, sociales y políticas. El que comulga con la tribu será bien visto y debidamente recompensado. O bien, no molestado. El que esté alejado de la tribu, o se atreva a criticarla, que cargue con las consecuencias. Vean a Boadella. ¡Que aprendan todos!

¿Y qué pasa con la izquierda? Salvo algunos, que se atreven a criticar el maridaje nacionalismo/izquierdismo como, por ejemplo, J. Leguina, convenientemente marginado, los demás callan, o hacen el tonto. No les resulta difícil. Además, el pesebre es el pesebre. Pero las palabras del político madrileño se quedan cortas: ‘Todo este embrollo, esa sensación de engaño o de traición que tantos hemos sentido ha sido el resultado de un gran malentendido: aquel que nos hizo pensar que la izquierda catalana era una izquierda homologable con la del resto de España’.

El error, el trágico error es que la izquierda española, en general, se parece, de cada vez más, a la catalana. Incluido el Presidente Zapatero. Recordemos su famosa reflexión: ‘El concepto de nación es discutido y discutible’. El de nación española, por supuesto. No se atrevería a decir lo mismo de las grandes naciones catalana, vasca y gallega. Esta es la izquierda, digamos, española. Este es su lamentable viaje. Al simple mantenimiento del poder.

Se ha dicho, repetidamente, que no se puede prescindir de ningún elemento de un sistema cerrado, porque se desmorona. Si esto es cierto, los nacionalismos periféricos están condenados, como sistemas cerrados que son, a seguir con más discriminaciones y mentiras y no abrir la mano. Si entra el aire fresco de la libertad, podría resquebrajarse el edificio. Ya saben, el rey estaba desnudo y los súbditos lo veían vestido, como él quería que lo vieran. Es el miedo a la libertad, la fidelidad a la mentira. Son los jugadores de cartas que siguen jugando al mus cuando asesinan a su compañero Ignacio Uría en el País Vasco. Pues sí, los nacionalismos han traído coacción, mezquindad y miedo.

Cuanto más tratemos de regresar a la heroica edad del tribalismo, tanto mayor será la seguridad de arribar a la Inquisición, la Policía Secreta y el gangsterismo idealizado... Pero si queremos seguir siendo humanos, entonces sólo habrá un camino, el de la sociedad abierta’. (Popper)

Así pues, seguirán las discriminaciones y desprecios frente a los que no se plieguen a sus consignas etnicistas y liberticidas. Seguirán los públicos alardes y ostentación de lealtades tribales. La adoración al animal metafísico: La Nación. Y mentiras, subvencionadas y voluntarias, para ocultar el verdadero rostro del nacionalismo. Y el silencio cómplice. En este viaje, carente de ética y de estética, le acompaña la izquierda. Casi toda.

Sebastián Urbina.

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NACIONALISMOS. NO SOMOS IGUALES.
Decía Miguel de Unamuno: ‘Soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio». Así expresó Miguel de Unamuno su amor y pasión por España, de lo que dejó constancia en algunos de sus textos. Es el caso del artículo País, paisaje y paisanaje, publicado el 22 de agosto de 1933 en el periódico Ahora, e incluido, posteriormente, en el libro Paisajes del alma.

Pero no todos los sentimientos son iguales.

Si el patriotismo español fuese, por ejemplo, como el de los nacionalismos periféricos, el sistema público de enseñanza, en toda España, sería exclusivamente en lengua española. Es lo que hacen los nacionalismos. Los padres castellanohablantes no pueden escolarizar a sus hijos en español. En Cataluña, solamente lo pueden hacer en catalán. Afortunadamente, ha habido cambios, recientemente, en Galicia y el País Vasco. De ahí que los nacionalismos periféricos sean, y así lo han demostrado repetidamente, excluyentes e intolerantes. Aunque nieguen los hechos. Por eso la mentira es una de sus especialidades. Pero ya es tarde. Mucha gente se ha enterado, aunque algunos no se atrevan a decirlo en público, por si acaso.

Saben lo que les pasa a los disidentes, como el famoso Albert Boadella, (y tantos otros) que tuvo que marcharse de Cataluña. Es la libertad del Oasis, y de los nacionalismos periféricos, en general.

En cambio, el patriotismo español, no sólo ha permitido sino que ha reconocido legalmente el uso del catalán, euskera, gallego. Con una profunda y amplia descentralización política, deslealmente utilizada por los nacionalistas. O sea, el patriotismo español es incluyente, no excluyente.

