sábado, 30 de octubre de 2021

SÁNCHEZ, INTERPRÉTANOS LA CONSTITUCIÓN.

 

Sánchez, interprétanos la Constitución

Por Gabriel Le Senne

El Tribunal Constitucional nos ha proporcionado algunas alegrías últimamente: declaró inconstitucional el primer estado de alarma del Covid, acaba de declarar inconstitucional el segundo, y lo mismo ha hecho con buena parte de la plusvalía municipal.

En todos estos casos la inconstitucionalidad era patente, y si algo se le puede achacar al Constitucional es que llega tarde y se queda corto. A buenas horas nos analiza los estados de alarma, cuando ya hemos sufrido todos sus atropellos. Del mismo modo, del impuesto municipal, que llevamos años pagando y que en general no se devolverá, se anula su arbitrario método de cálculo, pero al parecer se deja pasar que el hecho imponible ya está gravado por la ganancia patrimonial del IRPF, por lo que constituye una clara vulneración del principio non bis in idem: no se puede volver a gravar lo que ya ha tributado. Recuerda a aquello de colar el mosquito y dejar pasar el camello.

Nada demasiado sorprendente si recordamos los grandes fiascos con que a lo largo de su historia nos ha obsequiado: el expolio de RUMASA; la convalidación del sistema de nombramiento del Consejo General del Poder Judicial (cuando mataron a Montesquieu, o sea, a la división de poderes; paso fundamental en nuestra degeneración); cuando declararon que un impuesto confiscatorio era aquel del 100%, vaciando de contenido el límite del artículo 31.1; por no hablar de los doce años que llevan pensándose lo del aborto, durante los cuales han sido víctimas más de un millón de niños; o lo del matrimonio homosexual (el artículo 32 dice “El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica”; si no les gusta, propongan modificarlo, pero no lo interpreten contra legem).

En fin, vamos al meollo. El Tribunal Constitucional se compone de doce miembros nombrados por el Rey; de ellos, cuatro a propuesta del Congreso por mayoría de tres quintos de sus miembros; cuatro a propuesta del Senado, con idéntica mayoría; dos a propuesta del Gobierno, y dos a propuesta del Consejo General del Poder Judicial. Es decir, que pese a su equívoco nombre, no es un tribunal, sino que resulta que tenemos en la cúspide del sistema de garantías a un comité político, con la única salvaguarda de que en general sus miembros deben ser nombrados con esa mayoría reforzada de tres quintos, que en la práctica supone que los dos grandes partidos deben ponerse de acuerdo.

En estos momentos en que nuestros amados líderes se llenan la boca con la palabra democracia mientras acaban con ella, no está de más recordar sus principales requisitos. Porque democracia no es, como algunos quisieran, la tiranía de la mayoría: que aquel que logre reunir el apoyo de una mayoría en un momento dado pueda hacer y deshacer a su antojo. La experiencia histórica ha alertado de lo fácil que es alcanzar democráticamente el poder, para luego acapararlo todo y pasar de la democracia a la dictadura. Hitler y Chávez lo hicieron así, por nombrar a un representante de cada rama del socialismo.

Lo más sagrado de una democracia es el respeto de los derechos individuales del ciudadano, y por ello, como en nuestro caso, se reconocen en la Constitución, y se prevé un procedimiento reforzado para modificarlos o para suspenderlos (procedimiento que se ha saltado reiteradamente nuestro Gobierno, y que nuestro Constitucional ha demostrado que no está en condiciones de proteger).

Por ello, una verdadera democracia prevé la representación del ciudadano en Cortes, la elección separada de ejecutivo y legislativo, y una justicia independiente, entre otros checks and balances. No sé usted, pero yo ignoro quién es mi representante, ni he elegido nunca al presidente, ni confío demasiado en la independencia de la justicia, y aún menos en la del Constitucional. Por desgracia, los cambios que se atisban no tienden a profundizar en la democracia, precisamente. Ahora Sánchez nos interpretará la Constitución. Así no tendrá que saltársela, hombre, si es que así no hay quien gobierne, sin poder encerrar a la gente en sus casas, ni poder poner horas para el paseo ni nada. Ahora Sánchez será la Constitución, como ya es la Ziencia y el todo.

Por cierto, que el único partido que ha denunciado estos abusos, al que ha dado la razón hasta el Constitucional nombrado por los abusadores (que han corrido a cambiarlo), el único que ha defendido la Constitución, es el denominado antidemocrático: la extrema extrema ultraturboderecha. Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas. Y ahora, el apagón.



(MallorcaDiario/29/10/2021.)

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