(Pero son especialistas en hacerse la víctima.
Y los hay que tragan.)
El problema de Cataluña no es su financiación, que es una de las mejores, ni los objetivos que durante estos años, antes de suspenderse las reglas fiscales por la pandemia, le marcaron en el Consejo de Política Fiscal y Financiera para cumplir el déficit, que fueron de los más laxos, ni que el conjunto de España no la ayude, pues su deuda es colocada gracias al Tesoro.
No, su problema es de mala gestión: gasto público desmedido e impuestos altos, con creciente inseguridad jurídica que les hace perder empresas, actividad económica y empleo.
(José Maria Rotellar/Libre Mercado/7/8/2023.)
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