De esto se han aprovechado los nacionalismos periféricos para excluir el castellano, o español, de las instituciones. Este es su verdadero rostro, el desprecio por la libertad ajena. Con la patética colaboración de los socialistas y la acobardada genuflexión de los populares. Con las honrosas excepciones de rigor.

El ser humano, aunque haya contadísimas excepciones, no sólo tiene sentimientos hacia otros seres humanos o, incluso, animales no humanos. También tiene sentimientos hacia entes colectivos. Es inevitable tener emociones y sentimientos hacia la ‘patria’. Por ejemplo, yo no tengo ni puedo tener los mismos sentimientos hacia Madagascar (con todos mis respetos) que hacia Mallorca y hacia España. El problema no es éste.

El problema es si tales sentimientos, que son prácticamente inevitables, se sacralizan, junto a sentimientos de superioridad frente al ‘forastero’, el maketo, o el charnego. Es normal tener sentimientos positivos hacia la patria, pero es despreciable que en nombre de la misma se rechacen o minusvaloren las personas que no tienen los mismos sentimientos, o los mismos orígenes.

En resumen, los supuestos intereses del ente colectivo, la patria, no pueden estar por encima de los intereses de las personas de carne y hueso, si hubiere conflicto. Y esta barbaridad, la primacía de los supuestos intereses de la nación sacralizada, sucede con el fanatismo nacionalista. Del que catalanes, vascos y gallegos han dado lecciones, seminarios y masters. Por no hablar de la quema de banderas españolas, silbidos al himno nacional, quema de fotos del Rey y otras muchas ofensas que, en parte, se han exhibido en las televisiones periféricas, pagadas con los impuestos de todos los españoles.

Por cierto, las televisiones nacionales no han hecho lo mismo que ellos, lo que muestra, una vez más, las diferencias entre el patriotismo español y los nacionalismos periféricos. A tal efecto,recordemos el conocido, ‘me cago en la puta España’, en la TV3 catalana, vomitado por Rubianes y jocosamente comentado por el presentador, entre las risas periféricas del auditorio. No hubo excusas, por supuesto. Es más, la Ministra de la Guerra, la señora Carmen Chacón, se puso un suéter, en una manifestación ‘progresista’, que decía: ‘Todos somos Rubianes’. Todos los que son como ella,naturalmente.

Por no hablar de la absurda e injusta ley electoral que privilegia a los nacionalistas. Recordemos que en las pasadas elecciones, 300.000 votos le valieron al PNV para conseguir seis diputados. Pero 303.000 votos le valieron a UPyD para conseguir un solo diputado. ¿Cómo pagan estos privilegios feudales? Con chantajes, ofensas y victimismo.

A mí no me interesa que alguien tenga sentimientos positivos exclusivos hacia Cataluña, País Vasco o Galicia, y negativos hacia España. Es su problema. Lo que critico, y muestra la decadencia y corrupción de nuestra clase política y de nuestra democracia, es que tales sentimientos puedan conducir a privilegios y ventajas económicaso políticas, o ambas. Y que en nombre de estos sentimientos, se impida que los padres castellanohablantes (o los que quieran) puedan escolarizar a sus hijos en castellano o español. La lengua oficial del Estado.

Aunque no puedo evitar que me lean nacionalistas periféricos, no escribo para ellos. Escribo para los convencidos y para los dubitativos, para los que, todavía, no han aclarado si los nacionalistas periféricos tienen cuentas pendientes a su favor, que el resto de españoles debamos pagar. También escribo para los que se han creído la acusación nacional-periférica, de que ‘todos los nacionalismos son iguales’.

Este es el intento de blindar sus creencias nacionalistas. Si todos los nacionalismos son iguales, ningún españolista (supuestamente nacionalista) podría, legítimamente, criticar a un nacionalista periférico. Pero no somos iguales. Cree que ladrón que todos son de su condición. La mayoría de los españoles de hoy, somos patriotas. Si fuésemos nacionalistas, como ellos, ya se habrían enterado. Y lo pasarían mal. (Sebastián Urbina)

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PARTICIPACIÓN Y HOMBRE-MASA.



Ha pasado ya el tiempo en que estuvo de moda la conciencia monológica. Es decir, una conciencia moral solitaria que se hace a sí misma. En resumen, la llamada conciencia cartesiana. Nuestro tiempo es el de la conciencia dialógica, directamente vinculada a la obra de los filósofos alemanes, Habermas y Apel. En su ética discursiva, se abre la conciencia a las formas sociales de interacción entre las personas.

Es decir, ya no se trata de un yo autónomo que crea su propia conciencia moral y sus normas morales. Al contrario, solamente los acuerdos razonados de las personas que participan de un sistema normativo (por ejemplo, una moral) pueden validar este sistema. Y para ello se necesitan formas de comunicación entre los participantes. Que no pueden ser formas manipuladoras o estratégicas. Veámoslo más de cerca.
Hablaré, muy resumidamente, de la teoría procedimental del discurso racional (Habermas y Alexy) porque nos mostrará qué exigencias tiene la comunicación racional entre las personas (participantes) para validar, por ejemplo, un sistema moral o tener un diálogo racional. La primera exigencia es que el que participa en la discusión sea coherente. Es decir, no ser contradictorio. En segundo lugar, las palabras (o expresiones) de los hablantes han de significar lo mismo. En otro caso, el acuerdo sería imposible. En tercer lugar, se exige que los participantes sean sinceros. No vale mentir.

En cuarto lugar, el que participa no puede invocar un juicio de valor que no esté dispuesto a generalizar. Por ejemplo, si en una discusión, yo digo que Pepe (adulto mayor de edad) tiene la obligación moral (X) en la circunstancia (Y), debo aceptar que todos los adultos mayores de edad, similares a Pepe, tienen la obligación (X), en la circunstancia (Y). Por último, todo lo que digan los participantes tiene que ser justificado. Yo puedo decir que las personas con (X) renta deberían pagar el nivel (Y) de impuestos. Pero debo justificarlo. No basta hacer afirmaciones, hay que justificarlas. Hay que dar razones.

Cuando alguien se aleja de estas exigencias del diálogo racional, entra en el falso diálogo, infectado por la manipulación, el insulto o la coacción. O la pérdida de tiempo.

Y de ahí pasamos al hombre-masa de Ortega. No se trata, como algunas lecturas superficiales dicen, de una distinción entre ‘ricos’ y ‘pobres’ o entre ‘clases altas’ y ‘clases bajas’. No es esto. El hombre-masa puede encontrarse en cualquier escalón de la pirámide social. Porque cuando hablamos del hombre-masa nos referimos a una dimensión moral. Más aún, uno de los prototipos destacados del hombre-masa es el especialista. El que desprecia todo aquello que cae fuera de su estrecha perspectiva.


Dice Ortega: ‘Masa es todo aquél que no se valora a sí mismo- en bien o en mal- por razones especiales, sino que se siente ‘’como todo el mundo’’ y, sin embargo, no se angustia, se siente a salvo al saberse idéntico a los demás’.

Otra forma de decirlo podría ser el ‘hombre-oveja’. El que forma parte de un rebaño.

Pero el hombre no es solamente vida biológica, no esta ‘hecho’ como lo está, por ejemplo, un caracol. Por el contrario, es un proyecto. Es decir, tiene que hacerse. Pero esta tarea se hará, inevitablemente, dentro de los límites de mi yo y de mi circunstancia. Esta necesidad de ‘hacerse’ exige tomar decisiones. Y las decisiones exigen libertad. Una decisión sin libertad no es una verdadera decisión. De ahí que el hombre-masa no use la libertad, o la use en escasa medida. Porque cree que le basta lo que sabe. No tiene el sentido de la propia exigencia, de saber más. Su proyecto vital es pobre.

Y, por supuesto, no reconoce instancias superiores a él. Hay gentes que sin haber leído un libro, creen que su opinión vale tanto como la de Kant o Hume. Confunden la igualdad ante la ley con la igualdad en el saber. Hay alumnos que pretenden saber más que sus maestros. Actitud de moda y de conocidos efectos. El último informe Pisa nos sitúa en la cola de Europa en calidad educativa.

Por último, el hombre-masa tiende a exigir a los demás, en vez de exigirse a si mismo. Es, orgullosamente, un miembro del rebaño. No cree que necesite aprender más. ¿Para qué, si todo vale igual? Y exige derechos pero rechaza asumir obligaciones. Como el ‘niño perpetuo’. ¿Qué proyecto vital puede tener persona tan poco autoexigente?

Como dice Pascal Bruckner: ‘Si el imbécil agresivo tuviera que reinar algún día en exclusiva en nuestra sociedad, sería entonces el ser culto el que pasaría por idiota, extraño espécimen de esa tribu en vías de extinción que todavía reverencia los libros, el rigor y la reflexión’. (Sebastián Urbina)

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Nada de lo que aquí se ha escrito tiene la intención de insultar a nadie ,sino la de elevar, aunque sea un poco, el nivel de exigencia discursiva. O dicho de manera más sencilla, subir, un poco, el nivel. Espero que así se entienda.

Sebastián Urbina.